Capítulo 13: Sin Salida

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Un enemigo que tienen en común los Magos, Muggles y Harry Potter es la oscuridad, y no lo mal interpreten, Harry no le tiene miedo a la oscuridad, siente un fuerte desasosiego hacia ella cuando sus ojos se cierran y se deja llevar por el cansancio, su cerebro se inunda de pesadillas constantes y abrumadoras que merodean en su mente por más tiempo del regular. De modo qué actualmente él espera a que el alba naciente lo reciba con el resplandor y frío que se puede esperar a una semana antes del día de Navidad.

Ron ya no puede soportarlo, sus párpados buscan la manera de cerrarse por si solos, la cabeza le da vueltas y ha bostezado frecuentemente desde entonces, pero el no va a sucumbir ante la tentación de una cómoda almohada y colcha esperándolo, el iba a estar firme con su decisión de apoyar y cuidar a Harry en cualquier momento, incluso si eso incluye quedarse la noche en vela con su amigo sin hablar particularmente de nada porque si de algo está muy seguro es qué así truene, llueve o relampaguee, lo cual desde un punto de vista meteorológico no es exactamente posible, estaría con su mejor amigo guión hermano y daría lo mejor de sí para mantenerlo a salvo y para lograrlo tenía que vigilarlo.

—Ya déjalo Ron debes descansar—insitió Harry por milésima vez en el día

—No voy a rendirme, voy a quedarme despierto contigo todas las noches si es necesario o dejo de ser pelirrojo—bromeó y los dos estallaron en carcajadas sin importarle poder despertar a los otros Gryffindors que dormían espléndidamente en sus camas.

Un calor se instaló en el estómago de Harry, era reconfortante saber que puedes contar con alguien tan fiel y desinteresado por su fama como lo era Ron. Ser el centro de atención nunca fue de su agrado y se sintió bien que su pelirrojo amigo no lo haya querido conocer solo por ser Harry Potter el ~Niño~que~vivió~.

—Ron... —Dudó por un momento y soltó lo que debió decirle al pelirrojo desde hace tiempo— Gracias por quedarte conmigo. Te quiero mucho amigo

Se escuchó el rechinar de los resortes de un colchón y lo siguiente que vió el de lentes fue el cuerpo de su compañero sobre el suyo conteniendo unas lágrimas. El abrazo era muy apretado y el peso del pelirrojo era considerable comparado con el de Harry por lo que se sentia aplastado

—Para, asfixias—se quejó y el agarre se hizo más fuerte— Ron ¡No respiro!

Preocupado se quitó de encima y lo inspeccionó de arriba a abajo buscando señales de algún mal

—Mentiroso—acusó con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados

—¿Puedes culparme?— Ron aligeró sus facciones y le dedicó una sonrisa del más puro amor que pudo imaginar, una pequeña incomodidad estaba agarrando camino en su pecho, trató de no enfocarse en ella y con el tiempo desaparecería pero mientras más se esforzaba peor era el dolor, terminó ahogando con sus palmas una tos fuerte y luego unas preciosas lilas  resbalaron por sus dedos cayendo agraciadamente sobre la cama de Harry. Ambos Gryffindors se quedaron en silencio observando a los pétalos blancos manchados de sangre marchitarse tan rápida pero no tan dolorosamente como llegaron

—Entonces—Se aclaró la garganta— ¿Vamos a arreglarnos para ir a comer?

—¿Tienes hambre no es así?

—Siempre—contestó Ron sin un atisbo de arrepentimiento

Con el sueño entorpeciendo sus movimientos  se dirigieron al Gran Comedor con pasos constantes y sin prisa, los profesores parecían que no ejecutaban correctamente los hechizos de calefacción porque hacía un frío terrible en los pasillos, se reclamaba a sí mismo por no ir más abrigado como Ron lo había hecho, quería pedirle su capa pero sabía que Ron era más friolento que él y por condescendencia le consedería su capa y no quería eso, no ahora, necesitaba a su amigable amigo Ron no al "Daré lo que sea por verte feliz y saludable" amigo Ron. De vez en cuando podía sentir pequeños espasmos temblorosos por su intento fallido de regular su temperatura y creyó que el castañeo de sus dientes lo había dejado en evidencia e estaba preparado para negarlo todo cuando una extrañamente eufórica Hermione los llamó

Hanahaki DRARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora