Se miró al espejo, contemplando en silencio su rostro demacrado. O más bien, sólo una parte ya que su cabello tapaba su ojo derecho.
Se quitó el mechón, dándose cuenta de cómo estaba.
La herida en su mejilla ni pensaba en cicatrizar, ni por casualidad. Estaba aún peor, totalmente infectada y hasta podía pensar que la carne estaba podrida. ¿Como podía notarlo? La infección se extendía hasta su ojo derecho, el cual se había cubierto con el cabello.
Quitó las lágrimas que salían por ese ojo, frunció la nariz al notar que casi y un poco más terminaba llorando sangre. Suspiró, tomando el espejo y tirandolo al suelo para que este se rompiera en todos los pedazos posibles. Volvió a ponerse el bozal junto con sus googles, luego dejó la casa.
-Feo, feo, feo- se dijo, y las voces en su cabeza se encargaron de repetirlo.
