PacíficaPacífica despertó alterada, con la respiración agitada. Sus cabello, usualmente bien peinado y sedoso, estaba enmarañado y esponjado, había estado moviéndose de lado a otro de la cama intentando dormir mejor, pero no podía.
Miró su pecho, que subía y bajaba por lo que acababa de soñar, bueno, sí se le podía llamar sueño a aquello que la atormentaba cada día y la hacía despertarse de golpe para poder salir de allí. Otra pesadilla, pensó. Tomó su teléfono de la mesita de noche y revisó la hora, eran las 4:50 de la mañana, arrojó el teléfono al otro lado de la cama y se llevó ambas manos a la cara, frustrada y enojada de haber tenido otra pesadilla. Se paró de su cama y fue hacia el baño, abrió la llave del agua fría, se quitó su camisón y entró en el agua de un salto. Su cabello se aliso y sintió su piel más suave, puso sus manos en su cuello comenzando a cerrar los ojos mientras sentía como el agua corría por su cara.
¿Por qué? Pensó la rubia en su cabeza. ¿Por qué sigo teniendo pesadillas? ¿Por qué ha comenzado a atormentarme? Se supone que ya no existe... que ÉL ya no existe...
Abrió los ojos y cerro la llave del baño, se cepillo el cabello y lo secó con su habitual toalla purpura que tanto le gustaba por su textura suave, se miró al espejo y, por un momento, le pareció haber tenido algo distinto... en su ojo derecho, una pupila alargada que se extendía...
Parpadeó.
Sacudió la cabeza y terminó de peinarse, se alejó del espejo y sacó su ropa, unos pantalones de jean y un suéter lila con margaritas. Se puso sus tenis negros y ató los cordones rápidamente, tomó su teléfono y audífonos, estaba lista para salir. ¿Salir? Todavía es muy temprano pensó, mientras acercaba su mano a la perilla de la puerta, luego miró su habitación y dijo: -Es mejor que estar aquí.
Salió de su habitación rumbo al comedor y tomar algo de comer antes de salir aquella mañana, aunque el sol ni siquiera había salido aún. Sus padres seguían dormidos y se escuchaba un silencio total en la enorme casa, los empleados también dormían. Pese a que Preston Noroeste había perdido gran parte de su fortuna cuando Bill Cipher fue derrotado, supo recuperarse prontamente de aquella crisis, lo suficiente para adquirir otra mansión. Fiddleforth se había negado a venderles su antigua casa por todo el daño que le habían hecho al pueblo de Gravity Falls. Y cuánta razón tenía, sus padres siempre habían sido abusivos y clasistas con la gente del pueblo, para colmo la habían educado así, para tratar a todos como inferiores, pero que recordara que ella siempre sería inferior ante sus padres, nunca su igual.
Suspiró y tomó la caja de cereales de la cocina, un plato, leche y cuchara y tenía un desayuno, mientras comía revisaba su teléfono, fotos de Wendy con sus hermanos, Robbie tocando en algún café del pueblo, Candy con su diploma al primer lugar de la clase, Mabel en un autobús a Gravity Falls ¿Mabel en un autobús a Gravity Falls?
Dejó el tazón por un momento y tomó el teléfono con ambas manos, su antigua amiga castaña había publicado una foto en los asientos de un autobús junto con su mellizo, Dipper. Tal parecía que los hermanos Pines pasarían el verano allí.
- Verano. – susurró para sí Pacífica. Una pequeña sonrisita se formó en su cara, Mabel y Dipper habían sido sus primeros amigos de verdad en toda su vida. Sonrió ligeramente y siguió comiendo su desayuno hasta dejar el plato vacío, tomó su teléfono y subió una última vez para tomar sus audífonos y salir. El aire fresco inundaba aquella madrugada en donde el sol no tardaría en salir.
Caminó por el pueblo un rato, pasando por la cafetería de Linda Susan para comprar unos muffins que le encantaban junto con un café para llevar. Luego decidió adentrarse un poco en el bosque, sin alejarse demasiado de su casa o del pueblo, no quería volver a perderse; entonces pensó que tenía mucho tiempo sin visitar la Cabaña del Misterio, Soos y Melody siempre la recibían gustosos e incluso le habían ofrecido que trabajara allí medio tiempo, Pacífica iba a tomar ese empleo para tener algo que agregar a su rutinaria vida, pero al comentarlo con sus padres ellos pensaron que se trataba de alguna clase de broma.
- ¿Porqué un Noroeste trabajaría en ese absurdo lugar? – había dicho su madre ante aquello.
- Pero... muchos chicos de mi edad trabajan, no hago nada después de la escuela.
- Pacífica. – Dijo su padre dejando su copa de vino en la mesa. – No es secreto que te irás a estudiar a otro país al terminar la escuela ¿cómo crees que se verá en tu expediente que trabajaste en esa pocilga? Además – añadió tomando un sorbo pequeño de su copa – sabes lo que opino de los Pines.
- Solo porque expusieron la verdad. – Arremetió ella, cruzándose de brazos.
- Mis tratos con Bill Cipher no tenían nada que ver con el pleito de los Pines con él. Fui una víctima de aquello. – respondió su padre, mirándola con severidad. – La respuesta es no. Vete a tu habitación.
Se había sentido tan estúpida por haberles comentado aquello, pudo haberles mentido, que se uniría a algún equipo o que estudiaría en la biblioteca todos los días. Cualquier sitio fuera de la fría y gigantesca mansión era para ella un consuelo, un recordatorio que podía salir de esas enormes paredes, que podía perderse, que podía ser solo Pacífica, no lo que sus padres quisieran que fuera.
Caminó por el bosque hasta llegar al pequeño acantilado donde solía ver el amanecer en días donde las pesadillas la despertaban. Eran casi las 6:00 de la mañana y apenas se mostraban unos poquitos reflejos de luz de sol. Sacó uno de los muffins con moras que había comprado con Linda Susan de su bolsa de papel y lo observó por unos segundos antes de comenzar a darle pequeñas mordidas para disfrutarlo mejor. Eran sus favoritos. Miró de nuevo hacia el este y los antes tenues rayos de luz ahora eran más vibrantes, ver el sol le encantaba.
Pero, cuando el sol ya se veía elevándose y sus rayos comenzaban a iluminar la punta de sus tenis, escuchó el crujir de unas ramas, alertándola. Miró detrás de ella, pero no vio a nadie, así que solo supuso que aquello era su imaginación y continúo comiendo su muffin. Momentos después volvió a escuchar el crujir de las hojas, pero esta vez guardó el muffin para tomar la bolsa y ponerse de pie, examinó su alrededor, pero todo seguían quieto y en paz. Quizás solo es un conejito, pensó. Tomó de nuevo su lugar e intentó olvidarse de aquello para poder disfrutar de su pequeño dulce desayuno en paz, sin nada que le atormentara la cabeza.
Poco le duró aquello porque escuchó como un arbusto era sacudido bruscamente. Eso encendió todos sus sentidos que la impulsaron a tomar la piedra más cercana, levantarse, cerrar los ojos y arrojarla con toda la fuerza que tenía. ¿Sería un animal? ¿sería una persona? No lo supo los primeros instantes porque prefirió mantenerlos ojos cerrados con fuerza. Luego, una voz le confirmó que se trataba de una persona.
- ¿Pacífica? – preguntó la voz, era un chico, probablemente de su edad. ¿Le habría dado con la roca? Gran manera de conocer gente, Elizabeth, se regañó en su mente. Abrió sus ojos lentamente y vio primero un par de zapatillas converse parecidas a las suyas a pocos centímetros de la roca que había lanzado. Ni siquiera había golpeado al chico.
Sus ojos escalaron hasta dar con la cara a quien pertenecía aquella voz que le hizo saber que no estaba sola en aquel rincón del bosque que ella clamaba personalmente como suyo. Fue hasta que sus ojos toparon con aquella mirada café clara que sintió un poco de vergüenza por sí misma, o bueno, por su reacción al crujir de unas ramitas. Era nada más y nada menos que Dipper Pines, quien la miraba con gesto extrañado, pero aún con una sonrisa amable.
La boca se le secó y las palabras se le quedaron atoradas en la garganta, abrió la boca, pero no decía ninguna palabra, solo alcanzó a decir un leve:
- ¿Dipper?
¡Es OBVIO que es Dipper, idiota! Pensó dentro de sí.
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Aún En El Bosque [Gravity Falls Fanfic]
FanfictionHan pasado cuatro años desde los sucesos del Raromagedon en el pueblo leñador de Oregón, Gravity Falls, nada extraordinario o paranormal ha sucedido desde entonces, o bueno, eso quieren creer los residentes. Pacifica Noroeste sigue siendo la niña ri...