Capítulo 2: El comienzo

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Seguí pensativo por un par de minutos más y al cabo de unas 25 vueltas en mi cama y 5 canciones de mi lista de reproducción me quedé dormido. Fue así por aproximadamente 4 horas cuando a las 6.25 am de la mañana siguiente desde el banquito ubicado al lado de mi cama comenzaba a sonar una vieja canción de los Rolling Stones. Me levanté de golpe, medio dormido y exaltado, apagué la alarma y me dirigí al baño, me di una ducha y observé por última vez el viejo tocador blanco de mi casa, no supe ni cómo ni cuándo se fueron los amigos de mis padres, estuve toda la noche con Sofía y lo demás no interesaba.

Me preparé un café y comí el resto de comida que había sobrado de la noche anterior, tomé mi maleta y me dirigí a la habitación de mis padres, Desperté a mamá y con los ojos lagrimosos se despidió de mi con un abrazo, papá me abrazó también, prometí que me cuidaría y que no me metería en problemas. Yo era un joven muy calmado, mis “problemas” no iban más allá de no poder abrir la tapa de algunos refrescos o no encontrar las llaves de mi hogar. Las peleas, el alcohol y las fiestas no eran problemas en mi vida.

Salí a las 7.35 am de mi casa y caminé hacia el centro, Puerto Montt era una ciudad pequeña por lo que en 15 minutos llegué a la estación de buses. Mi bus salía a las 8 15 de la mañana así que solo me quedaba esperar en la plataforma los próximos 25 minutos. Me compré un refresco y un sándwich en el local de enfrente. Volví a la plataforma y tomé el bus, me senté en el asiento número 25, que daba a la ventana del segundo piso. Se sentó al lado mío una chica. Parecía de mi edad, llevaba unos pequeños zapatos negros y un chaleco café, pelo castaño oscuro y de mediana estatura. No dijimos ni una sola palabra en un largo rato, hasta que amablemente me pidió que cerrara la ventana del bus. Lo hize al instante y pregunté de inmediato.

-¿Lo siento, tienes frio?

-No, solo estoy un poco resfriada, no soy de aquí y aún no me acostumbro al lugar-respondió ella-

Quise seguir hablándole, pero seguía sin saber que decir, por lo que rebusqué en mi mochila un trozo de pan que me dejó mi madre y le ofrecí un poco. Se negó al comienzo, pero después de tres intentos finalmente aceptó.

-Daniela, un gusto-dijo sonriente-.

-Gabriel, igualmente-respondí-.

-¿Vas hacia Santiago?-me preguntó después de un rato.

-Sí, me voy a estudiar-dije-

-Que valiente-alardeó ella-¿no te asusta venir a una ciudad nueva y recomenzar tu vida acá?

-Al contrario-respondí nuevamente- es eso lo que más me emociona, una vida nueva, genial.

¡Me muero por vivirla!-ella rio-

Seguimos conversando, el ambiente ya no estaba tan tenso como hace un par de minutos. Ella parecía ser alguien sociable, además me dijo que estudiaba medicina en la universidad de Santiago, y yo iba a entrar a estudiar Ingeniería, en la universidad de Santiago también.

A las 12 35 el bus hizo una breve parada en Temuco, Daniela se bajó del bus y regresó en un rato con 2 cafés y me ofreció uno. Fue un bonito gesto, por lo que sonreí.

A lo largo del viaje seguimos conociéndonos y al llegar a Santiago, después de unas largas 14 Horas y le ofrecí salir a comer en algún local de por ahí, ella aceptó y me guio a un sitio que ella conocía. Me sentí asombrado. La ciudad era maravillosa.

Llegamos al fin al lugar del que ella hablaba, era un local de sushi, tenía un letrero enorme de fondo blanco y letras de colores que se prendían y apagaban mediante electricidad, era enorme, con mesas negras y asientos Rojos, el lugar estaba repleto de gente.

