Capítulo 1

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"Íbamos de camino al lago, como todos los sábados. Yo estaba en mi coche ansioso por llegar. Val y su familia (nuestros vecinos) también iban y habíamos hablado de ir a la parte de las rocas. Teníamos tan solo 5 años. A ella le gustaba mucho sentarse en una de ellas, en especial. Decía que tenía forma de globo, cosa que yo no lograba ver. Mi madre me sacó de mis pensamientos:
-Luky. - odiaba y sigo odiando que me llamen así. Me hacía sentir pequeño.
-Dime mamá. - le respondí.
-Estamos a punto de llegar...
-Lo - le corté- Hemos venido mil veces, ya me se el camino.
Mi madre rió y mi padre también lo hizo. No entendí por qué. El coche se inundó en sus risas.
Aparcó el coche donde siempre lo hacía. Me pidieron que ayudase a descargar las cosas del coche pero yo salí corriendo para verla a ella. Y allí estaba. Había llegado antes que nosotros. Estaba sentada en el césped, mirando a las margaritas. Solo las miraba; siempre decía que arrancar una flor es quitarle la vida a un ser vivo. Llevaba un vestido blanco con amapolas rojas. Era realmente preciosa.
- Hola, Vale. - dije sonriendo.
-Hola, Luky. - me contestó.
- ¿Por que me llamas así? Sabes que no me gusta.
-A mi tampoco me gusta que me llamen Vale. Parece que están afirmando. - se le escapó una risilla.
-Ah... Lo siento.
-Ven. - me invitó a sentarme.
Lo hize.
-¿Vamos a las rocas?- le pregunté.
-De acuerdo.
Avisamos a nuestros padres y prometiéndoles que tendríamos cuidado, nos alejamos entre risas.
Al llegar, ella no se sentó en la roca de siempre. Se subió a ellas y comenzó a caminar.
-¡Val, ten cuidado!
- Ven, ayúdame, dame la mano.
Sentí como la sangre corría por mis mejillas. Aún así me acerqué y le tendí mi mano. Ella la cogió y la apretó. Pero no siguió caminando. Salto hacia mi y me abrazó.
- No me sueltes. - Me dijo mirándome con sus dulces ojos marrones.
No le respondí. En realidad quería decirle que no iba a soltarla nunca. Pero mis palabras no salían.
Al rato volvimos con nuestras madres y nos sentamos junto a dos margaritas.
-Esas dos margaritas se parecen a nosotros. Siempre estarán juntas, hasta que alguien las pise. A nosotros nadie nos pisará.
Yo me reí y las miré.
- ¿Ya no arrancas ninguna flor? - dijo sorprendida. - ¿Por qué no me regalas una flor como en las películas plastas que ven los mayores?.
Casi en un suspiro, sin pensarlo, dije:
- Por que no voy a arrancar una flor para adornar otra.
Ella se río y salió corriendo. Al momento me arrepentí de haber dicho eso. Seguro que habría sonado muy estúpido.

No me sueltes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora