Mientras pienso me quedo más ensimismada en lo que me rodea que sin darme cuenta simplemente desconecto.
Tiempo, cielo y estrellas. El típico tema de conversación en el inicio de una cena, Peter y yo no es que seamos muy originales que digamos, nos van más los rollos de imitar algunas citas como las de mis libros favoritos, es por eso que justo ahora nos encontramos en una playa de no sé dónde achispados y en un muy posible —de hecho en totalidad, sin necesidad de decir posible— estado de ebriedad debido a las cervezas y al vodka —bueno, y de todo lo que encontramos que nos guste entre bebidas un poquitín.
Ésta escapadita a la playa es más que todo para festejar —¡Un solo año más y nos graduamos!— Así que básicamente nos vinimos a algún lugar por una semana para festejar —si es que saben a lo que me refiero, claro.
—Lucecita, ¿me pasas una fresa, por fa? —dice Peter, sacándome de mi ensimismamiento.
—Ten -digo, entregándole un tarro de las fresas en lugar de solo una.
—Gracias, tesoro —dice con una sonrisa.
Peter y yo estamos en una "cita", o bueno, mejor dicho en el intento de una. Él ha sido mi novio de años, algo más como que incluso nuestras familias imaginaban un futuro de ambos juntos, y todo se cumplió un 15 de agosto de 2015 —el día anterior a mi cumpleaños— cuando aún eramos apenas unos críos de once y doce años que berreaban por chocolate, desde entonces hemos estado juntos, con algunos altibajos que conllevan crecer pero juntos al fin y al cabo.
Hoy, de hecho, estamos de aniversario número seis —vaya que pasa el tiempo volando— y pareciera que fue ayer cuando el chico que era mi mejor amigo y en secreto me gustaba llegó con una rosa y una cesta llena de chocolates proponiéndome ser novios, vamos, que parecía que me pedía matrimonio. Hemos sido inseparables pero me preocupa en verdad que en algún momento todo cambie por la universidad —que por cierto está prácticamente a la vuelta de la esquina— y tomemos caminos distintos.
—Peter —le llamo.
—Dime, cariño.
—¿Prometes no dejarme?
—¿A qué vienen esas inseguridades, tesoro? —pregunta detenidamente.
—Nada, es solo que... solo soy yo y mis pensamientos, mejor olvida lo que dije —digo un tanto avergonzada.
—Tranquila, de todos modos... Lo prometo, siempre será así, juntos los dos —dice con una sonrisa afable.
—¿Por la garrita? —Pregunto, tratando de no mostrarle lo emocional que me pone y que no note mis ojos cristalizados.
—Por la garrita —concluye, mientras unimos los meñiques y me da un tierno y corto beso.
Y así es como concluye nuestra cita, acurrucados y unidos de la mano en un acto íntimo pero inocente, un acto cargado de amor.
O al menos eso creí.
***
—Peter, cariño, despierta —le llamo.
No responde.
—Peter, son las 5 am, despierta si no quieres que nos rostice el sol y nuestros padres nos quieran matar por no haber dormido en nuestros respectivos hogares durante tanto tiempo.
Se removió un poco pero solo se acurrucó más en mis piernas.
—¡PETER ALEXANDER ROBERTS SMITH, DESPIERTA EN ÉSTE INSTANTE!
—Cinco minutos más, mamá —dice entre sueños.
Me lleva la que me trajo.
—PETER ¡DESPIERTA! —le digo mientras lo muevo de un lado a otro para que espabile.
—Cariño, para ya, por favor, solo cinco minutos más —dice aún adormilado.
—Se nos hace tarde, Peter ¡QUE AÚN DEBEMOS LLEGAR AL INSTITUTO! —digo en reprimenda.
—Vaaaale, Mónica, ya voy —dice removiéndose aún adormilado.
Esperen... ¿Qué?
...
Dijo...
El nombre...
De...
alguien...
más...
. . .
Bueno, me veo en la obligación de estallar como bomba atómica.
—¿Quién-carajos-es-Mónica? —le grito detenidamente para hacer énfasis en cada palabra.
En ése instante sí que abrió los ojos como platos, imbécil.
—Hola amor, bueno días, fe-feliz cumpleaños —habla nerviosamente.
—¿Quién es Mónica? —pregunto otra vez con una máscara de hielo para que no note como me voy derrumbando muy de a poco.
—Cariño todo tiene una explicación, por supuesto —dice y en ése instante en que termina de decir eso me derrumbo totalmente por dentro.
—Mónica... Seis años juntos... Mónica —es todo lo que logro decir.
Alice, no llores, no llores, no llo...
—Alice, déjame explicarte, por favor —dice apresuradamente.
Lágrimas caen como cascadas por mis mejillas, cada palabra son como cien puñales más directos a distintos sitios... Ilusión, corazón... y directo a mi amor.
—No...
—Alice, por favor, permí...
—Peter ¿¡Pero tú de qué coño vas!? ¡SEIS PUTOS AÑOS JUNTOS, SEIS! —grito interrumpiéndolo.
—Alice, lo sé yo...
—PETER, ES QUE TÚ NADA ¡QUE DESDE QUE ÉRAMOS UNOS CRÍOS!
—Prometimos estar juntos siempre ayer ¿No? ¿Y ahora qué? —dice desesperado.
—Joder que ayer era diferente ¿No crees tú? Pero bueno, maldito imbécil. Yo me largo —digo tomando mis cosas y guardándolas en mi mochila muy dispuesta a irme.
—Alice, detente, escuchame un momento por favor.
—No, ahora no. Adiós Peter —digo mientras tomo las llaves de su auto sin que se dé cuenta.
Corro hacia donde lo dejó aparcado ayer, me apresuro a subirme y subir mi mochila, cerrando todas las puertas con el seguro apenas estoy en el asiento. Peter golpea desesperadamente la ventana gritando que por favor le abra y que hablemos, cosa a la que yo solo respondo poniendo el auto en marcha...
Justo ahí, en ese estacionamiento y en calzoncillos de Batman... Dejé varado y a su suerte a quien creí el amor de mi vida.
***
Pasados quince minutos de camino dejé el auto de el actualmente innombrable en el porche de su casa, para así ir corriendo descalza y con las sandalias en mi mano hasta mi casa, dejé las llaves del auto en la ranura de correo de la puerta y me eché a correr a todas prisas los diez minutos de camino.
Pasados otros cinco minutos sentía como me iba desvaneciendo, poco en poco, mis esperanzas habían muerto y caí de rodillas, justo entonces comenzó a llover.
Vaya cumpleaños de mierda.
Y vaya vida amorosa de mierda.
Estuve un rato llorando a todo pulmón en medio de la calle, hasta que un joven repartidor de correo pasó a mi lado viéndome aterrado y salió corriendo gritando “¡He visto a la llorona!” pero creo que no va a al caso, yo no gritaba por ningún hijo, ni siquiera quiero tener hijos; yo solo gritaba por el dolor, la pérdida y la desilusión tan fuerte que sentí.
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Firmamento [Pronto Y En Proceso]
RomanceLas estrellas acariciaban el momento, su voz junto a la mía, juntos bajo el firmamento mirando lo eterno, lo único e inigualable, lo infinito e inefable. La vida puso trabas, pero el amor siempre tocará tu puerta, puesto que hay un dicho que dice "D...