3 capitulo :

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Cuando llegamos a Madrid nos alojamos en casa de mi padre. Al día siguiente era el cumpleaños de mi hermana. A ella le regalo un móvil y fuimos a dar una vuelta, y nos enseño muchos lugares.
Ese verano fue el mejor de mi vida porque había conocido a un chico guapísimo, era mi vecino, y también era de familia musulmana. Nos considerábamos todo como una familia.
El se llama yassin, es un año mayor que yo, es moreno; tiene los ojos azules. Ami me encanto desde que lo conocí.
Había llegado septiembre, sus padres se tuvieron que mudar por problemas económicos a Bilbao, ya que encontraron un buen trabajo allí.
La despedida fue dolorosa porque le quería mucho y le tenia mucho cariño. Al pasar dos días llego la hora de comenzar las clases. Esa noche no dormí apenas de tanta emoción. Por la mañana nos levantamos mi hermana y yo nos arreglamos, mientra mi madre no preparo el desayuno y el almuerzo.
Cuando desayunamos bajamos con mi padre al garaje nos montamos en el coche y fuimos al cole.
El edificio del colegio estaba dentro de una valla en la que habían cuatros pistas de voleibol, baloncesto y fútbol.
El jardín tenia mucho arboles que daban mucha sombra y era agradable para pasear bajo ellos.
Cuando entré en el edificio, una mujer me cogió del brazo separándome de Yasmina. Mire a los ojos de mi padre y él me dijo que la siguiera y me potase bien. 
Me dio mucha pena separarme de ellos, pero me portaría bien y no dejaría que nadie le diera quejas de mi.
Acompañé a esa mujer hasta una clase del segundo piso y ahí me presentó a los que serían mis compañeros. 
Pasaron los días, y aunque al principio no sabía nada del idioma; poco a poco comencé a decir mis primeras palabras en español.
Yasmina y yo pasáramos las tardes contándonos todas las cosas que nos habían pasado en el cole: nuestras primeras amistades, aquello que nos sorprendía de los españoles, sus tradiciones, y su forma de ser. 
Mi madre se adaptó pronto al idioma gracias a que ayudaba a una amiga suya por las mañanas en una tienda de ropa femenina. 
Mi padre igualmente seguía trabajando en la construcción. Ganaba bastante dinero alhamdullilah y podía pasar los fines de semana con nosotras. Fueron pasando los meses y todo nos iba cada vez mejor hasta que un día que me encontraba sola en casa sonó el teléfono. Era un número que no reconocía. 
Con bastante miedo y un poco de vergüenza, respondí al teléfono, y esa voz dijo mi nombre. Aquella voz me dejó paralizada...
continuara...

El cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora