The hunt

II

Razvan miró a través de la ventana a su derecha, nunca se había sentido atraído por los pueblos pequeños y aburridos, era un chico de ciudad, amaba el ruido, la masa de gente en las calles, el movimiento lo hacía sentir vivo, parte de algo. Pero ahora tan solo podía ver el campo llano, antes del bosque frondoso, en ese pueblo en medio de la nada.

Unos asientos más adelante su madre conversaba animada con una señora mayor, mientras bebía café; podía escuchar los latidos calmados de la mujer, como un tambor débil pero continuo, la sangre siendo bombeada sin detenerse, extendiéndose a lo largo de su cuerpo... 

Cerró los ojos e inhaló, se concentró en sí mismo, su propia respiración, la sensación de sus dedos, del sol sobre su piel, mientras exhalaba despacio, contó de atrás hacia delante.

- Diez... nueve... ocho... siete... seis...

Al llegar a uno pudo sentir como su garganta se relajó, la presión de sus colmillos en los labios pasó a ser solo una sensación. Recargó la cabeza en el asiento y abrió los ojos, grandes como los de un cervatillo.

Su madre lo veía compasiva, al parecer había terminado su charla con la anciana. Ahora traía dos vasos de café, uno en cada mano.

- ¿Estas bien, Raz? - su voz siempre lo tranquilizaba. Asintió.

Crina tenía una voz increíblemente dulce, cuando joven había sido cantante y a veces hablaba como una melodía ensayada, pautada; Razvan siempre muy dentro de sí, temía que su madre tuviera practicado de antemano que decir en cada situación, le daba la sensación un poco dolorosa, de que ella no podía bajar la guardia ni siquiera con él.

Crina tomó asiento frente a Raz y le entregó el vaso de café, supo al instante que no era eso, el sabor terriblemente conocido a sal y metal, la calma que odiaba sólo poder encontrar en ella, no podia ser otra cosa.

- Mamá... - se lamio los labios, nervioso. Su madre parecía no entender que se sentía profundamente incómodo al alimentarse en público. - Estoy bien. - quiso entregar la sangre devuelta.

- Solo son unos tragos y te sentirás mejor. No tendrás que volverlo a hacer hasta dentro de unos días.- habló mientras sonreía y buscaba algo en su bolso, al ver la mirada preocupada y enojada de Razvan, añadió - Por favor.

Sabía que pese a pedirlo por favor no le estaba dando opción,  asi que con cuidado de no delatarse se bebió todo el líquido espeso en tres grandes tragos.

Es curioso como algo que te hace sentir increíblemente bien puede al mismo tiempo sentirse como un golpe en el estómago. Razvan lo sentía siempre que sus labios hacían contacto con sangre; la saciedad y el disgusto.

-¿Ves? No fue para tanto - su madre le sonreía animada, pero él no podía sentirse tranquilo. Nunca podía.

Le devolvió el vaso. Miró a su derecha, un gran bosque de pinos. Suspiró por lo bajo, su madre no lo escuchó, su nuevo hogar lo esperaba.

...

La casa en la linde del bosque estaba exactamente igual que lo recordaba; grande, vieja, marrón. Odiaba el marrón.

- No podemos vivir aquí - fue lo primero que dijo desde que bajaron del tren. - es... tan...

- ¿Acogedora? - pregunto Crina con esa sonrisa, la de "no actúes como un mimado, mira que lindas ventanas" porque sí, tenía ese tipo de sonrisa, entre cientos de otras. Ella entró.

- ... Suya... - murmuró. Esa casa horriblemente marrón era demasiado ellos. Siempre lo seria.

Por dentro no mejoraba. No habían quitado nada. Todo estaba en su lugar como lo tenían antes de... dejo la caja de cartón en el suelo, los de la mudanza se habían ido hace unos minutos y tenia muchas más que meter. Iba en camino a buscar la que contenía los utensilios de cocina cuando vio un retrato de la familia hecho por Jessie, lo sabía porque se lo mostró la última vez que se vieron, hace sólo un año. El trazo era chueco, y el dibujo en general estaba borroso por el tiempo, pero se notaba el talento, Jessie quería ser artista, tomaba clases y había mejorado mucho los últimos años, él guardaba todos sus dibujos a lápiz, y en ellos podía ver la mejoría.

Lo dejo en su lugar y se frotó los ojos, no iba a llorar, muchas cajas pesadas lo esperaban.