-¿Qué tal si nos ubicamos por allá?-dijo Daniela apuntando con la mano en cierta dirección-

-Está bien, Daniela ¿Pero no crees que es un poco caro este lugar?-dije entre risas-

-Lo es, pero lo vale-respondió ella-

Nos ubicamos en una esquina del local, en una mesa con vista a la calle, era de noche en ese momento y las luces de la ciudad hacían del vidrio un bonito paisaje. Nos sentamos y el mozo llegó con la carta. Daniela pidió un sushi de camarón, y yo pues como nunca había comido, pedí más de lo mismo.

-Sabes Gabriel-me dijo mientras comíamos-. Adoro este lugar, mi padre solía traerme aquí cuando era pequeña, ha pasado mucho tiempo desde que no venía. Recuerdo como a él le gustaba molestarme porque siempre pedía el mismo tipo de sushi, el de camarón y luego me llevaba a los juegos de la plaza, teníamos buenos recuerdos en este lugar.

El ambiente se puso tenso.

- ¿y qué pasó? ¿Acaso ya no vienes más con tu padre?-pregunté apresuradamente-

Daniela contestó.

-No, mi padre ya no está conmigo, me dejó a mi y a mi madre por otra mujer.

Me sentí culpable por haber puesto a Daniela en esa situación, trate de arreglarlo diciendo Lo siento, no quise entrometerme-y funcionó, al menos por un momento.

-Está bien- dijo- no me molesta para nada, al menos no entre nosotros-sonrió-

Sentí un poco de confianza en esa frase, por lo que me solté un poco, y claro, que aunque no fue intencionalmente, Daniela rio toda la noche de mis largos intentos por tomar algún trozo de sushi con esos grandes y largos palillos chinos. Finalmente terminé tomándolos con la mano y metiéndolos de golpe en mi boca, Daniela reía aún más.

Nos retiramos del local y ella recibió una llamada, su madre venía a buscarla aquí al centro. Digo centro porque la verdad no tenía claro si esto era el centro o no, solo llevaba 1 hora aquí y no conocía muy bien el lugar.

Daniela tomó sus bolsos y nos dirigimos a una calle cerca del terminal. Ahí divisé a la distancia un auto plateado, grande y espacioso, se despidió de mi y me dejó su número de teléfono. Rápidamente subió a aquel auto y se fue.

Después que Daniela se fue yo me dirigí a un local y pregunté a un vendedor si conocía algún hospedaje cerca para poder pasar la noche.

-Lo siento, caballero, estoy buscando un hospedaje por aquí, no sé si conoce alguno-le dije con acento sureño-

-sí-me dijo- en la calle Kennedy hay una fila de hospedajes, podrías ir hacia allá.

-Gracias, señor, pero ¿Cómo llego a la calle Kennedy? No conozco la ciudad.

-sube por esta calle y dobla a la derecha-dijo un poco enojado-ahí están-concluyó-

Gracias-le dije- y me fui lo más rápido que pude

Me hospedé en el segundo local de la calle Kennedy, el cuarto era grande, tenía una cama de dos plazas, un televisor grande, internet y una cómoda. Desempaque mis cosas y me tiré en la cama, miré el techo por un par de minutos y al cabo de un rato me levanté. Miré ansioso mi teléfono esperando algún mensaje de Sofía, pero para mi desgracia no recibí ninguno, sentí una pequeña decepción, pero no le di importancia, no éramos nada al fin y al cabo, ella no tenía por qué preocuparse…

Traté de no darle más vueltas al asuntó por lo que me acosté y miré un rato la tv, tengo que admitir que la tv era un poco llamativa para mi, en mi casa no teníamos más que los 4 canales básicos y un viejo televisor con antena. Por lo que pasé ahí un buen rato. A las 1 am sonó mi teléfono, tenía un mensaje de Daniela.

-Gracias por la cena Gabriel, espero que no tengas planes para mañana, la ciudad es nueva y tenemos mucho que recorrer. Buenas noches-

Quedé atontado por un minuto y le mandé un mensaje de vuelta- no hay de que, Daniela. Está bien, nos vemos mañana, buenas noches.

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