Los autos que veía pasar por la ventana me llevaron a pensar en Rodi.
¿Sería posible arreglar las averías que tenía? Quería pensar que sí, dolía solo imaginar que tenía que dejarlo.
—Karah ¿en qué piensas?
Laurette, se encontraba frente a mi en la mesa de la cafetería en la que nos encontrábamos, se suponía que debíamos estar trabajando en el marco de referencia de mi trabajo de grado con el que mi amiga de toda la vida me estaba ayudando pero hoy no podía concentrarme.
Se veía muy linda con su cabello rubio totalmente liso que contrastaba con el mío que era todo ondas y castaño oscuro. Eramos amigas desde que tenía memoria y ella era la persona después de mi padre a quien más quería en el mundo. Estuvo en los momentos más difíciles de mi vida como la muerte de mi madre, y estuve con ella cuando su salud estuvo en declive.
—Te volviste a ir—reímos, no era algo extraño, mi mente divagando era algo que en ocasiones no podía controlar.
—Te pido perdón pero no creo que pueda prometer que no volverá a pasar—. Ella sonrió y volvió a concentrarse en los papeles que teníamos esparcidas en la mesa y los organizaba.
Desde pequeñas habíamos sido muy unidas, nuestros padres eran amigos desde la universidad, cuando nos conocimos hicimos buenas migas y a ellos les encantó la idea de que su amistad continuara con nosotras.
Fuimos inseparables, nos inscribieron en la misma escuela, teníamos gustos muy afines pero al llegar a la universidad no tenía muy claro que estudiar termine inscribiendome en la carrera de finanzas y ella se había declinado por las letras, y aunque escogimos carreras distintas coincidimos en matricularnos en la misma universidad.
—Sí, definitivamente hoy no es tu día, vamos a recoger todo y te llevo a tu casa. Por cierto ¿cómo está Rodi, qué te dijo el mecánico?—. Suspiré recordando la conversación con el señor Bernardo que no había sido muy alentadora.
—Nada bueno, me dice que al ser un auto muy antiguo es muy difícil encontrar las piezas que necesita y sin ellas es imposible que me lo entregue listo.
—Lo siento mucho, Kari, se cuan difícil debe ser para ti todo esto.
Rodi era un Renault Space 1984, que mi abuelo había comprado a mi madre al cumplir los 17 años y fue el último regalo que ella recibió de él, mi madre le guardaba un gran aprecio y fue ella quien le había puesto Rodi al auto en memoria de mi abuelo que se llamaba Rodolfo. Al principio no entendía por qué mi madre le había puesto el nombre de mi abuelo a un carro y le guardaba tanto aprecio hasta que la perdí y Rodi se había convertido en mi objeto mas preciado.
Era solo observar a Rodi y a mi mente venía la imagen de mi madre.
Mi madre Camila fue una mujer muy valiente, había tenido una vida cómoda hasta la muerte de su padre propietario de una constructora y que había perdido la vida en un accidente de auto, con el esfuerzo de su madre que tuvo que enfrentarse a un mundo empresarial que la había tomado con la guardia baja y la destrozó perdiendo casi todo, por suerte su casa había estado asegurada con arreglos legales y su padre se aseguró de dejar los estudios universitarios de su hija garantizados.
Muy joven tuvo que saber lo que era el trabajo y el esfuerzo para salir adelante, en el día asistía a clases y en las noches trabajaba como cajera en una tienda de conveniencia, solía contarme que al principio fue difícil, sus amigos la habían hecho a un lado y llena de rabia llegó a criticar a su madre por su ineptitud y la pérdida de todos sus bienes, sentia que habia sido su culpa toda la situación pero después de ver todo el esfuerzo de su madre que por sacar a flote y mantener lo poco que les había quedado consiguió un trabajo como asistente financiera que a pesar de la poca paga y el mal trato de sus jefes lo soportaba por poner en su mesa la comida, recapacitó y empezó a ayudar a su madre en lo que podía.
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Un Presagio Manchado de Rojo
General FictionUn infierno. Eso era la vida Karah, un autentico infierno. Ella lo sabía y todos lo sabían, pero nadie podía hacer algo para ayudarla. Sin esperarlo su destino se cruza con el de un hombre al que no recuerda haber visto nunca pero él sí sabe quién...