| 10. Maniquí Maldito

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| 10. Maniquí Maldito

Yoongi no recuerda mucho de su vida antes de ser un maniquí maldito. A veces aparecen escenas aleatorias en su cabeza para nunca marcharse. Supone que es parte de su maldición, o tan solo una consecuencia de su inmortalidad.

Sabe que nació de padres nobles; que su madre fue una princesa de la luna que se casó con un guerrero con ansias de conquistar todos los países para ella. Conllevó ríos de sangre que hoy día se pueden corroborar en los libros de historia: El exterminio de los nativos de las Estrellas. Ellos buscaban que Yoongi gobernara el país de la Luna y también el de las Estrellas; posteriormente, se convertiría en el máximo gobernante a nivel mundial.

En la actualidad, Yoongi tiene entendido que ese país azotado por el genocidio está habitado por mestizos, incluso su presidente lo es. La última persona sangre pura de la nación de las Estrellas había sido el brujo que lo condenó o lo bendijo.

Con la mente nublada, ya no entiende qué es lo que quiere. Perdió su personalidad original hacía tanto tiempo, fue tantas cosas. Pero, extrañamente, nada se sintió como Jungkook.

Le gusta pensar que le pertenece. Que, de irse lejos, tendría un lugar al que regresar.

Que Jungkook retornaría a él, por él.

Sabe que está muriendo. Puede ver sus nervios, la piel se cae a tirones. Pero no hace nada más que esperar. Ojos abiertos que esperan por Jungkook, para que su regreso tenga sentido. Despedirse, a pesar de que desea estar con él mucho más tiempo.

Escucha el llanto de sus amigos. Le hablan, pero Yoongi no es capaz de entender. Aun así, sonríe, porque descubre que los estima. Los quiere. La revelación natural de un lazo amistoso que perduró los tres años que fue su maniquí, y el último año y medio en el que conocieron su realidad maldita.

Abre los ojos y no sabe dónde está. Jungkook tiene una barba de días que no lo haría lucir tan guapo como siempre para una persona cuyo punto de vista es objetivo; Yoongi, quien yace pensando en cuán perfecto lo considera, se da cuenta de que su opinión está viciada, pero, ¿por qué? ¿Por amor? ¿Afecto? Ni siquiera se quiere a sí mismo, ¿es capaz de adorar a otro ser que lo adora a él?

—Yoongi... —suspira y se acerca a besar su rostro. Supone que se ve fatal, pero Jungkook no parece estar pendiente de su aspecto—. Por fin despiertas, tenía tanto miedo... Tengo...

Se las arregla para sonreír, pero sus encías no se muestran.

—N-No te pre-preocupes...

—¡¿Cómo puedes pedirme eso?! —Jungkook solloza— Si me imagino sin ti y...

Yoongi levanta una mano y acaricia las ojeras de Jungkook, delineando las muestras de su falta de sueño.

—¿Por qué?

—Porque te amo.

Hay un silencio. Un suspiro y un llanto seco que seguramente proviene de Jimin.

—No.

Jungkook se ríe, sarcástico. Yoongi abre la boca, pero nada sale. La puerta siendo cerrada resuena; Jimin y Hobi los han dejado solos.

—¿No? ¡¿Qué quieres decir?! ¡Te amo, idiota!

—¡NO!

Ambos se sorprenden por la voz ronca que no se quiebra. Establece un punto que los ojos púrpuras mantienen; querer a un maniquí maldito no está bien. Adorarlo, tal vez. Pero incluir la palabra amor es un problema por donde sea que se mire.

«Es tan injusto morir ahora, dejarlo...», le dice al brujo. No recuerda su nombre y hace mucho que no intenta comunicarse con él. Los primeros dolorosos siglos fue muy común; cuando todo dejó de importar, Yoongi se resignó a un punto final en su historia de desolación.

Maniquí Maldito | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora