SAVAGE

I

Repasó sus dedos sobre los alborotados rizos que cubrían el azul de sus ojos. La barba alrededor de sus mejillas y quijada disimulaban muy bien sus 23 años, incluso le daban un aspecto de hombre maduro. El Armani que portaba esa noche ocultaba la escasez de dinero en sus bolsillos; pero de eso se trataba, de apariencias. Habría podido pasar desapercibido entre los demás invitados como un empresario más, de no ser porque Victoria Bourousis lo lucía como un accesorio que bien combinaba con su atuendo. Erick no era más que su amante de turno, su juguete nuevo y una pieza más en su colección.

—¿Cariño?

Le llamó la clienta.

—¿Por qué no vas a traerme una copa?

En silencio el alemán se dirigió hasta la mesa de Bufet donde las copas se encontraban servidas sobre una bandeja bañada en oro. Al lado de estas una variedad curiosa de aperitivos afrodisiacos, dulces mezclados con marihuana y pequeños sobres de cocaína para los invitados.

—¿Eres el nuevo esposo de mi madre?

La pregunta lo sacó de sí mismo. Levantó la mirada y se encontró con una hermosa joven. Tez blanca, melena rubia y unos cautivadores ojos color avellana. Repasó en su mente la pregunta una vez más. Ella había dicho "Madre", por lo que supuso que hablaba de Victoria. No podía sentirse sorprendido al respecto, pues no sería nada extraño que con sus 44 años su amante no tuviese una familia, mucho menos hijos.

—Entonces, ¿Eres el quinto esposo o solo un pasatiempo?

—Magda...

Una tercera voz irrumpió el interrogatorio de la menor. Rhett Bourousis, hijo mayor de su amante, se les unía a la pequeña reunión. Aunque no lo era del todo, teniendo en cuenta de que ella le había detenido.

—Sabes que no debes estar aquí, son reuniones de trabajo.

Erick no estaba al tanto del motivo de la fiesta, pero estaba seguro de que nada tenía que ver con negocios. Ignoró a los hermanos por completo y regresó con los demás. Su nulo conocimiento en el tema de conversación no le permitía unirse a ellos, eso, y que Victoria no le dejaba hablar a no ser que fuese con su autorización, después de todo solo estaba ahí como su compañía.