IV

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Dipper

¿Qué estoy haciendo? No lo sabía. Estoy en medio del bosque, de madrugada, yendo a una casa donde no soy muy bienvenido.

Dipper desconocía ese impulso que lo había sacado de la cama y enviado a caminar con dirección a la famosa mansión del pueblo. Varias veces se cuestionó lo que estaba haciendo, pero eso no lo detuvo de seguir avanzando, iba iluminando su camino con nada mas que la linternita de su teléfono. Su camino lo desvió hacia el bosque, recordaba como cuando tenía 13 años pensaba en aquel bosque como algo lleno de secretos y cosas ocultas, pero muchas de esas cosas las había enfrentado o había estudiado sobre ellas junto con su tío Ford.

Todas menos una. La infame estatua que nadie se atrevía a remover.

Casi pasó de largo, haciendo caso omiso al enorme pedazo de piedra triangular a medio enterrar en esa espesa parte del bosque, tenía plantas crecidas por los lados y el odioso ojo en medio de su cara. Iluminó aquella estatua con su teléfono, acercándose poco a poco, con cautela, como si fuese a despertar de la nada y hacerle algo al muchacho.

La miró escéptico, está derrotado, pensó, no puede hacer nada.

Dirigió la luz de su linterna hacia el frente, dejando la estatua de Bill Cipher atrás.



Oh, Pino, ¿no te dijeron que dar la espalda es de mala educación?



El recorrido hasta la nueva mansión Noroeste no fue largo, de hecho, quedaba más cerca que su anterior casa, pero seguía siendo igual de grande y exagerada que la anterior, había varios balcones, pero tendría que averiguar cuál era el de Pacífica para poder llegar a su habitación. Caminó alrededor de la casa, con el gorro de su sudadera subido para no levantar sospechas, buscando algún indicio que le dijera que esa era la habitación de la rubia.

Entonces lo encontró, la única luz encendida en toda la casa iluminaba tenuemente a unos bonitos arboles miniatura plantados en elegantes macetas. Pero lo que le dio la señal que necesitaba era que uno de esos arbolitos estaba podado para tener forma de una llama. La había encontrado. Metió su teléfono al bolsillo trasero de su pantalón y se metió a los terrenos por entre los barandales de la enorme reja negra que rodeaba la casa. Majestuosa, sí, pero parecía una jaula enorme.

A como pudo escaló la pared, entre jadeos de cansancio logró llegar al balcón, se agarró fuertemente del tronco de uno de los arbolitos provocando que sus ramas se sacudiesen y crujieran. Segundos, (que para Dipper fueron eternos ahí colgado) que alertaron a la inquilina de aquel cuarto que alguien trataba de subir. Vio la luz del balcón encenderse, por un momento se cegó, y de pronto la vio. Su cabeza rubia se asomaba a donde estaba él, mirándolo con sorpresa. Genial, debo parecer un idiota colgado aquí. Ella lo ayudó a terminar de subir al balcón y fue cuando por fin piso suelo firme otra vez que se dio cuenta de lo cansado que estaba.



- De verdad no tenías que venir... - dijo ella apenada. – Estoy bien.

- Y ¿qué haces despierta? – preguntó Dipper con curiosidad y algo de picardía, ya se había recuperado de su cansancio. Notó como ella meditaba su respuesta. Vaya, parecía que no se desvelaba por que sí.

- Solo leía – dijo la rubia intentando parecer tranquila – es un libro viejo, lo encontré en la biblioteca de mi papá. Aunque ya casi no saca nada de ahí.

Hubo un silencio incomodo, y Dipper se sintió estúpido por haber ido. Soltó un suspiro y se acercó a uno de los barandales del balcón mirando hacia la noche pensando en como volvería a casa ahora.

- Gracias – dijo Pacífica poniéndose a su lado, él la miró sorprendido, ¿Pacífica Noroeste agradeciendo? Tal parecía que era la primera vez que se lo decía a Dipper – por haber venido, - continuó- ¿te parece si retomamos donde nos quedamos?

Aún En El Bosque [Gravity Falls Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora