I Played

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Sus manos sudaban.

¿Cómo diablos había logrado que Jennie, la chica más hermosa del planeta, estuviera en su habitación?

Jennie se encontraba inspeccionando su cuarto, el cual era bastante normal. No muy grande ni muy pequeño. Paredes de un claro y tranquilizante color azul, con su propio baño. Tenía varios posters de idols en sus paredes. IU, DAY6, SHINee, eran sus más queridos grupos. Río, a pesar de lo cara dura que solía ser Lalisa, seguía siendo una adolescente.

3 años.

Y con eso recordaba que, lamentablemente, Lisa todavía era "ilegal" o eso le había repetido una y otra vez ChaHee hoy por la mañana. Rápidamente borró esos pensamientos y miró a la pelinegra que se encontraba nerviosa observándola desde su cama. Se acercó a ella tranquilamente y como si no fuera nada le colocó una mano en el muslo.

— Tranquila Lisa — Dijo amablemente—. Piensa que esto es como una demo, ¿sí?

— Sí...sí... — A pesar de ello la menor sentía como su interior era una explosión de sentimientos, para ella no era una demo, ¿sí? Aquella universitaria le gustaba más de lo quería admitir.

— Empecemos.

Dicho esto Jennie le tomó el rostro entre las manos y se acercó.

— Tienes que ser natural Lisa — Otra vez ese apodo que la hacía explotar de felicidad —. No cierres los ojos con demasiada fuerza, se cerrarán solos cuando sea el momento, ¿va? — La pelinegra asintió observando atentamente los ojos de la mayor—. Cuando lo hagas con la chica indicada no te pongas tan nerviosa, la mayoría no sabe que hacer con sus manos cuando besa. Te recomiendo rodearle el cuello — La castaña la miró y luego río —. A menos que seas la pasiva. Sí eres la activa sostenla por la cintura.

Lalisa estaba sonrojada hasta la medula.

— ¿P-pasiva? ¿C-cómo s-sabré si yo s-soy...?

Jennie soltó una carcajada.

— Lo descubriremos. — Y sin previo aviso la besó —.

No era nada parecido a como lo había imaginado tantas veces.

No señor.

Era muchísimo mejor.

Sus suaves labios danzaban un suave compás sobre los suyos. Sabían a universo. Una cascada de estrellas caía sobre ellos. El sol reía. La luna lloraba de felicidad. No quería que aquel sentimiento parara. Nunca.

Jennie se sorprendió de lo bien que los labios de Lalisa encajaban con los suyos. Y, Dios, lo bien que se sentía. A diferencia de ChaHee, los labios de la pelinegra sabían a una combinación de durazno, fresa, manzana y amor. Éste último pensamiento la tensó y se separó sin quererlo realmente.

Lalisa abrió lentamente sus ojos y suspiró. Era el mejor beso que había dado. Y el único.

— Así es como debes besar en la primera cita — Le guiñó un ojo Jennie —. Ahora veamos que haces con tus manos.

Se besaron nuevamente. Y otra vez. Una vez más. Hasta que Lalisa encontró un cómodo lugar donde colocar sus manos.

Eran besos inocentes. Besos suaves. Besos lentos. Besos que las hacían derretirse lentamente hasta fundirse en un sólo cuerpo.

un suspiro — Bien, bien, bien, bien. Así es como se tiene que besar. — Acarició lentamente la mejilla de Lalisa tratando de recuperar el aliento, cada vez los besos eran más largos. Y mejores. — Ahora hay que practicar para la cuarta cita...

Y así cada beso se hacía más salvaje. Más pasional. Más hermoso.

Lalisa sentía que la temperatura de su cuerpo subía cada segundo que sentía los carnosos labios de Jennie sobre los suyos. Cada vez más desesperados, rápidos y hambrientos. Sus manos apretaban fuertemente su cintura. Pero no era suficiente. ¿En la cuarta cita podía mover sus manos? Sí. La castaña movía sus manos de arriba abajo por si espalda, deteniéndose en los omoplatos para acariciarlos. O los detenía en la nuca y la acercaba más hacía ella. Lisa decidió mover sus manos lentamente por sobre su cintura. Arriba, abajo. Jennie soltó un suspiro en medio del beso que le pareció bastante sensual a la menor. Y como por arte de magia ambas abrieron sus bocas y empezaron una danza con sus lenguas.

Al principio era lento, pues Lisa no tenía idea de que diablos hacer. Poco a poco, lentamente entendía como era que le gustaba a la castaña. Porque sí, las clases no eran para aprender a besar, si no eran para saber como besar a Jennie. Una mano traviesa se coló por debajo de la camisa de la menor que la agarró por sorpresa. Pero no le disgustaba. Claro que no. Sentía pequeñas caricias sobre su abdomen. Se sentía taaan bien. Tan bien que no Lisa no pudo evitar soltar un pequeño gemido.

Jennie tenía que parar o ambas se volverían locas. Se sentía como viajar por los colores. El bello color de las olas le pegaba en un costado, mientras que el dulce color del amanecer por el otro. La luz de la luna las abrazaba por un momento y era reemplazada por el negro que rodeaba los hermosos ojos grandes de Lalisa. Claro que la menor no se detendría, estaba alucinando. Entonces la castaña tomó la iniciativa y se separó.

Ninguna se había dado cuenta que en algún momento se habían recostado sobre la cama. Acariciandose, tomando pequeños descansos para volver a respirar, pero no duraban mucho, sus labios se veían forzados a no separarse. Ambas estaban sintiendo algo nuevo. Lisa estaba fascinada. ¿Jennie?

La castaña se levantó rápidamente de la cama, la menor estaba sonrojada y desarreglada, no habían sido más que sólo besos, ¿cómo habían acabo así? No se imaginaba su apariencia. Estaba anonadada de la intensidad que había sentido al besar a su vecina, pero trató de esconderlo. Nadie podía saber que Lalisa Manoban había convertido a Kim Jennie en un manojo de sentimientos en sólo poco tiempo.

Al diablo el tiempo.

— Tengo que irme, tengo practica — Soltó rápidamente, los ojos de la contraria la estaban volviendo loca—. Se me hace tarde.

La chica salió como un rayo de la habitación.

Lalisa estaba como piedra sobre su cama. ¿Qué diablos había pasado? Ella sabía que lo que estaba sintiendo era algo más. Algo que la sobrepasaba. Y claro que no le molestaba.

Decidió darse una ducha. Podría pensar.

Y quitarse el infierno que sentía entre las piernas.

Oops...I Did It Again | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora