I'm gonna leave you anyway [Zodiaco Yaoi]

3. Exorciseur

La galería de arte en la que trabajaba el cangrejo, Exorciseur, era una de las más grandes y conocidas de la ciudad y estaba regentada por un hombre, para ojos de Cáncer por lo menos, realmente joven. Según su apariencia estaría en sus primeros años de la treintena o los últimos de la veintena. Le parecía increíble que alguien con tan poca edad hubiese conseguido hacerse un hueco en el mundo del arte y además ser una gran influencia a nivel nacional y una cara reconocida en la ciudad. Realmente era respetado y podría decirse que de alguna extraña forma incluso temido. 

El cangrejo había estudiado artes en la universidad y gracias a las prácticas obligatorias de grado que hizo en tercer año fue que llegó a parar allí. Cuando terminó sus prácticas, Sagitario, el dueño de la galería, le ofreció quedarse ahí a trabajar y no dudó ni un solo momento en aceptar la oportunidad que le estaba dando. Su contrato inicial fue el de becario, pero tras un año y medio en el lugar ya era asistente del jefe y ayudaba a montar alguna que otra exposición y organizar fiestas además de ser quien contactase con algún que otro artista. 

Estaba bien allí, la verdad es que adoraba su trabajo aunque fuese un poco sacrificado con los horarios. Aquel era uno de esos días, entre que ya tenía trabajo de más y que había ido más lento de la cuenta por culpa del malestar de la fiesta de anoche, al pobre cangrejo se le habían hecho casi las diez de la noche. Estaba en el baño lavándose las manos cuando escuchó un par de voces lejanas que le asustaron. No era normal que nadie más a parte de él y otra compañera se quedasen hasta tarde, así que no tenía sentido ninguno que dos voces masculinas se acercasen cada vez más hacia donde él estaba. Instintivamente, apagó la luz del baño de inmediato con la esperanza de no ser percibido. ¿Y si eran un par de ladrones?

—Espera, a ver si te he entendido bien. —Dijo una voz ahora más audible mientras se acercaba más a donde estaba él. —¿Me estás diciendo que tienes desde hace medio año a un chiquillo trabajando para ti porque su colega tiró los restos de unas bolsas de yeso pero le hicisteis creer que era coca?

Las risas que le precedieron a aquellas palabras dejaron a Cáncer helado, puesto que estaba más que seguro de que aquella voz que había escuchado era la de su jefe y aquella historia se parecía demasiado a la situación Libra-Acuario.

—¿Y sabes lo mejor? 

Aquella voz que se acercaba no era la de su jefe, era notablemente más grave y profunda que podría ser perfectamente la de un doblador o un locutor de radio. Cáncer no sabía si le daba miedo o quería que le susurrase cosas al oído. 

—Sorpréndeme, Aries.

—El pobre crío piensa que realmente terminará de hacer negocios conmigo una vez que haya pagado el dinero que me debe.

Los dos hombres estallaron en carcajadas y el castaño sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Libra estaba jodido. El cangrejo supuso que irían al despacho de Carter por lo cerca que se les escuchaba, pero el ruido de unos zapatos acercándose hacia el baño hizo que empezase a perder los nervios. Estaba jodido, estaba jodidísimo.

—¿Vas al baño? —Dijo Sagitario, abriendo la puerta de su despacho. —Bueno, así voy sacando ese original de Dalí robado que he conseguido. 

Pánico. ¿Su jefe hacía tratos con el mercado negro del arte y tenía amistad con un mafioso que le estaba jodiendo la vida a su amigo? Les había escuchado y le iban a pillar. Oh dios, ¿qué iba a ser de él? Gracias a la adrenalina que había inundado su cuerpo fue capaz de moverse, acercándose lo más rápido que podía y sin hacer ruido a uno de los cubículos de los baños. Cuando estaba entornando la puerta la luz se encendió de golpe. 

El silencio que había en el cuarto solo era interrumpido por el zumbido de las luces de tubo que iluminaban la estancia y por los latidos de su corazón, que parecía que le iban a romper las orejas. Dio un par de pasos hacia atrás intentando que sus pisadas no sonasen y preguntándose por qué el hombre no avanzaba. No fue hasta unos segundos después que empezó a escuchar pasos.