Capítulo 3: Bienvenida.

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Desperté por la mañana con una llamada de mis padres. Mamá estaba muy preocupada, le conté que había llegado bien y que conocí a una chica en el bus, se alegró al escucharlo. No hablé mucho con papá, los padres no suelen decir muchas cosas por teléfono, asique nuestra llamada duró no más de 5 minutos.

Una vez corté me dirigí rápidamente a la ducha, me bañé, me afeité y cuando salí, mi teléfono no paraba de sonar. Daniela me había mandado 24 mensajes preguntándome donde estaba y si nos veríamos hoy...

Marqué el teléfono rápidamente y en un segundo ella contestó

-Dime, Gabriel-decía con una voz seca-

-Lo siento, Daniela, estaba duchándome, espero no te hayas enojado solo tardé un rato en responder.

-Para nada-dijo ella sarcásticamente-, ¿nos veremos o no?

-Sí, en 20 minutos, estoy cerca del terminal, nos vemos allá-concluí-.

-Está bien, adiós- cortó Daniela-

Me vestí y salí del hospedaje con mis bolsos y todo mi equipaje, estaba preocupado, la verdad el tono de Daniela no era del todo simpático, Era bastante distinto al que ocupó ayer, por lo que apresuré el paso y llegué rápidamente al terminal.

Esperé a Daniela en el segundo piso y 15 minutos después llegó. Llevaba unos shorts negros y una polera corta de color blanco con un diseño en el medio. Se acercó casi corriendo y sin siquiera saludar dijo:

-Vamos Gabriel, ¿qué haces con todos esos bolsos ahí? Aún queda mucho por conocer-.

-Lo siento Daniela, creo que casualmente olvidaste, que llegué ayer a la ciudad y aún no tengo donde vivir-respondí con tono burlesco-

-¡Que pesado que eres! , está bien. Iremos a la Universidad y luego te conseguiremos donde vivir.

Bajamos del terminal de buses y caminamos por la calle Kennedy, avanzamos un par de metros y pasamos por fuera del local en donde yo me había hospedado. Llegamos a una parada de buses, tenía un gran techo metálico de color verde y unos asientos de metal. Era mucho más grande que los que teníamos en mi ciudad, allá solíamos tomar buses para transportarnos de una ciudad a otra, ya que la nuestra era bastante pequeña, no teníamos necesidad de usar estos mini recorridos.

Eran eso de las 10 30 de la mañana y el paradero estaba repleto y era de esperarse, pues era un día domingo, de pleno verano en la capital del país, los buses, o “Transantiago” como Daniela les llamaba, iban repletos de todo tipo de gente, eran buses tan grandes y tan espaciosos que parecía ilógico sentirse apretado allí adentro, pero una vez dentro realmente lo estábamos.

Pasaron 15 minutos y el bus comenzó a vaciarse, pudimos al fin coger unos asientos al lado de la ventanilla, aunque el sol nos pegaba en toda la cara, sentí un alivio al poder sentarme con todos mis bolsos. Daniela iba a mi lado, indicándome cada lugar por el que íbamos pasando. Pasaron no más de 5 minutos desde que nos sentamos y  habíamos llegado a la Universidad de Santiago. El sitio era enorme, la Universidad estaba compuesta por 3 grandes edificios, todos ubicados en torno a una gran plaza central, nos dirigimos hacia allí. Una multitud de gente entraba y salía, había toda clase de tipos, desde jóvenes hasta gente más adulta, chicos y chicas, esta ciudad parecía más grande de lo que pensé.

Una vez dentro, Daniela fue corriendo donde un chico rubio de gran estatura y me hizo una seña para que la siguiera. Caminé hasta allí y saludé a aquel tipo, Daniela me lo presentó, su nombre era James.

-Un gusto, James. Soy Gabriel, el chico nuevo-

-Igual para mí Gabriel-respondió él-

-Gabriel no es de aquí- interrumpió Daniela- acaba de llegar a la ciudad y no tiene en donde vivir, nosotros nos conocemos hace tanto tiempo que pensé que quizás tu James podrías…tu sabes.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2015 ⏰

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