A las 3 de la tarde el tráfico es una mierda, no conozco a nadie que me niegue eso. Es agotador, tal vez un poco mucho; pero estoy acostumbrada, si no es para ir al trabajo en las mañanas es para regresar a casa por las tardes, desde que acabé la carrera la vida ha sido agotadora en su totalidad, debí haber aprovechado mientras podía, la vida de adulto es una mierda, aún que tenga sus puntos buenos, y tampoco conozco a nadie que me niegue eso.
El teléfono sonó, una notificación.
Era Madeleine.
[Mae 😈]
Ya saliste del trabajo?
Sí, estoy yendo a mi casa
Por qué no mueves tu trasero hasta aquí y traes unas donas de freddo's?
Hay que ver una película juntas
Hace mucho que no te veo imbécil
Bien, llego en 10
Bueno al menos yo ya tengo trabajo
Puedo ayudarte a conseguir trabajo si quieres
Creo que pasoPor cierto, no textees mientras manejas idiota!
Te preocupas por mi
Es eso?
En tus sueños.Madeleine tan linda como siempre. Después de graduarse, el tiempo juntas a sido reducido en solo dos o tres horas a la semana, lo que probablemente sería menos si Mae no insistiera en que debían comer juntas las donas de freddo's, que siendo justos son de las mejores donas del mundo, pero el café, el café es un asco.
El tráfico avanzaba un poco más rápido cuando tomé una desviación hacía donde Mae, lleva una caja repleta de donas cubiertas y otra con donas rellenas, listas para ser devoradas por Madeleine.
Toqué el timbre del condominio.
—¿Evans? —se escuchó por el altavoz.
—Por supuesto que soy yo idiota, no tienes más amigos —se burló satisfecha.
—Solo esperó que traigas mis malditas donas —la puerta finalmente se abrió.
—Por supuesto, ¿por quién me tomas? —contesto aún sabiendo que ya no la escuchaba.
Subí por las escaleras hasta el tercer piso. El lugar era casi un basurero, pero todo cambiaría en cuanto cruzará por la puerta del departamento de Madeleine.
Abrí la puerta sin tocar antes, el lugar era lindo, pequeño pero acojedor, con una habitación, un baño completo, cocina y sala. Con la pintura de las paredes desgastada, pero no lucía mal, Mae sabía cómo hacer que el lugar se viera bien.
Fuí directo a la cocina del lugar y mientras abría las cajas de donas Mae apareció por detrás.
—¡Juro que te pateare si intentas espantarme! —adverti.
—A veces eres muy sensible, ¿No crees?
—Traje tus malditas donas será mejor que me recompenses bien —reprendió, voletando para encarar a la chica —, ¿Qué película quieres ver?
—No lo se, yo solo quería que trajeras mis donas —río tomando una dona de la caja, mordiendola con descaro frente a mi.
—Eres tan molesta.
—Si, como sea. Quería pedirte un favor.
Subió su cuerpo sobre la mesa.
—No me sorprende es lo único que sabes hacer. ¿Cuánto necesitas está vez?
—¡Oye! No iba a pedirte dinero, me duele que pensaras eso.
—¿Entonces?
—Necesito que cuides de Pops durante unos días
—¿Y eso? Debo suponer es algo muy importante, dejar que alguien más cuide de tu gato nunca a sido lo tuyo
—Por que no voy a dejar que cualquier idiota venga a decirme que es mejor para mí gato y que debo hacer solo porque lo cuido unos días.
—Pero, ¿Por qué yo? Sabes bien que Pops me odia.
—Ay por dios claro que no te odia, solo no le gusta cuando te sientas en su lado del sofá. —explicó.
—¡Tu maldito sofá es de dos plazas! ¿Qué esperaba, que me sentará en el suelo? Tu gato es un malagradecido
—Bueno es su lugar especial, a nadie le gustaría —reprocho —, debes entenderlo.
—Si, claro — ese gato me debía una de eso estaba segura —¿Qué debo llevarme?
—Bueno, todo.
—¿Qué? ¡¿Por qué?! —Ese gato en serio es muy molesto.
—Bueno, Pops necesita sus comodidades —dijo, poniendo esos ojos, esos malditos ojos. —El señor Pops es un gato especial, eres su tía deberías entenderlo.
—Lo que me faltaba, tener que cuidar y consentir a tu gato viejo, gordo y gruñón.
—Pero es un amor, algún día lo reconocerás.
࿇
Ahora tenía un gato que cuidar, de camino a casa el señor Pops estaba algo inquieto, maullaba como si me estuviera reclamando.
—No fue mi culpa Pops, tu madre lo decidió, al parecer tiene cosas importantes que hacer que no requieren de tu presencia —explique —O tal vez ya se dio cuenta que eres un fastidioso consentido.
Burlarme del gato parecía una buena idea, hacía más ameno el viaje y relajaba el ambiente entre el enojado señor Pops y mi cansada existencia.
—Pero, ¿Qué habrá sido eso tan importante? — voltee a ver al gato —ni siquiera me lo dijo. Aún que no debería sorprenderme, tu madre siempre ha sido rara desde que la conozco.
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𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑎, 𝐴. 𝐸𝑣𝑎𝑛𝑠
Short StoryMadeleine, una joven que marca la vida de su mejor amiga, Alexis Evans tras su suicidio. Evans enfrenta la perdida de Madeleine, su mejor amiga, con quién paso la mayor parte de su vida, con la que tiene recuerdos de buenos y malos momentos, durante...