I. Recuerdos (I)

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La unión dinástica entre el castellano y la catalanoaragonesa da fruto a un reino recién nacido: España.

Nacen dos pequeñas criaturillas cuyo nombre nadie sabe, nadie sospecha que pueda pasar nada, porque éstas son aún pequeñas para poder decidir sobre su futuro.

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Se escucha desde la habitación del pequeño de la cruz la voz de los padres del hermano menor.

- Deberíamos exorcizarlo, siento que es lo correcto - Decía el castellano el cuál se mostraba tranquilo.

- Sí, esa dentadura es obra de un demonio, suena obvio, llamaremos a alguien para realizarle un exorcismo - Responde la aragonesa, preocupada por el menor.

Él lo estaba escuchando todo, queriendo escapar en ese momento. Que fuese un hombre no significaba que no tuviera sentimientos, se decía.

Eso hizo, sin que sus padres se enteraran salió de aquella habitación rezando que nadie le viera corriendo por los pasillos y que pudiese salir del castillo.

- ¿Intentabas escapar? - El pequeño escucha la voz y se asusta por un momento, pero este dura poco pues al levantar la mirada encuentra a su hermano, el cuál parecía estar preparándose para algo.

- Supongo, nuestros padres me quieren sacar el demonio que tengo... - dice, cabizbajo - Tú... Crees que tener colmillos significa estar poseído por un demonio?

- Pequeño - se acerca a él para acariciarle la cabeza - Si de verdad lo es te lo sacarán y serás feliz, recuerda que Dios lo puede todo.

- Vale - miró a su hermano mayor a los ojos, tenía miedo de lo que le llegaran a hacer pero lo que le había dicho su hermano le calmó, así que se despidió cordialmente para volver a su habitación.

Ese día fue una tortura para él y no sirvió para nada, pensó que lo de los colmillos no tenía remedio incluso aunque lo intentaran aquellos "expertos", en los cuales ya no confiaba.

Sus padres en esos tiempos se volvieron mucho más distantes a él, su hermano decía que le tenían miedo, como si algo malo fuera a pasar. El menor lo comprendía, pues venía prácticamente de la nada: no se parecía en nada a sus padres.

[•••]

El pequeño jugaba tranquilamente por los pasillos del castillo, como era grande podía correr siempre y cuando no lo descubriesen.

Paró al ver luz proveniente de una habitación, se acercó lentamente a la misma, sin hacer mucho ruido miró por el marco de la puerta. Lo poco que podía ver eran tres carabelas en miniatura, apoyadas en una mesa de madera, la luz de las velas iluminaban un mapa con Europa, Asia y África en ellos. Y lo que parecía ser una ruta trazada con tinta roja. Miró cada detalle cada segundo más asombrado que el anterior, hasta que notó cómo alguien le agarraba de un hombro. El pequeño asustado se giró pero no tardó mucho en tranquilizarse.

- ¿Qué mirabas? - Dijo el mayor mirando hacia donde miraba el menos hace apenas unos segundos. - Oh, ya veo, ¿te gusta la náutica? - soltó una pequeña risa nerviosa, el chiste no le había salido como quería.

- ¿Para qué son? - El menor miró a su hermano con curiosidad y emoción.

- Hace unos días aceptaron a un loco que iba diciendo que la tierra era redonda, tonterías, vamos. Pero por una extraña razón aceptaron que emprendiera su viaje y se ha alojado aquí hasta que tenga las tres carabelas listas. - Señaló a las tres una por una. - Esta es la Santa María, aquí irá el loco, esta es La Pinta, y aquella de ahí es La Niña. - Miró al pequeño, el cual estaba sonriendo, le parecía emocionante el hecho de poder ir por ahí sin saber dónde irás o si morirás.

- Parece emocionante - Dijo el pequeño aún sonriendo. - Y qué pasará si en realidad la tierra es redonda? No digo que lo crea, pero si ese loco dem-

Fue inmediatamente interrumpido por la figura de aquél humano: Cristóbal Colón.

- Y eso voy a demostrar pequeño, te explico: la idea es viajar a las Indias pero haciendo el camino al revés. - Dice este agachándose a la altura del menor. - Es tan fácil como suena.

- Sí, pero sabes que si no demuestras esa locura nosotros nos habremos gastado un pastizal por vosotros, verdad? - Dice el mayor de los hermanos.

- Pequeño - Colón se acerca al mayor. - Tú irás con nosotros - Dice con una sonrisa que parece malévola - ¿No te lo habían contado tus padres?

Ambos hermanos se sorprendieron por lo que había dicho el humano, que cómo si nada entró en aquella habitación tan rara. Se miraron, de los ojos del pequeño salieron lágrimas mientras que el mayor seguía petrificado. El menor abraza a su hermano en un intento de ocultar sus lágrimas sin éxito.

El castellano y la catalanoaragonesa van dónde están las dos pequeñas criaturas.

- Siento no haberos lo contado - dice la catalanoaragonesa abrazando a ambos de los hermanos.

El castellano sólo observaba, serio, como siempre.

- Era necesario, si no no tendríamos ningún tipo de representación - Se acercó el castellano. - y sabes que eres el mayor.

Por suerte tardaron mucho en conseguir aquellos recursos que deseaba aquél loco humano, tiempo suficiente para que los hermanos crecieran lo suficiente...

•~______| ✞︎𝑭𝒊𝒏 𝑫𝒆𝒍 𝑪𝒂𝒑𝒊̄𝒕𝒖𝒍𝒐✞︎ |______~•

Bueno, espero que os haya gustado, no tiene muchas palabras (848 en total) pero supongo que haré capítulos mucho más largos que este.
La idea es publicar un capítulo diario, así que podréis leer uno cada día. Por cierto: haré saludos a quién quiera.

Bayyz!

Sangre y oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora