1. Primera vida (Parte 1)

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Y las consecuencias de esta misma.





Existen varias versiones de una misma leyenda que se cuenta sobre el rey de las maldiciones, Ryomen Sukuna; una maldición que evolucionó a tener un semi-cuerpo humano debido a la acumulación de varios sentimientos rezagados de las personas.

Algunos especulan que la forma de su evolución es que empezó desde antes de formarse físicamente, esta maldición había tenido una conciencia con la que pudo seducir a los aldeanos del lugar en donde nació como tal para obtener energía maldita de ellos. Otros dicen que solo con los sentimientos que las personas de su alrededor manifestaban es que pudo acumular la energía para tomar conciencia y personificarse como tal e intuyó a los aldeanos para que le brindaran más de las emociones con las que nutria su ser.

Independiente de la forma de su origen, la descripción de su físico no varía de quien lo cuente: cuerpo de más de dos metros de alto, dos pares de brazos y de rostro junto con una abertura que aparecía debajo de las costillas de costado a costado.

Cuando los aldeanos decidieron revelarse por la opresión que él llegó a autoestablecer en varias aldeas, formaron un grupo que fue denominado como "Rebelión", pero en su mayoría fueron asesinados inmediatamente por Sukuna cuando ellos habían salido del territorio señalado por él mismo. Este incidente causó que el trato de las familias de las personas que formaron la rebelión, fuera explotador y su vida dependía por los resultados de los arduos trabajos, sin importar si fueran ancianos, mujeres o niños.

Los aldeanos creyeron que sus generaciones no vivirían en la explotación y el miedo de toparse con Ryomen Sukuna, ya que no se diferenciaba con encontrarse cara a cara con la misma muerte.

Qué ingenuos fueron.

Una maldición con el poder de Sukuna no se desvanecería en tan pocos años. Y eso fueron conscientes los nietos de los aldeanos que fueron participe de la creación de Sukuna.

En su desesperación y los intentos fallidos que obtenían, las aldeas se quedaron con menos aldeanos a las cuales salvar – o sacrificar-.

Al momento de planear su último escape, llegó a sus oidos el rumor que un niño había nacido con los rasgos del rey de las maldiciones.

Debieron de pasar cautelosos para confirmar con sus propios ojos dicho dato.

Aunque habían acordado que las mujeres ya no dieran a luz en las aldeas que poseía Sukuna para no seguir llevando desgracias a la vida de los nacidos.

Yuuji Itadori fue una excepción. Una divina excepción.

Pero en cuanto le contaron el plan a los padres de Yuuji, estos se opusieron en dar a su hijo para el sacrificio de obtener la libertad, lo cual llevó a que fueran asesinados por traición.

Sukuna sólo veía ambas antorchas humanas desde lo alto de una las habitaciones de su templo con una sonrisa, mientras pensaba en qué estaban planeando ahora sus esclavos.

Once años pasaron en los que Yuuji fue educado por los últimos aldeanos de una manera dócil. Quién no conociera las verdaderas intenciones de estas aldeas, lo describirían como el huérfano más consentido.

Aunque para ser sinceros, debía de hacer trabajos para fortalecer su cuerpo y mente, como base de que si fuera un juguete más de Sukuna, éste no se rompería con facilidad.

Lograron pasar desapercibido al niño hasta que cumplió la edad de doce años.

Yuuji era consciente de lo que era.

Ser el sacrificio del pueblo. La posible libertad de quienes lo entrenaron a costa de vivir a como quisiera de ese tal rey de las maldiciones.

Para eso fue que nació y creció. Esa fue la mentalidad de un niño que convivió con las últimas personas que vería en su vida en búsqueda de su última oportunidad de liberarse.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2023 ⏰

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La maldición de las reencarnciones, SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora