¿Alguna vez te has parado frente al espejo y no llegaste a reconocer tu propio rostro?
La primera vez que me ocurrió me asusté muchísimo pero con el tiempo descubrí que estos "episodios" se daban cuando me levantaba totalmente cansada, harta, sin animos de realmente levantarme de la cama.
Son días oscuros que consisten en practicar sonrisas frente al espejo antes de cruzarme con alguien de mi familia, de salir de casa o incluso de ver al gato.
Los días oscuros suelo hacer más actividades para distraer mi mente pero ya no funciona.
Mi cuerpo se mueve mecánicamente, conociendo los límites pero mi mente no puede salir de ese lugar oscuro donde constantemente me recuerda que no he logrado mi objetivo del día, que sigue allí ese rostro que no es mío, que no me apetece escuchar música porque cada vez me cuesta más encontrarle algún sentido, me recuerda que hace mucho no lloro por más bajones que me han dado.Aunque lo llame "días oscuros" como si fuera una vez cada cierto tiempo, en el fondo de mí sé, que no son días oscuros, que dejaron de serlo cuando pasó a ser semanas oscuras, meses, años...
Que vamos... no creí que fuese tanto, hasta que un día me desperte a las 3 de la tarde y no quería ver a nadie por más que el sol brillara afuera, que no tenia hambre aunque no comía nada desde el almuerzo del día anterior y por supuesto, no quería... no podía abandonar la cama.Pero me levanté, tomé un baño, me vestí con lo más bonito que encontré y bajé a la cocina.
No había nadie, porque nadie se acordó de avisarme que hoy la familia estaría fuera.Volví al baño me lavé la cara y borré cada rastro de maquillaje.
Me miré al espejo y no era yo.
Otro día oscuro.
Otro día preguntándome.
¿Quién eres?