Kuroo Tetsurou

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Título: "Daddy has a secret" -Papi tiene un secreto-.

Advertencias: CONTENIDO +18 EXPLÍCITO, puede herir la sensibilidad de algunas personas, recomiendo discreción:
~ BSMD
~ Daddy Kink
~ Diferencia de edad
~ Sadomasoquismo/masoquismo 
~ Etc

Con todo esto claro, ¡Feliz lectura!
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_____'s pov

-¡Tu papá es realmente genial!-Dijo una de mis amigas mientras veíamos el partido de voleybol de mi hermano pequeño.

-Padrastro.- Rectifiqué.

-Y caliente como la mierda.-Acordaron entre ellas.

-¡Chicas, por favor!-Me quejé.

-Padrastro... ¿Entonces qué está mal?-Preguntó una de ellas, haciendo que ponga los ojos en blanco.- ¿Qué? No es tan malo sentir deseo sexual por él si ese es el caso.

-¡No siento deseo sexual por mi padrastro! Además, sí está malditamente mal, has que te vean esa cabeza tuya.-Hice una mueca fijándome de nuevo en la cancha.

Ahí estaba él, dando órdenes a los chicos más pequeños, cumpliendo el rol de entrenador.

El pelinegro se había casado con mi madre cuando yo tenía 16 y habían tenido un niño pequeño ese mismo año, mi adorado Kenma.

Hoy en día, en mis 23, podía admitir que el hombre era espectacular.
+1,80 de altura, ojos miel -casi que parecían dorados-, cabello negro y brillante; todo eso acompañado con un cuerpo de infarto y una sonrisa arrebatadora.

En sus 45 años, Kuroo Tetsurou estaba como quería.

Todo eso sin contar su actitud encantadora y el hecho de que es el mejor padre del mundo.
Trabajaba de forma intensa sin dejar de lado a su hijo, creando el tiempo para estar con él si hacía falta. Lo llevaba al colegio todas las mañanas y los fines de semana se encargaba de entrenar al equipo del pequeño, nunca demostraba cansancio.

Mamá había muerto en un accidente hace ya casi 3 años, cuando Kenma apenas tenía 4.
Fué muy duro para todos, pero logramos superarlo, gracias a Kuroo.

Su sonrisa nunca se borraba, no cuando su hijo estaba presente; y hacía todo lo humanamente posible y más porque la felicidad del pequeño no de desvanezca ni un segundo.

Realmente era el mejor padre que había visto, un hombre perfecto. Por momentos, deseé haber corrido con la misma suerte que Kenma, pero no fue así.
Cuando conocí al pelinegro ya era demasiado grande, y pese a que siempre me trató de maravilla, nunca fuí capaz de desarrollar una relación tan fraternal como de padre/hija.

El partido terminó y mi pequeño había ganado.
Me despedí de mis amigas y corrí hacia el lugar donde estaban los jugadores para poder alzar a mi niño en brazos y llenarle de besos las mejillas.

-¡Mi pequeño! Felicitaciones.
-¡No soy pequeño, tengo 7 años!

Reí y vi cómo una gran y fuerte mano desordenaba sus cabellos con cariño.

Imagina todo lo que puede hacer con esos dedos...
No. No podía ni siquiera pensar en algo como eso, ¿Qué mierda me pasaba?

-Sí, ____, ya es todo un hombre. ¿No lo ves?-Comentó con la burla implícita en su voz aterciopelada.

Oh, su voz...
Basta.

Me giré un poco y lo ví más de cerca.
Estaba impecable como siempre.

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