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La historia comienza en una pequeña ciudad en Italia, entre los años 1500 y 1600.
El nacimiento de un niño suele ser emocionante, y acogedor; aunque dentro de esa ciudad, el nacimiento de un niño trajo miedo, escalofríos y soledad.
Los padres decidieron encerrarlo dentro de un castillo, lejos del pueblo.
Había pasado su niñez y parte de su adolescencia sólo, dentro de ese castillo.

— Necesitan agua para crecer y ser hermosas. — Les decía a sus preciadas flores cada mañana, mientras las regaba con especial cuidado, pues las plantas era su único contacto fuera del castillo.
Las bellas flores, por más bellas que fueran, nunca le respondían, pero eso no le molestaba, él era feliz cuidándolas, viendo cómo crecían lentamente hasta convertirse en una bella flor.

Su rutina era la misma, no cambiaba demasiado, mientras no estuvieran otras personas involucradas todo estaría bien; porque, como le habían repetido seguidas veces sus padres, su rostro no era particularmente agradable a la vista, mucho menos bonito. Sus padres solían visitarlo por pocos minutos al mes, pero hace años que no tenía noticias de ellos.
Tampoco era como que le importara mucho, él era autosuficiente, tenía la comida, agua y entretenimiento suficiente dentro del castillo, no necesitaba que dos de las personas que menos quería ver lo visitaran.

Una noche, mientras miraba hacia las estrellas, detrás de las grandes paredes con pequeñas ventanas en la parte superior de éstas, escuchó a algo moviéndose entre los arbustos que dividían el bosque del castillo.
Acercó su cama hacia la pared, para poder posarse sobre ésta y ver a duras penas el jardín.
Pensaba que había una pequeña liebre perdida, tratando de buscar una de sus zanahorias de la huerta, pero era una sombra mucho más grande, con una capa negra, escondiendo de su cabeza hasta sus pies.
La sombra tomó unas cuantas flores, después de darles una larga mirada, y las guardó en una canasta.
El hombre dentro del castillo estallaba de furia, habían cortado y robado sus preciosas flores, ahora sólo quedaban sus raíces, y no eran bonitas como las coloridas flores.

A la mañana siguiente, despues de remover las raíces vacías, plantar más semillas y seguir con su rutina en el jardín, se sentó para presenciar la hermosa vista.
El mismo sonido de la noche anterior resonó entre los arbustos, y el hombre, lleno de miedo, se escondió detrás del garaje.

La misma silueta apareció en su jardín, pero se veía mucho menos aterradora de lo que él imaginaba, tenía cabello largo y castaño, con grandes ojos, una nariz pequeña y labios definidos, era una chica, una a la cual el hombre llamaría hermosa.

— ¿Por qué las arrancaron? Eran muy hermosas, pudieron volver a crecer. Que pena. — La chica miraba con tristeza el montón de raíces al lado del jardín. — Aún así son hermosas. — Les dió una última mirada y volvió con las flores. Esta vez se llevó más flores que la primera vez, y aunque el hombre no soportaba ver cómo arrancaban a sus flores, no tenía el coraje para detenerla, y es que era horrible, o 'No era agradable', como le recordaban sus padres.

Una vez que la chica se fue, él salió de su escondite y tomó las raíces de las flores que había arrancado.
— Lo lamento, las volveré a plantar. — Hizo un espacio más en su jardín para volver a plantarlas, las regó y se sentó a su lado.
— Sé cómo se sienten, y no es bonito, ¿Cierto? No se preocupen, no volveré a dañarlas. — Y así se quedó a su lado, viendo su belleza oculta.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2021 ⏰

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