Año 2016
Odiaba venir a este lugar. Paredes oscuras, iluminación tenue opacada por pequeños insectos rodeado los bombillos. Mis pasos hacían eco en el pasillo casi eterno, en el final de este una puerta color gris de acero con brechas de oxido por el tiempo.
Levante mi mano a la altura de mi pecho, pequeños laser verdes la recorrieron y automáticamente se abre. Paso saliva nerviosa e indecisa por continuar mi camino.
Solo estaba a unos cuantos metros de "ella", si así puedo decirle.
—Señorita, ¿Pasa algo?— pregunta el guardia que custodia el lugar.
Lo miro de reojo, él esta mas asustado que yo. El sudor en su frente lo delata y sus manos tiemblan levemente.
—Nada, puede retirarse. Yo me haré cargo.
El hombre suspira aliviado, retrocede mientras cruzo la puerta que de inmediato se cierra. Ante mi hay una habitación oscura de 5 metros cuadrados, tiene un olor de humedad. Un lugar para nada habitable para humanos, pero ella no es humana.
— Tanto tiempo, Kim Yongsun.
Casi como una ilusión escucho esas palabras en susurro. Algo dentro de mí quería salir corriendo. Si huir es la mejor opción, no quiero ver su rostro de nuevo.
—¿Qué sucede? ¿En este tiempo ya no saludan? — Su voz es igual que antes — .Te he estado esperando. ¿Cuantos años han pasado?
— 80 años — mi voz sale más firme de lo que esperaba.
—Ohh... 80 años. Ya veo — aun no puedo verla. Solo escucho su risa burlona — cumplí mi condena.
Apretó los dientes y frunzo el ceño. "¿Cumplí mi condena?" ¿Quién se cree?
—¡Eso aun no esta decidido!— grito enojada — vine a determinar si estas lista, pero no pareces tener ni un poco de remordimiento.
La habitación se queda en silencio, mis ojos se intentan acomodar a la oscuridad pero aun no puedo distinguir su figura. No quiero verla.
Escucho movimientos. Son cadenas que se arrastra en el suelo, huesos tronando y pasos aproximándose.
—Enciende las luces — su voz... Esta muy cerca.
— No quiero verte — mi voz suena tosca.
— Yo sí quiero verte. Mi querida Yongsun — logro distinguir un movimiento, su mano se levanta a la altura de mi cabeza — enciende la luces.
Retrocedo unos cuantos pasos a la puerta. Mi pecho baja y sube con rapidez, su figura es cada vez más visible.
Con mi mano busco el interruptor cerca a la puerta gris. Mi dedos lo rodean y al fin decido activarlo. No es porque ella lo diga, es porque debo superarla.
La luz choca con mi ojos, los cierro y vuelvo a abrir al instante. Mi vista se acomoda de a poco a la nueva iluminación. La veo.
Ella no ha cambiado nada, no ha envejecido ni un poco. A un metro y medio esta ella separada por un barrera de vidrio irrompible que cree especialmente para esta ocasión.
Su mano esta apoyada en este vidrio, sus muñecas son sostenidas por cadenas, al igual que su cuello y tobillos. Su cabello castaño ha crecido, llega a la mitad de su espalda. Esta despeinado, cubre la mitad de su rostro con él y por los cabellos en el piso deduzco que lo ha cortado varias veces.
Lleva la misma ropa de hace años: Un esmoquin de tela fina adornado con trozos de cuero y manchas de sangre. Ya no es elegante, esta desgastado y roto en varios lugares. No lleva zapatos y sus pies están expuestos absorbiendo la suciedad del lugar.