CAPÍTULO 3

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Era más de mediodía cuando Morgan acompañó a Emily hasta su vehículo, que seguía en el aparcamiento del Laberinto. Había insistido en llevarla a su casa e ir a recogerla más tarde, una vez que se le hubiera pasado la resaca, pero Emily se había negado rotundamente y además incluso se había ofendido por el hecho de que Derek hubiera dudado de su capacidad para conducir.

Ese era el motivo por el que ahora estaban estacionados frente al sedán de Emily, preparados para despedirse hasta el lunes siguiente.

— ¿Estarás bien?

Morgan era consciente de que su exceso de preocupación, podía provocar algún tipo de mirada fulminante por parte de Emily, pero aún no estaba convencido de que su cabeza estuviera lo suficientemente despejada como para conducir hasta su casa. Estaban cerca de Quántico, pero no del bloque de apartamentos donde vivía Emily. Y a pesar de que era sábado, había mucho tráfico, cosa que ella detestaba. De hecho, sabía que en muchas ocasiones Emily prefería tomar el metro en lugar de utilizar su coche para ir a trabajar.

Además, ¿Cómo podía sentarse alguien al volante con semejantes tacones?

Se preparó para algún tipo de reproche, pero esta vez, no se produjo.

— Te enviaré un mensaje desde que llegue a casa, ¿De acuerdo?...— Sonrió Emily con condescendencia— ¿Crees que podrás soportar no saber nada de mi durante unos veinte minutos?— Se burló.

Morgan se tuvo que tragar la sutil indirecta y simplemente le dirigió una expresión culpable.

— Supongo que no puedo seguirte— Bromeó.

— No, no puedes — Le advirtió entre risas, y se apeó de la camioneta de Derek.

Éste la contempló mientras se dirigía hacia su vehículo, y permaneció en el estacionamiento hasta que Emily arrancó el coche, y con un saludo fugaz, pasó por delante de la camioneta. Morgan la siguió con la mirada mientras se alejaba y no se movió de allí hasta que la perdió de vista.

Sabía que era una estupidez inquietarse de aquel modo por ella, pero simplemente no podía evitarlo.

Morgan ya estaba de nuevo en su casa cuando recibió un mensaje de Emily que no era más que un emoticono de una carita feliz, seguido de otro enviando un beso amistoso. No supo qué le resultó más extraño, si el hecho de que hubiera conseguido llegar realmente a su casa en veinte minutos, teniendo en cuenta el tráfico que había, o que hubiera enviado emoticonos, algo nada habitual en ella.

Estaba divagando aún sobre ello cuando le llegó otro mensaje.

En esta ocasión un jacuzzi.

Y entonces Morgan se echó a reír al recordar que era una de las pocas palabras que había conseguido descifrar entre sus balbuceos. No tenía ni idea de cómo podría relacionarse con un gato, y sospechaba que si le preguntaba a Emily, tampoco sabría la respuesta.

Un minuto después, Emily recibía en su teléfono móvil un emoticono de una carita triste que simbolizaba claramente a Morgan, junto a otro jacuzzi. Con la sonrisa dibujada en los labios, le devolvió uno encogiéndose de hombros y otro más mostrándole la lengua, claro mensaje de que no estaba invitado.

El siguiente emoticono fue una carita llorosa.

Emily respondió con un nuevo jacuzzi, pero esta vez incluía una pequeña mujer morena bastante relajada, y a continuación una mano despidiéndose, lo que provocó de nuevo una carcajada de Derek.

Así se terminó la conversación surrealista de aquel día.

No volvieron a hablar hasta el lunes en la oficina. Morgan se había retrasado aquella mañana, así que cuando se acercó a la zona de escritorios para saludar, Emily ya estaba allí charlando con J.J y Reid mientras compartían el café de la mañana. Saludó y dejó la bandeja de donuts que acababa de comprar en la pastelería - ese era el motivo de su retraso - y luego se dirigió directamente a la morena.

PEQUEÑAS PALABRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora