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Las luces de los bomberos resaltaban desde varias calles, no hacía falta las luces de los faroles para que alumbrara en la oscuridad. Los chillidos de los animales preocupaban a los que pasaban cerca, dándose cuenta de la tragedia que había ocurrido. Una grande tienda de mascotas ardía en llamas.

Se rumora que la causa del incendio es probablemente un cortocircuito, pero nadie sabía exactamente.

Hoseok salía de su clase extra de inglés que estaba cerca de su casa. No le gustaba mucho la materia pero tenía que llevarla para seguir avanzando la carrera. Caminaba distraído mirando lo sucedido, su corazón se apachurró al ver a los animales que fueron rescatados.

Enjaulados y un poco sucios por el humo, recibían atención por parte de algunos veterinarios y luego eran ubicados en jaulas para trasladarlos a un centro de animales y esperar su recuperación. Luego buscaría en que refugio estarían para ir a adoptar alguno. Sus padres se podrían muy feliz que sus bebés —gatos— tengan compañía. Giró la calle, alejándose de las luces y ruido, cuando sintió su pie más pesado.

Era un bonito conejo blanco. —Que cosita para más bonita —pensó. Pero al ver que el animal empezaba empujar su cuerpo —para ser más exacto, su pelvis— y su pie era quien los recibía, sintiendo el cosito del animal tocar su piel —frío y húmedo— se alejó un poco para tomar a la bola de pelos en su mano.

—Eres un conejito muy pervertido —dijo besando su nariz —. Ya te buscaré una novia, pero primero te llevaré a mi casa.

El animalito se removía entre las manos delgadas de Hoseok, donde la colita no paraba de moverse por la emoción.

Mi corazón va a explotar de amor —chilló alegre recibiendo el beso —. Novia no, te quiero a ti solo a ti, para que mi cosito esté feliz.

Los ojitos del animal brillaron ilusionados y Hoseok juró que el animal asintió ante lo que dijo. No tardaron mucho, unas cuantas calles más y llegaron. Hoseok contaba con una casa propia y modesta gracias a sus padres.

Era de tamaño mediano, de un solo piso, con un gran jardín delantero, una cerca mediana de hierro con algunos detalles y colores. Estudiar literatura le daba un poco de tiempo libre para cuidar su casa y salir a divertirse.

—Bueno pequeño —dijo al entrar —. Este es tu nuevo hogar.

Un ráfaga de aire cálido golpeó la carita peluda del conejito y le gustó, el aroma del joven que lo había rescatado se percibía con intensidad y eso le agradó a la bola de pelos.

Hoseok lo colocó en el piso con figuras de hojas y se encaminó a la cocina. Buscaría que hacer para comer o podría pedir.

—Veremos que hay para la pequeña bola de pelos —habló para sí mismo mientras buscaba verduras. Lavó algunas que tenía guardadas y las colocó en un plato pequeño que no solía utilizar.

—Ven bolita de pelos —llamó con dulzura —. Ya es hora de comer —canturreó.

—¿Qué voy a comer? —respondió una voz gruesa y varonil.

Un hombre entró a la cocina. Era un tipo alto, con cabellera negra y ojos claros —no reconocía el color— mandíbula perfilada. Su cuerpo se encontraba desnudo, mostrando su pecho y abdomen con rastros de vellos oscuros. No bajó más la vista porque sabía que estaría su sexo descubierto. Regresó a la cara y notó unas orejas en ella, blancas y peludas, como la de bolita de pelos.

—¿Bola de pelos?... ¿Eres un híbrido? —preguntó un poco sorprendido. Y no es porque no los conociera, si no, por tenerlo desnudo frente a él —. Cúbrete —le tiró nervioso una toalla pequeña de la cocina.

—¿No estás asustado? —preguntó el híbrido sentándose en una silla. Hoseok negó.

Asustado no, nervioso y un poco caliente si.

—Mis padres tienen a dos gatos híbridos —murmuró dándole la espalda —. ¿Qué quieres para comer? —preguntó nervioso.

—A ti.

El cuello de Hoseok pudo haberse lastimado por el giro tan brusco que dió. El híbrido empezó a acercarse al hombre que se agarraba bien del mesón para no caer.

—¿Qué dices? —murmuró —. ¿Me darás de comer?

Hoseok estaba en su habitación, escuchaba como el joven lo llamaba para aparearse. Quería tener sexo con él, un hombre que no había pasado a siguiente base con su antigua novia y novio —si, sólo había tenido dos relaciones en su vida y seguía siendo un virgen puritano—, que no tenía experiencia, pero sabía del tema.

Una persona inexperta con una desesperada no sería una buena combinación. Eso terminaría en un desastre total. No quería parar en el hospital o que le pregunten porque tenía un híbrido en su casa de manera ilegal.

Conociendo las leyes, de seguro iría preso y sus padres se estuvieran retorciendo en sus tumbas por hacer semejante canallada. Le habían enseñado a protegerlos y no a aprovecharse de ellos. Se colocó los audífonos con música a alto volumen y regresó su mirada a la pantalla del computador, necesitaba concentrarse en su trabajo y no en un hombre de cuerpo sexy, voz sexy, rostro sexy y buena polla.

Hoseok se sonrojó al recordar que su mirada no pudo con la curiosidad y miró la parte íntima del híbrido. Nada comparada a la que vio y sintió en su forma animal. Alejó esos pensamientos lujuriosos que podían hacerle que llegue donde él conejito y tener camadas, aunque sería imposible —o eso creía.

Rió ante su comentario y dejó de pensar en la bola de pelos, ya no tan bola de pelos, si no, bola de músculos andantes.

Jungkook cambiaba los canales de televisión de manera rápida, el no quería eso, el quería poder estar con él bonito hombre que lo llevó a salvo. El Híbrido recordó como el joven pasaba por la calle mientras él se encontraba en la vitrina, mirándolo con la baba caída y ojos soñadores.

Lo veía antes que abrieran la tienda y después que cerraban. Una sola vez lo observó acercarse a la vitrina y mirarlo. Jungkook sintió su corazón saltar muy fuerte cuando los ojos marrones con destellos dorados se posaron con los suyos, con su cabello castaño claro bien peinado. Luego de eso sonrió y notó como se le formaban unos cuantos hoyuelos en sus mejillas.

Jungkook sabía que era bien parecido en su forma humana, su cabello revuelto y negro le daban el aspecto como un tipo malo, o eso es lo que veía en la televisión de la tienda. Había sido un mal conejito cuando llegaban a querer comprarlo, por lo que optaba por escaparse de los brazos que lo sostenían o en el mayor de los casos, morderlos.

Revolvió su espesa cabellera y pataleo en el sofá. Por fin estaba en la casa del tipo que lo había flechado y era su crush —eso también salía en la TV, pero no sabía bien de que se trataba—, se había escabullido en pleno incendio, en su forma animal porque no quería ser llevado a un lugar donde no podría ver al niño bonito de cabellos claros, por eso cuando percibió su aroma, se lanzó a su pie.

No debió frotarse, no debió, no debió, pero no pudo controlarse. Bueno, al menos viviría ahí y nadie lo sacaría, ni el propio dueño —que era también de su corazón. 

Love♡Tokki • [JungHope] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora