⚠ Advertencia ⚠
Esta historia contiene temas sensibles
*Angustia *Asesinato *Violación *TorturaLa asesina vislumbraba su objetivo bien oculta entre las sombras, ansiando que llegara ya el momento para abalanzarse sobre su presa. Sus músculos en tensión esperaban el momento adecuado para saltar, teniendo sus ojos afilados atornillados en la garganta de esa escoria humana a la que llevaba varios meses siguiendo la pista.
El maldito era demasiado escurridizo. Su dinero obviamente lo ayudaba a escabullirse cada vez que su vil instinto de supervivencia lo impulsaba a esconderse, como una asquerosa cucaracha, pero ahora ya no había escapatoria. Nunca más. No ahora que ella lo había encontrado.
—¿Hiciste el trabajo? —Preguntó el cerdo a su fiel perro matón mientras entraba en su casa de ricachón, creyendo que se hallaba a salvo.
—Sí señor. Todo en orden. —Aseguró el bastardo con su boca deformada por una cicatriz moviéndose levemente. Lo había visto matar sin piedad a personas que suplicaban misericordia entre sollozos.
—Perfecto. Te veo mañana. —Se despidió con alivio haciendo un ademán con la mano, y la asesina no pudo evitar sonreír con malicia.
—Te verá en el infierno. —Pensó, agazapándose aún más, lista para saltar.
Cuando la puerta se cerró, el cerdo dio unos pocos pasos antes de sentir un potente golpe en la espalda que lo hizo perder el equilibrio y trastabillar hasta caer al suelo de forma estrepitosa, pero cuando intentó levantarse para tratar de mirar con qué carajos se había tropezado, un peso muerto le cayó encima sacando todo el aire de sus pulmones, haciéndolo jadear como el animal que era.
Sin esperar a que se hubiera recuperado, la asesina le asestó un golpe en el rostro que abrió cinco surcos en su mejilla, convirtiendo la confusión en puro y físico horror.
—¿Te acuerdas de mi, maldito desgraciado? —Siseó la joven, enviando un estremecimiento por todo el cuerpo del hombre antes de que girara el rostro para mirarla.
Claro que se acordaba. Nunca olvidaba ninguno de sus objetivos.
—¿Estás viva...?—Soltó el cerdo sin pensar con voz aterrada, más luego cerró la mandíbula de golpe y gritó: —¡¿C-cómo lograste entrar aquí?!
—Me tranquiliza que me recuerdes. Sino, esto hubiera perdido la mitad del sentido. —Y sin decir más, la albina clavó ambas garras en la garganta del hombre y lo rebanó de lado a lado sin atisbo de duda, manchando sus manos de sangre en medio segundo.
Cuando el charco empezó a expandirse por el elegante suelo de marfil, la joven ya había desaparecido. El hombre sintió la vida escurrirse de su ser con una lentitud que convirtió su agonía en algo sumamente desgarrador, y lo último que pudo pensar fue que aquella niña sí que había crecido mucho.
♠ ♠ ♠
—La fugitiva es una jovencita de rasgos albinos entre los quince y diecisiete años de edad. Ojos dorados. Kosei de gato de montaña. Mata a sus víctimas degollándolas con sus garras con infinita rapidez y desaparece sin dejar rastro. Sus avistamientos son tan poco frecuentes que han empezado a llamarla la asesina fantasma. —Decía un oficial de policía de alto rango, leyendo el archivo de hallazgos hasta el momento. —Su modus operandi se enfoca sólo en hombres, sin rango de edad aparente, pero con una distinción muy específica.
El héroe que recibía el informe elevó una ceja al notar la pausa del uniformado.
—Todos han sido encontrados sospechosos o culpables de acceso carnal violento. —Finalizó cerrando la carpeta, y el profesional no supo porqué, sintió como si el oficial no estuviera para nada en desacuerdo con las muertes de aquellos hombres al tener en cuenta ese último punto que había enfocado sutilmente.
ESTÁS LEYENDO
Saltando entre universos
RandomEs un pequeño espacio para responder nominaciones y compartir una que otra historia que se sale del canon de mis escritos usuales.