Derek Morgan no tenía por costumbre irse a dormir temprano, y menos aún un viernes por la noche; sin embargo, en aquella ocasión había caído rendido en la cama tan pronto había regresado del último caso en Houston. Habían tardado casi una semana en atrapar al sudes y todo el equipo estaba agotado.
Por eso, el teléfono dio unos cuantos tonos antes de que él reparara en que aquel sonido infernal no era parte de su sueño.
De un manotazo, y sin abrir los ojos, lo lanzó al suelo, pero ni siquiera eso impidió que siguiera sonando.
Finalmente no le quedó más opción que atender la llamada, asumiendo que a aquellas horas sólo podría ser García avisándolo de un nuevo caso cuando aún no se habían recuperado del anterior. Gruñendo, se bajó de la cama y agarró el teléfono comprobando acto seguido la pantalla. Para su sorpresa, no se trataba de la analista, sino de otro de sus muchos contactos y no precisamente de los que buscaban conversación a horas intempestivas de la noche.
Fue cuando se percató de que eran casi las dos de la madrugada. ¿Qué demonios hacía Lucas, el barman del local al que solía acudir con el resto del equipo cuando necesitaban despejarse, llamando por teléfono?
— ¿Lucas?— Preguntó desconcertado — ¿Qué ocurre?
Derek era habitual del "Laberinto"- así se llamaba el local- incluso aún más que los demás agentes, por lo cual tenía una buena amistad con Lucas, con el que había mantenido muchas conversaciones durante muchas noches. Esa era la razón por la que tenía su teléfono entre sus contactos, a pesar de que no lo había utilizado más que para reservar mesa para el equipo.
— Siento molestarte a estas horas— Se disculpó Lucas al otro lado de la línea— Es que no sabía qué hacer.
En ese momento, Derek se temió que se hubiera metido en un lío lo suficientemente grave como para tener que recurrir a su amistad con un agente del FBI
— ¿Estás bien?— Preguntó Morgan con cierta preocupación.
— Yo sí... Pero creo que deberías venir a recoger a tu amiga...— Se detuvo un momento como si estuviera comprobando la reacción de Morgan— Tu compañera, la morena... Se llama Emily, ¿No?
¿Emily? ¿De qué le estaba hablando? Supuestamente ella se había ido directamente a casa tan pronto había bajado del jet. Se frotó la sien tratando de despejar la mente. La sola mención de su nombre lo había despertado por completo.
— ¿Está ahí?
La pregunta era innecesaria, pero aun así tenía que preguntarlo.
— Ha bebido más de lo debido, y está empeñada en irse a casa con un tipo que acaba de conocer y que tampoco está en condiciones de conducir... — Le explicó brevemente— La verdad no suelo meterme en estos asuntos pero sé que es tu amiga... Y no he visto a ese hombre por aquí en mi vida...
Morgan no necesitó escuchar nada más. Emily había regresado hacía unos meses y se sentía responsable de su bienestar. No estaba dispuesto a perderla dos veces, por mucho que ella se empeñara en demostrar que era la misma de antes.
La realidad era que Emily había cambiado, pero ambos habían preferido fingir que ninguno de los dos se había dado cuenta.
— Voy para allá. ¿Les has quitado las llaves?
— Es lo primero que he hecho— Le confirmó Lucas.
Menos de veinte minutos después, Morgan entraba en El Laberinto, y tan pronto lo hizo la divisó. Vestía un sugerente vestido negro de tirantes y bailaba en la pista con un hombre al que definitivamente Derek tampoco conocía.
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PEQUEÑAS PALABRAS
RomanceUna historia de amor sencilla entre Derek y Emily. Nota. No soy dueña de mentes criminales, y menos de sus personajes, sólo escribo por pura diversión.