Capítulo único

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I'm going under and this time I fear there's no one to save me


Era una fría mañana. Una neblina matinal envolvía el valle donde se hallaba el pueblo de Ordon. El frío había impulsado a todos a quedarse dentro de sus viviendas hasta que el sol penetrara en la gélida tierra, disipando la bruma. Salvo un joven rubio, que bajaba la escalera de mano frente a su casa. Vestía con ropajes verdes, mientras una bufanda azul ondeaba a sus espaldas con la débil brisa.
Se dirigió al lateral de claro, soltando un suspiro. Allí aguardaba su yegua Epona, cargada con víveres y una tienda de campaña. Tenía que viajar al castillo de Hyrule para tener una audiencia con la princesa Zelda. Desde que derrotaron a Ganondorf, sus huestes malignas se habían dispersado por Hyrule, formando pequeños grupos que atacaban a viajeros y mercaderes. Sabían que se ocultaban en algún lugar, pero desconocían la ubicación exacta. Zelda quería discutir eso con él, y echar un vistazo al Patíbulo del Desierto. Pero se negaba a ir allí, y seguiría haciéndolo aunque eso significara alargar el problema. No podía... No se sentía capaz de pisar ese lugar de nuevo. No después de lo que pasó allí. Apretó las riendas de Epona con fuerza mientras subía a su lomo.

  - «Midna...

Ni siquiera podía pensar en su nombre sin sentir el pecho oprimido por el dolor. Soltando un gruñido mientras contenía las lágrimas, espoleó a su yegua para iniciar el trayecto.
Sentía la frustración combinada con la tristeza apretar su garganta. ¿Por qué tenía que seguir luchando por Hyrule? Lo dio todo por su querido reino, había cumplido su cometido, y aún así, sin importar qué tanto daño le causara, él tenía que seguir adelante por ser el elegido por la Diosa. Lo había perdido todo, y apenas era capaz de afrontar la realidad en la que se encontraba: una en donde había devuelto la paz a Hyrule, donde ya no había sombras que disipar... Una realidad en la que incluso Midna se había desvanecido frente a él, sin dejar más que palabras confusas que apuñalaban su corazón siempre que las recordaba, tan claras como la superficie acuosa de la fuente de Ordon.

"Link, yo... Nos vemos..."

Alzó la vista al cielo nebuloso. ¿Qué iba a decir? Conocía tan bien a Midna que estaba seguro de que estaba a punto de añadir algo. ¿Por qué no lo hizo? Así habría tenido un poco más para alegrarse al recordar la última oración que le dirigió antes de marcharse para siempre, en vez de maldecir a sus pensamientos.

  - ¡Link, espera!




This all or nothing really got a way of driving me crazy



Volvió a la realidad al escuchar que lo llamaban. Sus manos respondieron por instinto tirando de las bridas. Epona se detuvo con un ruidoso derrape que aplastó la hierba del camino. Jinete y montura dieron media vuelta. Una joven corría hacia ellos. Era rubia, y llevaba un pequeño bolso atado a su pierna. Conteniendo un suspiro, esperó a que llegara a su altura.

  - Illia, ¿no deberías de estar en Ordon, con tu padre? No es buen clima para ir así, además- Añadió al advertir que iba descalza y sin un abrigo -Puedes resfriarte

Ella negó con la cabeza repetidas veces.

  - No me importa. Pensabas marcharte sin despedirte- Espetó, cruzándose de brazos. Tras un buen momento fulminando a Link con la mirada, su expresión se ablandó -¿Qué ocurre? Desde que volviste al pueblo estás, como decirlo... Distinto. Ya no sonríes ni compartes con Lalo, Talo, Iván, Beatrice ni conmigo

  - Illia, sabes que mi estancia en Ordon es temporal... Siempre voy y vengo desde la Ciudadela- Replicó, sin muchos ánimos para hablar.

  - Pero somos tus amigos. Nos lastima que estés apartándonos así...- Bajó la mirada -Creo que eras mucho más simpático cuando tenía amnesia... Me gustaba tu sonrisa dulce y esos ojos brillantes. ¿Qué cambió eso?

sσмεσηε үσυ ℓσvε∂ (Link x Midna) ||• σηε-sнσтDonde viven las historias. Descúbrelo ahora