Capítulo 2

2 1 0
                                        

Capítulo II

¿A qué narices se refería con 'mis padres'?
¿Sus padres?

- Entonces estás diciéndome que tus padres te buscan, o nos están buscando y son ellos los causantes de todo este desastre? - interpelé.

Maverick dirigió su mirada a la rojiza calle.

- Sí.

- Dios mío, que desmadre... - Mi mente embutía un desconcierto brutal en ella. Y por mucho que lo intentase, no podía salir de él.

- ¿Dónde pretendes que vayamos? - pregunté esperándome lo peor.

No contestó. Miraba a todos sitios como buscando algo sin lograrlo. De repente sus ojos cobraron un brillo indescriptible, oscuro, aterrador. Se levantó y frotó su pelo acartonado despegándolo poco a poco. Luego de eso abrió levemente sus labios para luego pronunciar:

- Primero de todo, a casa. A mi casa.

- ¿A tu casa? ¿No son tus padres los causantes de esto? ¿Y esperas que vayamos a la casa en la que vives, como si nada? ¡Justo acabas de decir que me buscan! ¡ESTÁS LOCO!

Chasqueó la lengua.

Pronunció mi nombre con su voz gruesa de una manera tan seria y seca que heló mis conductos Sanguíneos. Lo miré y me fijé en que su color de pelo ya era más visible a mis ojos. Nunca había visto tal color. Era de un color dorado oscuro, pero no por eso menos brilloso. Sus ojos ámbares también los percibí mientras conversábamos, pero no me había parado a mirarlos detenidamente hasta ahora. El chico era realmente apuesto. De mandíbula ancha pero barbilla en punta. Ese pelo dorado manchado de sangre cayendo alrededor del lateral de su rostro. Esas mejillas coloradas y esa nariz de punta redondita.

Me miraba y cada vez que lo hacía yo me ponía más nerviosa. No decíamos nada. Un chico y una chica en una calle desolada a punto de huir a nunca jamás. El chico de cabellos dorados y la chica de pelos rubios anaranjados, — más bien bastante pelirroja —, sin compartir ninguna palabra seguíamos yaciendo allí en el mismo suelo en el que los dos habíamos caído y nos habíamos manchado de ese líquido carmesí que llenaba las aceras enteras. Él mostraba una personalidad fuerte, ruda y severa. Parecía no escapar de sus pensamientos, e incluso no querer escuchar a nadie más que a su voz interior. Yo por el contrario me sentía aterrada, sin saber que hacer y sin ganas de mover ni un músculo de tan desconcertada que me encontraba. Seguíamos sin pronunciar palabra. Se me hizo realmente eterno cuando seguramente solamente habían pasado 2 minutos. Súbitamente, Maverick rompió el mutismo.

- Ojitos cerúleos. Escúchame.

¿Ojitos cerúleos? Cerúleos...

Él, al parecer también se había fijado en los míos y eso dio pequeños relámpagos de electricidad por todo mi pecho.

- Mhm... - titubeé.

Con este chico ya podías esperarte lo que fuera, y solo lo conocía de minutos, pero había algo en él que me daba esa impresión. De poderlo descifrar rápido. Pero era solo eso, una impresión. Al fin y a cabo seguía sin saber quien era. Pero por el contrario él parecía ya saber de mi.

- Tienes razón, deberíamos ir a por tu hermano también. Este viaje no lo podemos emprender solos. Por mucho que sepa de lo que hablo y tenga claro donde debemos huir, tu no. Vas a pasar miedo, te vas a cerrar en ti misma porque angelito, ya te he descifrado.

Mi pecho empezó a subir y a bajar con ansia de O2 que calmase esas chispas que saltaron sin aviso previo dentro de mi.

¿Angelito?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 31, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amelie ChandlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora