Pino y morfina

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Fue cuando pasé frente a su cuarto que escuche aquella voz.

-La cosa sobre la vida es que... Oh, ¿qué iba a decir? La cosa sobre la vida es que... Hoy cumplo 29, no veré los 30. Pero estoy... Estoy bien, en serio

Sonaba tan desesperanzada y triste, como si el dueño se hubiera rendido totalmente ante la vida. Pero a la vez tenía un tono dulce, quizás era porque me había golpeado la cabeza, pero también era un sonido angelical. No pude evitar espiar por el cristal para saciar mi curiosidad, y como si lo hubiera predicho, en la camilla vi a un ser de piel blanca y belleza pura, un ángel. Con cabello claro enredado en rizos, nariz fina, labios delgados, y largos y delicados dedos.

Creía que hablaba con alguien, pero solo estaba en esa camilla, con las sabanas cubriendo sus piernas, mirando un cuaderno azul con un bolígrafo en la mano derecha. Golpeaba el bolígrafo contra los bordes del diario y fruncía los labios al pensar. Cuando escribía se dictaba a sí mismo las palabras que iba a plasmar en el papel.

-Así es cómo mi vida será de ahora en adelante. A causa del dolor. A causa de las drogas que tomo para el dolor, a causa de las drogas que tomo para los efectos secundarios de las otras drogas. Quiero decir, lo han visto. Solo se pondrá peor. Mi vida llega hasta aquí, de verdad. Se está apoderando de mi cuerpo y gradualmente voy a hundirme más y más en pensar solo en el dolor, ¡y no vale la pena vivir por eso!

La punta del bolígrafo se clavó en la hoja con frustración al mismo tiempo que gritaba sus últimas palabras, las lágrimas del joven cayeron hasta el cuaderno y seguramente borraron parte del texto. Desde mi posición podía ver el rojo que rodeaba sus ojos y el que teñía sus mejillas por el llanto. Sentí una presión en mi pecho, comenzaba a sentir la tristeza que emanaba de aquel joven, el sufrimiento, la desesperación. Lo vi secar sus lágrimas con el puño de su fino abrigo y tomó aire para intentar escribir una vez más, pero en lugar de apoyar la pluma sobre el papel, él apretó los labios.

-¿Sólo vas a mirar o tienes algo que decir?

Me sobresalté al oir eso, al darme cuenta de que era a mí a quien hablaba. Tragué saliva y entré en la habitación, el olor a morfina y medicamentos llegó a mi nariz, pero a medida que fui avanzado, los químicos fueron reemplazados por un agradable olor a pino proveniente de aquel joven.

-Lo siento, no quise ser grosero. Um.. soy Charlie

-...James

-Lo que escribes..

-Es triste, ¿verdad? Pero es la verdad, una triste carta de despedida

-¿Para quién?

-Para el mundo. Para mi familia, mis queridos amigos..para mí. Me despido de la dolorosa vida que he estado viviendo, me despido para ir a un mundo mejor. Un lugar sin dolor, ni sufrimiento, donde pueda ser libre y... andar. Me gustaría mucho simplemente poder andar, caminar sobre césped, tierra, piedra, cemento incluso. Solo anhelo poder caminar sin sentir un punzante dolor en mis piernas con cada paso, sin caer contra el suelo por la debilidad de mis músculos

A la mitad de su respuesta comenzó a escribir de nuevo, anotando cada palabra que venía a su mente y salía por su boca. Olvidando mi presencia, solo queriendo acabar esa carta de una vez y para siempre, su escritura rápida me lo decía. Yo tomé asiento a un lado de la camilla en una silla. De pronto el bolígrafo se detuvo y James alzó la vista hacia mi persona

-¿Y tú que tienes?

-Bueno, similar a ti, yo tampoco puedo experimentar grandes cosas sin sufrir consecuencias. Cataplejia se llama, me paralizo y sufro desmayos al sentir emociones demasiado fuertes para mi estado

-Ya veo. ¿También es algo de toda la vida?

-Lo es

-Rara suerte la que tienen algunos, naciendo con trabas que le impiden a uno ir a toda velocidad por la vida, pero que tampoco te la quitan a tiempo para que no sufras

-James, tus palabras son.. hermosas. ¿Eres escritor?

Soltó una suave risa sin separar los labios y pasó los dedos por las páginas de su cuaderno.

-Aficionado. Siempre he querido crear una obra, pero la inspiración no era suficiente. Y ahora en mis últimos momentos las palabras solo fluyen, como la desembocadura de un río. Tal vez mi carta, mi relato, sea reconocido, tal vez sea famoso. Nunca alcanzaré a conocer esa fama que tanto quise, pero me gusta pensar que al menos la tendré

No conocía su estado, no conocía a ese hombre, y sin embargo puse mi mano sobre la suya y la apreté como un último guiño de esperanza para esa alma desolada.

-Te ayudaré a tener esa fama, tus palabras son hermosas y merecen ser escuchadas

James me sonrió, una leve sonrisa mas hermosa que cualquier otra. Mi corazón poco soportaba y estaba a punto de desfallecer, pero aguanté por él. Su otra mano se posó sobre la mía y una lágrima nueva rodó por su mejilla hasta caer sobre sus nudillos blancos.

-No sé de dónde has salido, pero estoy convencido de que eres el ángel que me ha venido a buscar

Irónicamente, yo mismo utilicé esa palabra al verlo desde el pasillo, tan hermoso, tan delicado, tan irreal. Su moribunda aura era tan brillante gracias a sus últimas esperanzas de un mundo mejor que no puede evitar llorar al pensar, ¿cuánto habrá sufrido en su vida debido a esta enfermedad que encuentra su único consuelo en la misma muerte?

-Charlie, ¿por qué lloras?

Retiró la lágrima de mi mejilla con un delicado agarre sobre mi rostro, ahora entendía que su letra se volvía mas temblorosa en los últimos párrafos porque ya estaba perdiendo fuerzas en sus manos.

-Porque en esos minutos observando y estos segundos hablando contigo no pude evitar enamorarme de ti. Y me duele porque se siente tan irreal, pero tan sincero a la vez, que no estoy seguro de siquiera estar despierto

James volvió a reír suavemente

-¿Por qué soñarías con un moribundo muchacho cómo yo? Tal vez no estés seguro, pero esto es muy real. Me gustaría mucho que lo fuera

-Ahora que te tengo frente a mí, no puedo dejarte ir

James sonrió, soltó mi rostro y puso sus manos sobre el cuaderno.

-¿Sabes? Todos hemos olvidado ese momento en donde nos damos cuenta de que nunca jugaremos en la Copa Final, o... que nunca seremos el primer hombre en Marte. Y todos esos sueños se convierten en fantasías mas que posibilidades. Te sientes tan insignificante al pensar en eso, pero es peor tener una fantasía tan ridícula que para los demás ya es una realidad, cómo lo es caminar o nadar. Y esa fantasía tal vez sea la única que logre convertirse en realidad, solo sí... me dejas ir

Me miró a los ojos, lucía tan tranquilo, tan cómodo con la idea de que iba a morir que no pude evitar sentirme aliviado también, sabiendo que él estaría felíz con eso, que era lo que deseaba más que nada. Asentí con la cabeza. James tomó el frasco sellado de morfina que había cerca y lo alzó en el aire, las lágrimas volvían a salir, no estaba seguro de la razón esta vez.

-Entonces hago un brindis de morfina por ti. Y debes recordar que hoy es el aniversario de mi nacimiento, recuerda que fuiste amado por mí y que hiciste de mi vida, de los últimos momentos de ella, unos muy felices. Y no hay tragedia en eso

Y tal como la tragedia de Romeo y Julieta, James bebió el veneno. Se recostó en la camilla, lo más cómodo que pudo, la morfina alivió su dolor y él cerró los ojos para irse en paz. Su pecho dejó de subir y mi corazón dejó de latir, demasiada fue la tristeza que caí inconciente sobre su cuerpo y cuando desperté él ya no estaba allí. Solo su cuaderno y el bolígrafo plateado que había plasmado sus últimas palabras para el mundo. Los tomé con cuidado y me fui de aquel cuarto con aroma a pino y morfina.

Love Sick (Freebatch/Jarlie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora