Otoño

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Kira era un hombre con sueños y aspiraciones más grandes que él. En ese entonces el hombre no pensaba en la importancia de las relaciones con las personas a su alrededor, él solo enfocaba su existencia en el dinero y fama que ganaría cuando se convirtiera en el primer astronauta que saliera de la vía láctea.

Fue en el otoño de 2096 cuando Kira acabó siendo sustituido de la misión que lo llevaría a la gloria. Su compañía aeroespacial lo había suspendido luego de que Kira dejara la reputación de los astronautas en el suelo; le había gritado y enpujado a una mujer embarazada que se encontraba en una protesta, el incidente se hizo público al instante.

Esa misma tarde Kira salió a caminar, necesitaba relajarse y su nueva psicologa le había entregado algunos tips para "volverse mejor ser humano", un titulo gigante se lo recomendaba.

Kira se sorprendió al salir de su casa y una helada pero fresca ventisca lo abrazó de lleno.
Caminó un poco sin rumbo hasta que llegó a un parque lleno de árboles con distintos tonos cítricos en sus hojas. La noche de la cosecha debía estar cerca, el ambiente era muy relajante y el zumbido del viento arrancando las hojas de sus copas mitigaba el bullicio usual de los autos y las personas de la ciudad. Kira se sentó en una banquilla a mirar cómo el cielo cambiaba de tonalidades, con solo unos minutos de espectacular función el cielo se tornó rojizo.

A los minutos de esto y mientras Kira respiraba tranquilamente, una mujer de sentó a su lado; la mujer podría tener su misma edad, ambos ya eran adultos que habían podido dejar sus vestigios aquí en la tierra.

-¿Sí que es hermoso en esta época del año, no? -dijo la mujer mirando lo mismo en lo que los ojos de Kira se habían perdido; él solo pudo asentir con suavidad.

-¿No eres de por aquí? -preguntó Kira al notar que ella quería conversar.

-Si lo soy pero no suelo andar mucho caminando. -con una sonrisa la mujer asintió a sus propias palabras y miró a dos niños corriendo en su dirección.

-Oh tú. ¿Nos darías un autógrafo? -preguntó uno de los niños extendiendo un cuadernillo y un bolígrafo.

-No. -contestó Kira cortante, odiaba que le pidieran un autógrafo. Había escuchado cientos de veces como las personas pedían un autógrafo de alguien famoso para luego venderlo a una tienda de empeño.

-Pero mira pues, que no te lo preguntaban a ti -la mujer tomó el papel y escribió algo en él -Ahora si, anda niño.

El niño un poco aturdido se fue caminando hasta donde se encontraba su compañero. La mujer empezó a reír.

-¿A que soy famosa, no? -Kira iba a comentar algo pero ella no lo dejó -Como que se le cansa la mano a uno de tanto autografiar páginas y objetos.

Kira no sabia que decir, no conocía a aquella mujer de cabellos rojizos que combinaba perfectamente con el ambiente, su sonrisa para nada discreta te transmitía cierta melancolía cálida.

-¿Estos días si que hace frío, no? -volvió a decir la mujer cuando Kira creyó que el momento se había vuelto incómodo.

Qué curioso, ellos ya eran adultos y según el reducido mundo del hombre, estos momentos solo sucedían en aquellos días de juventud fresca.

El verano es el tiempo de los jóvenes, no el templado otoño que no es ni uno ni otro.

En sus propios pensamientos Kira habia encontrado una respuesta satisfactoria a la incógnita del momento ahí presente. Habló un buen rato con la mujer, terminó resultando que su nombre era Laila y que había llegado ahí porque su hermana había sido atacada por un astronauta loco.

-Fue un susto para toda la familia. Pensamos que íbamos a perder a nuestro retoño. -dijo ella muy sofocada. Kira se disculpó por el suceso, ahora se arrepentía de sus actos.

La mujer se levantó de su asiento y le dijo con una mirada severa:

-Es fácil estar cuando una estrella desaparece, pero debes estar en el lugar y momento justos para ver como otra crece y empieza a brillar.

En ese momento Kira no entiendo a qué se refería aquella extraña frase ni porqué venía al caso, por lo que Laila continuó.

-Casi asesinas a mi sobrino, todos hablan de ello en las noticias y de seguro que fuiste despedido, pero ahora mismo -señaló todo a su alrededor y como si fuera una coincidencia cósmica y un viento sopló hacía ellos donde cientos de hojas de tonalidades marrones crearon un ambiente místico -Sólo estoy yo aquí, nadie más. Solo mi persona que ya no es joven pero tampoco vieja mira con sus ojos y siente con su alma como haz crecido en una sola tarde.

Kira le refutó diciendo que eso no era cierto, él mismo sabía que nada había cambiado en su interior, aún seguía siendo el astronauta rechazado que no visitó el cosmos infinito.

-Te has disculpado. Según yo eso ya es un avance. Creo en ti Kira Ribbs. Te perdono por lo que haz hecho y estoy segura de que mi hermana también lo hará. No podemos quedarnos sin mirar adelante.

Luego de eso Laila recibió una llamada inesperada que la sacó de sus bases, salió corriendo sin previo aviso y sin una despedida correcta.

Kira, mi abuelo, nunca la volvió a ver; no podía acercarse a la familia de la mujer que había atacado en un momento de cólera, en su empresa se lo habían prohibido pero eso no es lo importante.

Lo grandioso de esta anécdota que mi abuelo nos cuenta cada vez que caen las hojas de sus árboles es que, aquello le había salvado la vida. Él había encontrado un nuevo mundo que antes no se había dignado a visitar pero que ahora añoraba más que nada.
Ser gentil y amable no te quitará los méritos que haz alcanzado o deseas alcanzar sino todo lo contrario, las personas te abren puertas que solo podrán abrirse si tu haces lo mismo.

Reto 1: _Magic-Editorial_
Jueza: _Kira-_-Rose_

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