¡Pescotis!

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Capítulo 6: ¡Pescotis!

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Una nueva punzada con el cañón del revolver hizo hincapié en la insistencia de los facinerosos.

—No te hagas la cojuda. Tomaste la computadora del hotel del jefe, hay mucha información importante en esa cosa y él la quiere de vuelta.

—Si es una cosa tan importante, ¿por qué la dejó a cargo de ese idiota? —dijo y el cañón del arma se hundió más en sus carnes, arriba de la cadera.

—Pasa que a uno le das confianza y uno la arruina, eso se ve siempre y esos siempre pagan con plomo en el cuerpo.

—Lo mismo te va a pasar a ti si no nos dices qué hiciste con la compu, puta.

—Está bien, pero cuidado con esa cosa. La laptop está un depósito los llevaré allá.

—Nosotros te llevaremos, tenemos un auto.

—No está tan lejos, podemos ir a pie.

—He dicho que vamos al auto.

—No, me da miedo —insistió. Como que los maleantes no querían una escena en un restaurante tan céntrico, accedieron a "escoltar" a María hasta el depósito.

No esperó a que el mesero le trajera la sopa, se levantó y se fue del restaurante.

A medio camino le vino un mareo y se recostó en el suelo.

—¿Qué haces, maldita? Muévete —le susurró uno de los hombres, los transeúntes se detuvieron o giraron el rostro para mirarla.

—Estoy enferma, necesito comer algo.

—Salimos del restaurante.

—Pero no pude comer nada, el postre era algo muy feo y no lo comí. Necesito comer cosas dulces o me voy a desmayar.

—Allí hay un quiosco —dijo uno, otro ayudó a María a levantarse y fueron a comprar golosinas.

—Unos dulces, señora.

—Esperen, yo sé que comprar, ya me pasó esto algunas veces. Señora, ¿vende tónicos para dar energías, lo que se vende en farmacias? También necesito unas cuantas sodas personales y...

—¿Necesitas tantas cosas?

—Sí, de lo contrario puedo entrar en..., coma. Sí, eso es, puedo entrar en coma.

—De acuerdo, compra todo lo necesario, date prisa.

Adquirió todas las cosas, bebió el tónico energizante y pagó a la dueña del quiosco.

—¿Qué quieres, perra?

—Tengo frío.

—¿Con este calor? No trates de pasarte de lista o te metemos un tiro en cada teta a ver si te gusta.

—Les dije que estoy enferma, mi cuerpo se enfría mucho, necesito ropa.

—Yo no te siento fría —le dijeron y la zarandearon.

—Por dentro estoy muy fría, me voy a desmayar pese al tónico y no me van a poder despertar. Seguro su jefe no quiere que me muera antes de que les de la laptop.

—De acuerdo, iremos contigo.

María que conocía el lugar, fue a una venta callejera de ropa y artículos varios de viaje. Compró jeans, un chaleco del mismo material y se puso un sacón muy acolchado.

—Me faltan los guantes.

—Te estás poniendo dos pares de cuero en cada mano.

—Es que me hace frío. Esto más, por favor.

isekai : La chica que cambió de nombre y de mundo (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora