Capítulo 1: Promesas rotas

15 2 0
                                    

Reina Analía

Reino Meryl.

—¡Princesa Analía!

Volteo con disimulo, el joven Wilden, llegaba a ser muy imprudente, a veces me daba un poco de gracia como se enredaba solo, era un poco torpe pero se hacía coger cariño.

El llegó un poco sofocado, llevaba unas flores, girasoles para ser exacta.

—Joven Wilden.

—Le traía unos presentes.

Le recibí las flores con un sonrisa, los girasoles son una belleza, no me gustaba que no estuvieran dónde pertenecían, esto lo sabían muy pocas personas, pero no me gustaba que me regalaran flores, todos sabían que prefería verlas sembradas. Pero para no ser grosera las acepte.

Wilden carraspeó haciéndome volver a la realidad.

—Bueno, recuerdo que usted me habló de que le encantaría que alguien le prometiera que estaría siempre con usted.

Wilden me sonrió con cariño, mientras sacaba un anillo.

¿Qué?

—No es lo que estás pensando Analía, por favor, somos muy jóvenes ¿No lo crees?—respondió mientras se reía, luego agrego muy serio—Mm ¿O eso quieres?

Rodé los ojos, mientras me golpeaba la frente con mi mano.

—Por supuesto que no.

—Auch—dijo poniendo la mano en su pecho haciendo un gesto de dolor en el rostro.

—Y no me hables así, más respeto que soy la princesa.

Wilden sabía que hacía estás bromas, en realidad siempre me seguía el juego.

—¿Ah sí?

Sí.

Pero como algo extraño, Wilden se puso serio por lo cual yo me preocupe

—¿Qué pasó?

El me tomo la mano, mientras ponía el anillo en mi dedo anular.

—Sé que ahora mismo estás preocupada, que sientes que no tienes a nadie, yo estoy aquí Analía, lo estaré siempre, por eso te prometo estar aquí, apoyándote.

Me sentí feliz, sonaba estúpido pero que alguien me prometiera que estaría ahí, era algo de lo que me hacía feliz, porque para mí las promesas eran como unos padres y sus hijos, nunca se podría romper el lazo.

—Gracias Wilden, no olvidaré esto.

El me sonrió como solía hacerlo, con cariño.

—Espero que nunca lo olvides.

Reino Moris

Erick

Trabajar no me parecía lo mejor, pero necesitaba el sustento para el hogar, mi padre había muerto, por lo tanto quedaba a cargo del hogar, el reino Moris, era muy estricto con sus leyes, teníamos que pagar por vivir aquí.

No me hacía feliz dar lo que con mucho cansancio me ganaba, a ellos, pero no había otra opción, para salir del Reino también teníamos que pagar, lo cual era una cifra muy alta, no podría, porque entonces quedaríamos sin comida, mis hermanas merecían tener los alimentos, al igual que mi madre y también sus medicinas, que baratas, no eran.

Reina de la oscuridad [#1] [Saga Reinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora