Prólogo

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—Mantenme lejos Tyler, mantenme lejos de ti—dijo la rubia desesperada por aquel hombre de ojos azules. Lo necesitaba, lo sentía en un nivel inexplicable; sin embargo, no podía seguir junto a él.

—Sabes que no puedo hacer eso, Andy. Entiende...—colocó una de sus grandes manos en su rostro y la otra en la cintura de Andrea mientras la acercaba a él un poco más.—Yo te amo, no puedo mantenerme lejos de ti, ni mucho menos alejarte de mí.—La desesperación de la rubia aumentaba con cada toque.

Pasión. Necesidad. Desesperación. Angustia. Sentimientos que solo él había despertado se acumulaban en ella.—Shhh— colocó tres dedo en los labios del rubio.—Baja la voz, nos pueden escuchar.—un casto beso fue depositado en esos mismos dedos y electricidad realizó una travesía por su columna. El cuerpo de ambos quemaba y sus ojos los delataban. Ella quería bajar la guardia, pero no podía darse ese lujo.

—Andrea, ¿por qué le tienes tanto miedo a René?

Esas simples palabras bastaron para que los ojos de la rubia se humedecieran. Un nudo se instaló detrás de su garganta y su cuerpo comenzó a temblar de una manera inexplicable. René, el gran René Fajardo, reconocido por tener la mejor agencia de autos en la maravillosa Ciudad de México, no era lo que parecía. Tan simpático como hacia parecer, su oscura sonrisa delataba que no era más que alguien que te engañaba. Alguien que con sus dulces palabras de amor y promesas falsas podían tomar y destruir a cualquier inocente que se atravesara por su camino. Es de esos tipos que una vez teniéndote tan cerca de su delgada cara y de sus ojos tan fríos como hipnotizantes, era capaz de destruirte de la peor manera, sin razón alguna.

Y eso hizo con la pequeña Andrea quién fue engañada por él. Rene le prometió la luna y las estrellas, lo impensable. Le bajó un millón de estrellas con esa lengua envolvente. Y sin embargo, al final terminó por estampar cada una de esas esperanzas en su cara. Ahora, cada vez que él la miraba, tocaba o siquiera estaba en la misma habitación la hacía sentir el ser humano más despreciable, inútil y engañoso de la tierra. Era su prisionera y no tenía esperanza alguna de escapar de aquel monstruo que hacia miserable cada día. Lo había intentado tantas veces que se rindió en algún punto, sin embargo, el hombre que tenia ahora tan cerca de si misma le dio valor para intentarlo una vez más, pero todo fue destruido en un minuto con solo dos palabras.

—Andrea respóndeme, ¿a qué le tienes miedo?—preguntó nuevamente. Sus pozos azules que ahora la miraban con insistencia, amor y preocupación hizo que ella quisiera decirle sobre todos y cada uno de esos demonios guardados en la más recóndita habitación de su mente.

—E-él—tragó en seco y continúo, debía alejarlo, alejarse ella, y si de esa manera lo conseguía, entonces se lo iba a decir.—René es capaz de matarte ¿entiendes? —soltó casi como si esas palabras fueran vomito. La ansiedad y el sosiego de siquiera pensar en lo que le podría pasar a ese hombre maravilloso la invadieron.—Si él se entera que tú y yo somos amantes jamás me lo va perdonar, ni a ti.—Tomó con su pequeñas manos el rostro de él— Te matará, conozco a René. Es tan agresivo...—su cuerpo tembló.—No puedo—comenzó a negar.—Tyler, no quiero perderte ¿entiendes?

—Mi amor, eso no va a pasar. René no va hacerte daño, ni mucho menos a mí. No lo voy a permitir.—trato de darle seguridad y calma. En sus ojos podía ver el ímpetu de sus palaras y el pacto que había evocado hace unos segundos era firme. Sabía que era capaz de cuidarla, protegerla, amarla y mantenerla lejos de esos demonios guardados en el closet, pero no lo logró. Ha vivido un largo tiempo bajo el ala de ese halcón que cuando sientes la libertad en tus manos este se encarga de anular esperanza alguna.

—No, Tyler, no entiendes.—susurró la rubia en tono desesperado.—No voy a ponerte en riesgo y, aunque tomé todo de mí voy a mantenerme lejos de ti.—Se alejó cortando todo calor dulce y abrazador que Tyler despojaba, tras de ella. A espaldas de él, Andrea replicó con voz entrecortada:—No quiero que me sigas. No lo hagas, es por tu bien y por el mío. No quiero perderte y si esto sirve para mantenerte a salvo....—se detuvo sorbiendo el llanto que ahora brotaba a cantaros mientras estaba tratando de mantenerse firme y no ceder a él.—Entonces lo haré—esas tres últimas palabras fueron más para ella que para él. Necesitaba convencerse a sí misma que lo que hacia estaba bien. Caminó como queriendo huir de aquella habitación y mientras tomaba el pomo de la puerta su corazón se hacia cada vez más pequeño dejando pequeños cachitos en el camino. Finalmente susurró:—Te amo, Tyler Somers. Y si esto sirve para mantenerte a salvo, lo haré. Por ti, por mi, por los dos. Me habría encantado conocerte en otras circunstancias, en otro momento, en otra vida.—No lo miró, no podía. Cuando cerró la puerta tras de sí, la rubia se apoyó en el marco con más lágrimas de las que podía contar.—Adiós.

Mantenerme lejos de ti es nuestra tu única salvación

Mantenme lejosWhere stories live. Discover now