Magia

20 0 0
                                    


Era una tarde lluviosa como se esperaba de ese pequeño pueblo de Washington, Forks tenía un clima normalmente lluvioso y ese día no era la excepción. Nada parecía romper la monotonía de esa pequeña ciudad salvo un taxi que venía de Port Angeles y en el cual se distinguía una flameante cabellera roja de la pasajera que iba a bordo.

Aleksandra Walker iba viendo la ciudad que ahora llamaría hogar, luego de pasar años en el viejo continente la magia de un lugar diferente la había llamado, seduciéndola como el canto de una sirena y haciéndola seguir esas chispas que chisporroteaban llamándola y susurrándole que allá, escondido casi, estaba su hogar.
Sonriendo miraba la pertinaz lluvia caer y golpear el parabrisas y los vidrios, finalmente se sentía en casa.
El auto avanzó por esa ciudad y en ocasiones el cabello llameante de la pasajera llamaba la atención de alguna persona que caminaba hacia algún destino, puesto que ese color de cabello era sumamente extraño.

Finalmente el taxista llegó a una pequeña cabaña  en las afueras de la ciudad y detuvo su auto, bajó del automóvil y se dirigió a la cajuela de dónde sacó dos maletas y la pelirroja bajó del auto con una maleta más pequeña.

-Gracias –sonrió y tomó las maletas- ¿Cuánto sería?

El taxista le sonrió amable y cobró su tarifa, vaya chica más rara, pensó, vivir en las afueras de ese pueblito aburrido, y verse contenta escapaba de su entendimiento, pero, no era asunto suyo. Recibió su pago y se marchó. Cuando Aleksandra vio el auto marcharse sonrió aún más y se encaminó a la puerta. Felizmente sus dos maletas tenían ruedas así que no le dieron trabajo. Llegando a la puerta dejó ambas maletas y la más pequeña en un banco e inhaló el aire fresco relajándose al instante.
Extendió ambas manos hacia el frente y trazó un círculo en el aire que de inmediato se ensanchó hasta rodear la propiedad, aún con las manos extendidas empezó a susurrar lo que parecía ser un canto

-Ego protector tuus sum ego et vos defendere, paranormal nulla creatura humana non possunt si volunt intrare nocuerunt mihi et ego qui curo. ( Yo te protejo, te defiendo, ninguna criatura humana o paranormal puede entrar si quieren hacerme daño a mí o a quien me importa.)

El círculo que rodeaba la casa se encendió en un fuego morado y luego se apagó. Satisfecha se giró para entrar cuando el ronroneo de algunos autos captó su atención. Volvió la mirada a la carretera y observó 2 autos y una camioneta pasar, Un BMW, un Jeep Wrangler y un Volvo; impresionada los miró tomar la ligera curva a una velocidad extraordinaria y silbó suavemente.

-Yo quiero uno de esos –rió y por fin entró a su hogar. Dejó las maletas y se arrojó al mullido sillón que había mandado poner en lo que sería su sala. Satisfecha por lo cómodo se echó a reír mirando el techo. –Estoy en casa, veremos qué es lo que me trajo hasta Washington.

Mientras Aleksandra divagaba, en otra parte de la carretera los 3 autos entraban a un camino de terracería a una velocidad increíble, sus conductores iban bastante felices y parecían querer acelerar más, pero se fueron deteniendo al llegar a una espectacular casa que se levantaba orgullosa al final del camino, casi escondida entre algunos preciosos y altos árboles.

Los ocupantes de los autos bajaron 3 varones y 2 mujeres, estos eran tan impresionantes como los autos, pieles pálidas, ojos dorados, belleza exquisita y un caminar que parecían felinos. Todos iban riéndose hasta que una de ellos se detuvo de pronto y pareció desconectarse.
En su mente apareció una pelirroja dándoles la espalda pero parecía ir charlando con ellos, se oían sus risas, la felicidad parecía rodearlos. Quiso ver el rostro de la extraña, pero la visión se detuvo y 4 pares de ojos la miraban, 3 con curiosidad y el último con sorpresa.

-Alice... ¿Conoces a la dueña de ese cabello? –uno de ellos habló.

La mujer llamada Alice negó suavemente, pero sonrió.

-No, Edward. Pero sé que será nuestra amiga, mía y de Rosalie. Nuestra mejor amiga, Rose.

La rubia llamada Rosalie sonrió algo escéptica. Pero sabía que las visiones de Alice eran, si nada las alteraba, infalibles, así que se encogió de hombros y suspiró.

-Será mejor preparar todo para nuestro regreso a clases. En serio que agradezco que aquí llueva lo suficiente, sería horrible estar todo el tiempo en casa.

El resto de su familia asintió y entraron a la pequeña mansión bromeando nuevamente.

Sin saber que alguien llegaría para sacudir su mundo.

Sweet scent of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora