INTERESADO

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"Steve Rogers"

Ese es el nombre de un joven que hace tiempo dejó de creer en aquella palabra que todos cometían la desfachatez de mencionar. Él la veía vacía, sin sentido. Ya no le causaba ni cosquillas.

"Amor."

Siempre había una pregunta rondando su cabeza, que tenía múltiples respuesta pero que a él no le satisfacía ninguna.

Le era respondida con ojos soñadores, brillantes, deslumbrantes y fantasiosos. Todos querían un amor de cuento de hadas, pero eso no existía para él, ni para nadie.

No desde que, aquella persona que no mencionara, derrumbó todo lo que él ansiaba o esperaba. Ya no era el mismo.

Hubo muchas personas, y habrán más, que querrán continuamente de lo que puede ofrecer. Pero que nunca podrá dar porque no quiere, ni lo ve necesario. Nunca sintió nada por ellas, solo estaba por estar.

Las utilizó por así decirlo. Y estaba bien, porque ellos hacían lo mismo ¿No?. Es un chico hermoso, rubio, piel pálida, labios rojos, ojos azules, gran cuerpo y altura, todo un sueño irreal ¿Quien no quisiera estar a su lado?

Solo lo solicitaban o pretendían por su físico y no por sus sentimientos. Las personas eran malas y le quitaron su mayor ilusión.

—¿Te ocurre algo amor?

Contempló la sonrisa cálida y amable que le mostraba, cosa que no le causaba sensaciones agradables. No sabía si era real o solo fingía, pero estaba seguro de que no deseaba comprobarlo.

—Nada en particular, solo que tengo otro compromiso, Stephen.

No amaba ni quería a ese hombre, pero era conveniente estar con el doctor, así podría acceder sin pagar a las consultas para su madre y a los medicamentos que regularmente necesitaba.

—¿Es más importante que yo?—hizo un puchero fingiendo dolor.

—Así es. Así que te pido que me perdones, nos vemos en otro momento ¿Si? Gracias por lo de hoy, espero que se repita.

Conociendo su personalidad por supuesto que no temía decir la verdad. Strange solo lo buscaba por su cuerpo, y él por sus influencias en la medicina.

Le dio un beso casto, frío, antes de dejarlo sentado en aquel café con la palabra en la boca.

Caminó un par de calles perdiéndose entre los edificios, así mismo pudo llegar hasta un restaurante familiar pequeño, pero acogedor y bastante lindo. Se sentó en la mesa que acostumbraba para esperar a aquel individuo que un par de minutos después llegó. Se trataba de un castaño de tez morena y hermosos ojos marrones que se sentó frente a él sin esperar alguna invitación.

—¿Cómo está mi hermoso angel?—preguntó bastante animado.

—Muy bien Tony, y mejor que nunca ahora que te veo.

Le devolvió la sonrisa, está vez no tan indiferente. Apartándole de los demás al menos Tony Stark le hacía sonreír sinceramente; aunque este hombre rico al igual que los demás tenía el mismo asqueroso propósito, después de todo era un egocéntrico con el ego hasta el cielo que buscaba algo de acción con una persona joven y hermosa como él.

Se inclinó en la mesa para unir sus labios es un beso fugaz a modo de saludo.

—¿Ordenamos ya?—Stark colocó su mano sobre la suya que estaba puesta en la mesa, acariciando con sus dedos su sensible piel.

Puede que fuera un gesto tierno, pero sinceramente no sentía nada...

—¿Lo de siempre?

—Claro.

Él podía pagar lo que necesitara, ya sea cosas para su mamá o para él. Por ello se frecuentaban.

Las relaciones que mantenía se basaban en el interés, era un oportunista y no le avergonzaba reconocerlo. No le apenaba entregar su cuerpo a un empresario como Tony, con tal le ofreciera lo que quisiese.

—¿Ya te vas?—dijo el moreno filtrando un poco de decepción en su voz.

Asintió sin inmutarse. Unas cuantas horas habían pasado y debía retirarse para su siguiente cita.

—Nos veremos luego mi querido Tones, tengo que ir con mamá para cuidarla... te amo ¿Okey?

—¡Y yo a ti ricitos!

Esa simple palabra hueca que podía decirle a cualquiera creaba emociones y provocaba estragos en los cuerpos de esos insignificantes ilusos.

Luego de despedirse y salir al exterior pidió un taxi hasta un hotel alejado de ese local, mínimo ocho cuadras después. La recepcionista que era buena amiga suya desde que frecuentaba ese sitio rápidamente lo reconoció y le dio una tarjeta. Está para abrir aquella puerta que conocía a la perfección.

Subió por el ascensor, al abrirse las puertas en el piso catorce caminó tranquilamente por los pasillos hasta el cuarto ciento veintitrés. Colocó aquella llave en el censor para así abrir y adentrarse a la habitación. Dentro halló a un hombre en bata acostado en la cama, esperándolo.

—Odio que solo nos podamos ver aquí, Bruce—formó un puchero con sus labios mientras se quitaba las prendas a medida que avanzaba, dejándolas así por doquier.

—Oh mi querido Steven, sabes perfectamente el porqué—respondió simplemente el pelinegro de ojos azules, palpando el espacio del colchón para que se acostara a su lado.

Rodó los ojos y se tiró allí. Se fundieron en un abrazo, y en un beso increíblemente “apasionado”.

—¿Tienes lo que te pedí?

—Por supuesto, nunca te he decepcionado.

—Lo sé, por eso es que te quiero tanto hermosura.

Saco un cheque de la mesita de noche, y se lo entrego. Era una buena suma. Lo usaría para comprarse aquella motocicleta gigante y negra a la cual si podía profesarle un sincero e infinito amor.

—¿Quieres empezar?

—Por favor.

Bruce Wayne al igual que Tony es dueño de una famosa compañía de una ciudad vecina, esos dos incluso son socios, más no saben que está con ambos. Su fortuna e inteligencia superaban con creces a la del castaño y por ello el moreno detestaba al ojiazul, pero eso no era impedimento para hacer negocios de vez en cuando.

Se veían ahí en esa habitación de hotel a escondidas porque este estaba casado. Según lo que dijo, la dejaría por él, pero sabía que eran solo puras mentiras para mantenerlo ahí, a su lado. A sus ojos todos eran unos oportunistas, no eran tan distintos después de todo.

Si tan solo su madre viera como juega con estos tipos le echaría en cara lo malo y desvergonzado que era.

Y no le importaba en lo más mínimo. Seguirá así siempre. Sí una buena oportunidad se presenta con otra persona, la tomara, todos podían darle distintas cosas mientras que él, daba lo mismo, su cuerpo y su “amor” que según ellos era invaluable.

Aquel hombre que le hizo tanto daño lo convirtió en esto, y de cierta manera se lo agradecía grandemente.

No cree en el amor ni en los finales felices, solo en lo que los demás podían otorgarle.

•••

Steve desgraciado que le vale jugar con los demás.

Te amo cielo💗

«𝑇𝑜𝑥𝑖𝑐»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora