Capítulo I: De vuelta al hogar

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El aire frío golpeó mi cara al salir del aeropuerto. Después de casi un año de ausencia había vuelto a Londres mi ciudad natal, la ciudad que me había arrebatado todo lo que me importaba. Odiaba esta ciudad, pero a pesar de ser el origen de mi sufrimiento, la única familia que me quedaba estaba aquí.

Me acerqué a un taxi, metí lo que era mi equipaje en el maletero y entré en el vehículo, una vez dentro le indiqué al conductor el lugar donde tenía que dejarme. Una vez en marcha empezó a llover, apoyé la cabeza en el cristal y observé las calles, borrosas a causa de la lluvia.

Estaba tan absorta mirando las gotas de agua caer por el cristal, que no me di cuenta de que habíamos llegado a mi destino. Bajé del taxi, cogí mi equipaje y pagué al conductor.

Cuando entré en la casa nadie vino a recibirme, pero no importaba, se suponía que tendría que llegar dos días después. No era de extrañar que no hubiese nadie en la casa. Subí lentamente los dos tramos de escaleras que conducían a mi habitación, la pequeña buhardilla de la tercera planta.

Estaba todo como lo dejé un año atrás, tiré mi equipaje al suelo y me tumbé en la cama. No, no todo estaba igual, no desde ese día, nada era lo mismo. Luchaba cada mañana para levantarme y seguir con mi "vida", si se la podría considerar así, los recuerdos seguían ahí aunque intentase olvidarlos.

Miré mi viejo escritorio, sobre él había unas carpetas. Me levanté y las ojeé, eran casos abiertos de robos, desapariciones, contrabando e intento de asesinato, cogí las carpetas y las tiré en la papelera que había a los pies de mi cama. Acababa de llegar y mi abuelo ya me estaba dando trabajo, sin duda era una broma de muy mal gusto.

Pero no se lo podía tener en cuenta, solo intentaba que estuviese ocupada para no pensar demasiado en el pasado. Oí como se habría la puerta de la entrada, seguido del golpeteo de un bastón acompañado con el sonido de pasos.

Bajé lentamente para recibir a mis abuelos, me paré en las escaleras que conducían a la segunda planta. Al verme me dedicaron una sonrisa de felicidad, yo les respondí con una sonrisa que intenté que no pareciera muy forzada.

-¡Violet! -exclamó mi abuela con felicidad al mismo tiempo en el que me daba un abrazo.

-Cuanto has cambiado pequeña -dijo mi abuelo dándome otro abrazo- Vamos al salón, cuéntanos que tal te ha ido este año recorriendo Europa.

Hacía que sonase como unas vacaciones, pero no lo habían sido. Había pasado todo el año siguiendo los movimientos de los criminales que habían acabado con la vida de la persona que más me importaba, eso no es lo que yo consideraría una vacaciones.

Charlamos largo rato mientras tomábamos el té que mi abuela había preparado, fue entonces cuando me acordé de las carpetas que había tirado. Mi abuelo Mason Holmes V, estaba muy anclado en las viejas tradiciones de la familia Holmes, buscaba casos y prácticamente me obligaba a colaborar con la policía, como todos mis antecesores habían hecho.

-Abuelo que significan esas carpetas que había en mi mesa -dije seriamente.

-Son unos casos que están dando mucho quebraderos de cabeza a la policía -bebió de su taza- pensé tú podrías ayudarles.

-Sabes que lo he dejado, ya no me interesa nada relacionado con el mundo criminal -apreté fuertemente mi taza, haciendo que mis nudillos se volviesen bancos- ¿Por qué suiges empeñado en eso?

-Ya ha pasado un año, tu abuelo y yo pensamos que seria bueno para ti que dedicase tu tiempo a lo que te gusta.

-Pensasteis mal, además esos casos requerirían un par de semanas por lo menos -les miré- y no voy a estar tanto tiempo aquí, dentro de una semana parto para Irlanda.

-Me temo que eso no va a ser posible -miré seriamente a mi abuelo- No podemos permitir que sigas malgastando tu tiempo persiguiendo fantasmas, es hora de que pienses en tu futuro.

-No son fantasmas, estoy muy cerca de atraparlos.

-Eso dijiste hace seis meses, y todavía no tienes ni una prueba sólida -dijo seriamente- y aunque tuvieras una y consiguieras atraparlos, de que serviría, Él no va a volver.

Se me resbaló la taza de las manos, cayendo sobre el suelo fragmentándose en numerosos trozos.

-Eso ya lo sé -me temblaban las manos- pero capturar a los culpables de su muerte es lo único que puedo hacer, -las lágrimas recorrían mi rostro- se lo debo.

-Cariño, ¿por qué no subes a descansar? -dijo mi abuela- ha sido un viaje muy largo, debes estar cansada.

Lentamente y sin decir palabra, subí de nuevo a mi habitación. Me tumbé sobre mí cama, las lágrimas seguían brotando de mis ojos.

Todavía escuchaba las palabras de mi abuelo, "Él no va a volver", ya lo sabía, pero su muerte había sido culpa mía, lo único que podía hacer para remediarlo era acabando con sus asesinos.

No se cuanto tiempo estuve recordando, sin darme cuenta caí en un profundo sueño.

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2015 ⏰

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Violet HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora