Capítulo 1

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Apago la alarma y me siento en la cama, son las 6:00 am y mi primera clase es a las 8:00 am, nada mal para el primer día, ayer solo me metí en la cama y no desempaque nada, deje la maleta frente al escritorio y la mochila sobre este, una vez que me baje de la cama inspeccione alrededor, el lado de Leandro había una puerta café oscura, la del baño. El chico dormía aún. Fui a una de mis maletas para sacar mis cosas de aseo personal, el baño era blanco y el piso era verde clarito, abrí la llave para sentir el agua correr, una vez mamá me había dicho que cuando fuera a otra casa o a un hotel y no supiera para donde salía el agua caliente simplemente alzara la manija a la mitad, el agua saldría tibia, irónicamente eso me había servido más de lo que pensé, no era mucho de preguntar, como la primera vez que fui a casa de Miguel, él tuvo que decirme a donde moverme, señalarme el baño, decir que íbamos a cenar porque yo no fui capaz de preguntar o decir.

Cuando termino me seco y me cambio, sobre la ropa para clases me coloco un pans gris, bufó mirando la secadora puesta en una repisa, si la prendo puedo despertar a Leandro, sacudo el cabello con mi toalla y salgo del baño, dejo la toalla en el respaldo de la silla, guardo nuevamente todo en las bolsas tal y como lo traía, mientras selecciono ropa y empiezo a meterla al closet.

— ¿Qué horas son? — escucho la voz de Leandro

—Las siete en punto— tomo el horario para mirar lo que me tocará hoy, también lo anoto en la agenda de mi celular, les doy los buenos días a mi familia en el grupo que tenemos, veo como el chico va al baño, dejo el celular en la pantalla principal anonado, aún no puedo creer que esto realmente está pasando, es que, está pasando.

Tomo mi mochila que ya tiene todo lo que necesito para hoy, la empaqué en Querétaro, sí, quizá demasiado premeditado, pero me emociona mucho estar aquí, reviso nuevamente que todo esté ahí, salgo de la habitación pero siento una mano sobre mi hombro

—Hombre, no conozco a nadie y no quiero andar por ahí deambulando solo, ¿Me repites tu nombre? —quiero hacerme el ofendido pero no me sale, Leandro camina junto a mí rumbo a la sala de estar

—Eduardo— contesto—Voy camino a desayunar

—Pues ya somos dos, a que sí— sonri involuntariamente, a nuestro lado izquierdo hay una cocineta y una puerta que da al comedor, la escuela nos provee comida pero somos libres de hacer nuestra propia comida si queremos, sin embargo, para mí pagar el comedor es más barato que comprar mi comida, bueno, es más barato para mis papás

—Aquí—Leandro señala los primero asientos de la tercera mesa, vamos allá y dejamos nuestras cosas para ponernos en la fila a espera de la comida. —¿Pero qué?

—Solo fruta, genial

—Claro— miro de reojo como rueda los ojos, el desayuno consta de un tazón de frutas y yogurt, nada más, regresamos a nuestros lugares, sacó mi celular y miro la hora— Apresúrate que falta media hora— hace una mueca sin abrir la boca

—La próxima vez levántame tú, ¿A qué hora despertaste?

—A las seis

—Nah, no tan temprano, media hora después

— ¿Y si tengo que recurrir a un balde de agua fría? — ríe e intenta no sacar el bocado que acaba de echarse a la boca

—Pues hazlo, te doy permiso— terminamos de comer y dejamos los platos para dirigirnos al salón, tenemos la mañana repleta de clases

—No me hago responsable por futuros resfriados— digo retomando lo del balde, ríe un poco y avanzamos

— ¿Sabes a dónde vamos? — dice

— ¿Qué?, no, te estoy siguiendo a ti

— ¿A mí? No no, que cosa pero si yo te estoy siguiendo a ti

El chico bajo las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora