El susurro de una caricia #1

Prólogo

Gilson se acercó a ella sigilosamente para que nadie pudiera escucharlos desde fuera. Empezó a subir su mano por el brazo de ella, acariciándola con las yemas de sus dedos, mientras respiraba en su cuello oliendo su dulce y adictivo olor a flores silvestres.

Acarició con su nariz la largura de su cuello, terminando el recorrido en su oreja. La escuchó suspirar con placer, lo había conocido por su toque, por su cercanía y el calor que desprendían ambos cuerpos cuando estaban a tan solo centímetros de distancia. Gilson sabía que, si terminaba por juntar su cuerpo, le quitaría su costoso vestido que él mismo le había comprado.

Sintió como apoyaba su cabeza sobre su hombro y tuvo mejor acceso a su cuello. Miró el escote y sus dedos empezaron a hormiguearle.

- Te deseo. – Susurró en su oído.

- Gilson... - Susurró su nombre intentando aguantar el gemido. – Nos van a escuchar.

- No mi amor. A ti te van a escuchar, porque como sigas hablando así te juro que el escritorio será testigo de nuestros pecados y las paredes no podrán insonorizar tus deliciosos suspiros.

- Por favor... Aquí no.

- Debiste haberlo pensado antes de venir aquí del brazo de otro hombre.

- Tú mismo te negaste a llevarme de tu brazo.

Gilson la tomó por la cintura e hizo que se diera la vuelta para poder mirar aquellos ojos brillantes de color celeste que tanto le hechizaban.

- Londres no sabe del tesoro que posee y yo me encargaré de que cuando se sepa, tu mano descanse en mi brazo.

En los salones de la casa de los condes de Warwick, la nobleza bailaba mientras reían y coqueteaban en busca de una boda a finales de temporada. Todos eran ignorantes de lo que en una de aquellas habitaciones estaba ocurriendo.

- Gilson, necesito un favor. – Dijo a escasos centímetros de sus labios.

- Pídeme lo que quieras.

Miraba sus labios, deseoso de que lo pidiera. Él lo sabía, sabía lo que ella diría y él gustosamente se lo daría. Le daría la vida entera con tan solo poder hacerla su esposa.

- Bésame.