Me despertó la canción de Melendi "Posdata" que tenía como melodía de llamada. Esta canción me la enseñó Valería con tan solo cinco años. A mi no me gustaba Melendi pero se me contagió su entusiasmo. Aturdido pegué un salto en la cama y busqué el móvil con los ojos cerrados. Al abrirlos vi que quien me llamaba era mi novia Amy. Contesté enseguida.
-Hola, ¿necesitas algo?- le dije muy cariñoso.
- Hola, solo te echaba de menos. - me dijo
-Yo a ti también- dije. Me sentía realmente afortunado de que esta chica que me llamaba y me confesaba que me echaba de menos fuese mi novia.
-¿Qué estabas haciendo? - me preguntó.
-Nada. Dormir. Me has despertado.- dije demasiado borde.
- Vaya... Lo siento. ¿Te pasa algo?- dijo con tono preocupado.
- No me pasa nada.
- ¿Te apetece que nos veamos? ¿En el Manhatan, por ejemplo?
El Manhatan. Aquella cafetería le gustaba a Val, nunca había ido pero decía que iría de mayor y me prometió llevarme. No tenía ganas de ir ya que necesitaba despejarme y pensar en otra cosa que no fuese en ella.
-No, al Manhatan no voy- respondí.
-Luke, ¿que ocurre?- me preguntó.
-Pf... Está bien. Te veo dentro de una hora en el Starbucks más cercano a La Plaza. Te contaré, espero que no te enfades.
- De acuerdo, Luke. Espero que no sea tan malo como pinta.
Y sin decir nada más le colgué. Miré los mensajes. Tenía dos. Uno era de Calum, mi mejor amigo. Y decía que si podíamos salir a dar una vuelta, que tenía que enseñarme algo. Le contesté:
He quedado con Amy dentro de una hora. A las siete estoy en tu casa, intentaré escaquearme.
No leí el otro mensaje. Puse algo de música en el móvil y me metí en la ducha.
Me puse a pensar que quizás iba a ser mala idea decirle a Amy lo que está pasando. Sí, sin duda, lo era.
Eran las cinco y media y había quedado con ella a las seis y cuarto.
Salí de la ducha y me puse lo primero que vi. Unos vaqueros y una camisa azul. Me peiné mi travieso pelo rubio pero no había manera de ponerlo en su sitio.
Corrí escaleras a bajo, casi me caigo de boca. Entré en la cocina y cogí una galleta. No se por qué; ni siquiera tenía hambre. Subí de nuevo a mi cuarto y cogí dinero. Tenía en mi móvil un mensaje de Calum:
Vale.
No le contesté y tampoco me molesté en responder a una llamada que tenía de un número desconocido.
Eran las seis e iba a llegar tarde. Cuando me dispuse a abrir la puerta mi madre me paró con un leve aclarado de garganta.
-¿A dónde vas?- dijo.
-He quedado para salir.- respondí
-Ya.- susurró.
No tenemos buena relación, no se la razón. Sin añadir nada más salí en dirección al Starbucks. Cuando llegué, ella estaba en la puerta, con la mirada perdida.
-Hola- le dije.
-¿Por qué llegas tan tarde? Son las seis y media. Llevo quince minutos esperándote.