❝La familia y los amigos es lo más importante, así que hay que saber cuidarla❞
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Todo En Orden
—Sabes algo James, me gustaría que despertará ya, te estas perdiendo de muchas cosas —dijo la castaña una tarde de septiembre.
Estaban a un mes de que se cumpliera un año de que James y Lily quedaron en coma y aún no había indicios de que despertaran.
El hijo o mejor dicho hija de Sirius y Marlene ya había nacido. Samantha Black era el nombre de la pequeña de cabellos negros y unos hermosos ojos verdes claros (como los de su madre). Regulus le había preguntado si no elegiría algún nombre de estrella para su hija, pero Sirius rápidamente negó, pues no quería que su hija tuviera nada que ver con los Black, ya suficiente tenía con él apellido.
Había nacido el veintidós de julio y, así como pasó con Regulus y Leo, el rostro de Sirius se había vuelto a dibujar en el tapiz familiar en Grimmauld Place, así como el rostro y nombre de Samantha.
Walburga intentó hablar con Sirius, pero este se negó. Negando que ella u Orión se acercaran a su hija o a Marlene, claro que los adultos no se opusieron a eso y no hicieron otro intento por acercarse, pero para desgracia de ellos, cada que Walburga y Orión iba a la casa de Emmily y Regulus solían encontrarse con Sirius y obviamente con Sam y Marlene. Regulus y Emmily tenían que interponerse para evitar que pelearán frente a los niños.
Todo eso se lo había platicado la castaña a su primo, aunque no sabía si este la escuchaba.
—Te contaré lo que ha pasado en estos días, y espero que también escuches Lily, a lo mejor enterándose de esto si despierten —soltó una risa algo triste, soltó un suspiro y continuo—. Pues resulta que su amigo, Remus y mi amiga, Monse están empezando a tener algo. Apenas, el fin de semana pasado vino junto a Helen y Carlos, pero en vez de pasar a verme, decidió irse con Remus a quien sabe dónde. Pero no estoy celosa de que me esté quitando a mi amiga, para nada, al contrario, me alegra y espero que Remus la trate bien, porque Monse en cómo un imán de puros hombres idiotas.
Le dio un sorbo a su café, y después sonrió al recordar la pequeña fiesta que le hicieron a Leo por su primer año, el cual terminó con él y Harry cubiertos de pastel, tenía una foto de ese momento enmarcado sobre la chimenea y otra lista para dársela a su primo cuando despertarán.
—Harry y Leo se llevan de maravilla —continuó diciendo la castaña—, aunque es un relajo cuando se ponen de acuerdo para correr por la casa y querer salir. Porque sí, ya saben abrir las puertas y siempre quieren estar afuera, en especial cuando lleve. O también cuando toman las varitas y hacen que las cosas leviten o cambien de color, sin duda serán unos excelentes magos. Me he dado cuenta que...
