Al llegar a su casa y a solas en su habitación dejó que la tristeza y la culpa lo embargara por completo, se tumbó boca abajo en la cama llorando,
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sus lágrimas caían por su cara empapando la almohada, un sollozo estrangulado escapó de sus labios, lloró hasta que se quedó dormido.
Al día siguiente Link estaba sentado en su cama viendo por la ventana, se preguntaba como estaría Ilia, inconscientemente una lágrima cayó por su mejilla, el muchacho se la secó casi sin darse cuenta, –¿Qué era lo que había pasado? –se preguntó, intentando entender lo que había sucedido, recordó la enorme furia que lo embargó cuando su amiga le dijo que él no pertenecía allí –pero decía la verdad –se dijo el chico a sí mismo –esa ira me convirtió en un monstruo, Ilia lo vio, –ahora lo entendía todo si perdía el control de sí mismo volvería transformarse en bestia, –debo mantener el control para no volver a transformarme frente a alguien y que se desate el pánico –se dijo con firmeza, –¡Soy un maldito monstruo! –gritó, el chico se dejó caer en la cama tapándose la cara con la almohada, lo único que sentía en ese momento era tristeza, dolor, remordimiento y culpa, de repente la misma tristeza de la noche anterior se apoderó de él, –seguro que Ilia ya no querrá volver a verme jamás –pensó –seguro piensa que soy un monstruo –las lágrimas volvían a caer por su cara empapando la almohada.
Pasaron varios días en los que Link no salió de su casa, pues temía que su amiga al verlo recordara lo sucedido y ella lo viera como un monstruo, también temía que los aldeanos estuvieran en peligro por su culpa.
