Peter M x Logan

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— Logan ¿me amas? — Peter sentía que sus lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero en su rostro no mostraba sentimiento algunos, tenía miedo de la respuesta pero en el fondo sabía cual sería, solo necesitaba que fuera real.

Apretó con fuerzas sus manos intentando distraerse para que ninguna maldita lágrima se le escapara, sintió como sus uñas quedaban clavadas en sus manos, al menos de esa forma el dolor lograba hacerlo más que su corazón a punto de quebrarse.El mayor lo quedó mirando, no mostraba ningún sentimiento en particular, lo que tampoco era raro, después de todo Logan no era de las personas más demostrativas que existieran. Y él, sabía perfectamente dominar sus sentimientos, aunque claro, eso no era más que una tonta apariencia.

— Pet, cariño — Logan se acercó con cuidado, sabía muy bien que su mocoso cuando estaba así era como un animalito herido, acercarse de golpe sólo lograría que terminara huyendo, y por supuesto, no era lo que quería en ese momento, tenía ganas de estrecharlo entre sus brazos, y llenarlos de mimos, no entendía que había pasado esta vez, aunque tenía una sospecha — Peter Django, mi conejito, te amo con toda mi vida — al fin pudo acercarse y dejar un cálido beso en la frente del menor — y mi vida es eterna Pet, te amo como nunca pensé amar.

— Lo... logie — Peter no aguantó más el llanto y se escondió en los brazos de su novio, mientras este lo abrazaba con cariño y dejaba tiernos besos en sus suaves cabellos.

— ¿Tuviste una pesadilla otra vez? — preguntó Logan mientras algunas risas se le escapaban.El menor levantó la mirada por algunos segundos, asintió mientras sus mejillas se tornaban de un fuerte carmesí. Logan no pudo evitar soltar una fuerte carcajada.— Son solo sueños amor, yo sólo te amo a ti.

* * * * *

Peter perdido en sus recuerdos soltó una risa algo maníaca, mientras mordía con fuerza haciendo que los caramelos se rompieran entre sus dientes. — Si claro maldito anciano, no fuiste más que un excelente mentiroso — apretó los puños con fuerzas, en él ya no había amor, sólo odio y una asquerosa sed de venganza.

Ya nadie reconocería a este nuevo Peter, aquel mocoso alegre y que no dejaba de sonreír mientras hacia bromas había desaparecido, en su lugar un hombre ya adulto, que ni siquiera sonreía, no al menos de felicidad, quería encontrar a ese jodido mutante y hacerle pagar.

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