15.- versos para bajar de peso.

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Para bajar siete kilos en un mes,
no gaste en doctores, nutricionistas, ni shamanes,
ya no sufra hambrunas, no, qué barbarie!!
No llame al llame ya, buscando productos milagrosos, cinturones abdominales, enemas digitales,
ni aplique en sobredosis el milagroso reduce fat fast.
No convoque a obscuros dealer de farmacia, en procura de clorhidratos de fentermina, sibutramina, y efedrina.
No sea bestia y no le crea a la Cosmopolitan, al Mens Health, ni al Guardián de la Salud,
que la solución a tus grasas y desgracias,
radica en el aquel sentido,
que ya se ha dicho tantas veces,
es el menos común de todos:
Son reglas muy sencillas,
que pueden extender la vida inmoral,
de obesos calaveras y disolutas gozadoras del tentempié.
Es tan simple como dejar de consumir azúcares mal sanos, masas, harinas malignas de toda índole,
y encurtidos de puerco delicioso
rebosantes de glutamato.
Deberás también dejar los corchos y las tapas roscas en su lugar por un rato sensato,
y suspender el consumo de toda clase de alcoholes espirituosos, sin horror ni sed.
Anda, tómatelo con calma, que 30 días no alumbran elefantes rosa,
no te contagiarán de virtudes morales,
ni te volverán arrepentido, iluminado ni abstemio.
Acompáñese todo este sacrificio venial, de abundante agua pura, frutas jugosas de media tarde y mates amargos para acompañar los asados, las morcillas y los lomos vetados más jugosos,
que aquí no se predica el veganismo
que las manzanas tienen también corazón,
aunque no mujan ni chillen cuando se les arranca de las ramas tristes de su progenitora muda.
Hágame caso y no salga a trotar como un tarado, ni vaya al gimnasio a dar jugos con las pesas,
a menos que sea para practicar el secreto voyeurismo deportivo,
de mirar escotes sudorosos y nalgas de combate.
Mejor gaste sus latidos cardiacos, en hacer el amor una vez por día y de follar el doble de lo que hace el amor,
de preferencia practíquelo a puerta cerrada de habitaciones calurosas,
y no sea cómodo,
lleve la acción siempre desde arriba, o atrévase a darle como un toro, contra la pared.
Evite fumar, para que el hocico no le apeste como el demonio,
y recupere la capacidad aeróbica que se dejó perdida en los baños del colegio durante la pubertad.
Salga de juerga con los amigotes más ebrios,
y hécheselos al hombro cuando queden tirados en la barra de regreso a casa.
Si tras 30 días de seguir estos sabios y esbeltos consejos,
no ha logrado bajar al menos siete kilos y tres centimetros de tapabarriga,
no le devolveremos su dinero,
no sea vaca,
Que somos poetas y no magos.

Placebo para adolescentes moribundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora