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Koutaro se levantó de la cama, suspirando levemente. Su mirada se posó en la cama de dos plazas, donde ella y su novia dormían todas las noches.

Keiji estaba durmiendo. Su pecho subía y bajaba con lentitud, estaba relajada y esto era visible para la mayor que se encontraba desvelada.

—Ugh... —Susurró, saliendo de la habitación para irse directamente al balcón.

Caminó con lentitud, arrastrando sus pies desnudos sobre el frío suelo. Abrió aquella puerta corredora de cristal, pasando fuera. Suspiró levemente ya que una brisa helada chocó contra su rostro.

—Uh... —Suspirando nuevamente, se acercó a la barandilla y apoyó sus brazos ahí—. Wow... —Susurró, mirando hacia abajo.

Sonrió levemente, cerrando los ojos, dejando que la brisa chocase nuevamente contra su rostro.

Koutaro se mantuvo unos minutos en silencio, relajando su cuerpo por completo ante el silencio de la noche y el reflejo de la luna.

—¿Kou...? —Una voz adormilada la llamó.

Koutaro abrió los ojos ante la sorpresa y se giró, viendo a su novia parada aún dentro de casa, sin salir al balcón.

—Amor —Susurró sorprendida—. ¿Qué haces despierta?

—Eso debería preguntarte yo —Hizo un puchero, restregando sus ojos mientras bostezaba—. ¿Por qué no estabas en la cama?

—Ay... —Susurró al verla—. Me desperté hace unas horas. Al principio me quedé bastante tiempo en la cama, intentando dormir pero... —Fue interrumpida por la menor.

—No pudiste y decidiste salir al balcón —Volvió a bostezar—. Deberías haberme despertado.

—Exacto —Asintió—. Ay no, Kei, estabas durmiendo y se te notaba muy relajada —Negó—. No te iba a despertar por esto, amor —La miró.

—Mñmm... —Murmuró, asintiendo—. De igual manera deberías haberlo hecho, me hubiera quedado despierta hasta que te durmieras —Suspiró, mirando al cielo.

—Bueno, bueno —Asintió varias veces—. Hey, cariño —La llamó, extendiendo su mano—. ¿Te quedas conmigo...? —Sonrió levemente.

Keiji sonrió con ternura y tomó su mano, saliendo al balcón junto ella.

—Me quedaré eternamente a tu lado —Susurró, acercándose a ella para abrazarla, apoyando una de sus mejillas en el pecho de la más alta.

—Eres muy tierna, amor —Sonrió, envolviéndola con sus brazos—. Pronto amanecerá —Susurró Koutaro al ver el cielo.

—¿Te acuerdas de aquella vez que nos prometimos ver el amanecer juntas? —Koutaro asintió—. Tal vez podamos cumplir hoy la promesa —Sonrió, mirándola.

—Sí, sí, sí —Koutaro asintió varias veces—. ¿Sobraron galletas de las que nos dieron Osamu y Suna? —Keiji asintió ante la pregunta—. Genial, espérame aquí —Sonrió Koutaro.

Se separó de su novia y futura esposa, pasando dentro de la casa nuevamente. Se dirigió a la cocina, encendiendo el fuego para preparar dos tés.

Después de varios minutos preparando todo, Koutaro salió nuevamente al balcón.

—Ay Kou —Susurró su novia, sonriendo.

El balcón era bastante amplio, tenían una mesa y dos sillas para sentarse a disfrutar de las vistas del octavo piso.

Koutaro dejó el plato de galletas sobre la mesa, al igual que las dos tazas que contenían té.

—Mucho mejor, ¿no crees? —Sonrió, agarrando una silla para colocarla al lado de la de su novia.

—Sí, así es mil veces mejor —Sonrió ampliamente la menor, agarrando una galleta para comerla—. Osamu cocina muy bien —Halagó la pelinegra al muchacho.

—Y tanto, me encanta que nos regale galletas a veces cuando las prepara con Suna —Rió levemente la mayor, agarrando una galleta para comerla.

Ambas muchachas siguieron hablando y riendo juntas mientras aprovechaban el momento y desayunaban unas galletas con té.

El sol estaba comenzando a salir y eso era notorio para la pareja, la cual ya estaba mirando al cielo con asombro y entusiasmo.

—Wow... —Susurró Keiji, sonriendo al ver los colores.

—Mira, la luna ya se fue —Sonrió Koutaro—. Adiós, luna~ —Rió levemente, moviendo su mano en señal de despedida.

Keiji rió a la par que su novia, imitando sus movimientos de despedida.

—Adiós, adios —Sonrió—. Me gustan los colores del cielo, son hermosos.

—¿Verdad? Se ven colores anaranjados y algo rosados —Sonrió Koutaro, agarrando la mano de su novia.

—Muy muy lindos —Sonrió, mirando las manos de ambas—. Kou —La llamó en un susurro.

—¿Uh? —La miró de vuelta, sin soltar su mano aún—. ¿Qué ocurre, amor? —Susurró de vuelta, acariciando el dorso de la mano de la pelinegra con su dedo pulgar.

—¿Algún día me pedirás matrimonio mientras miramos el amanecer? —Susurró, sonriendo.

Koutaro se congeló en su lugar, parpadeando ante la pregunta que su novia acababa de hacer.

—¿Cómo? —Habló aún confundida.

—Que si me pedirás ser tú mujer mientras vemos el amanecer —Repitió, sin dejar de sonreír con ternura al ver el sonrojo de su pareja.

—Pues... no era mi idea principal pero... también es linda idea —Murmuró, asintiendo.

Esta vez fue el turno de Keiji para sorprenderse y sonrojarse por las palabras de su novia.

—¿Eh? ¿Ya lo estabas planeando? —Rió avergonzada.

—Sí... hace bastante tiempo llevo planeando cómo pedirte ser mi mujer —Sonrió—. Quiero que sea algo original y lindo, ¿sabes? —La sonrió.

—Cualquier cosa que vayas a hacer para pedirme matrimonio me hará llorar —Rió la pelinegra—. ¿Estás segura de querer pasar el resto de tu vida a mi lado? —Murmuró.

—Aww eres una bebé —Rió levemente, sonriendo—. ¿Uh? Claro que estoy segura, Kei —Hizo una pausa para mirar al cielo—. Creo que estar a tu lado es lo que más me ha ayudado a seguir en pie para vivir la vida —Sonrió levemente, admirando las nubes—. Estar contigo me hace feliz, me has ayudado en miles de ocasiones y jamás lo podría olvidar, porque has dejado una gran marca en mi vida —La miró.

Keiji sonrió al escuchar cada palabra que salía de la boca de su mujer, asintiendo a todo, dejándola hablar.

—Me has enseñado a superar situaciones que pensé que eran insuperables, a vivir pensando en el momento y no en el pasado o en el futuro. También me has enseñado a amarme más y más —La miró—.  Pero sobretodo, me has enseñado lo que es el amor de verdad —Sonrió—. Porque, aunque hayan pasado muchas cosas en nuestras vidas, yo sabía que estábamos destinadas a vivir el resto de nuestros días unidas, porque somos almas gemelas.

Las lágrimas de Keiji habían amenazado con salir hacía bastantes oraciones atrás. Cuando Koutaro dijo aquello del amor, fue cuando la hizo romperse ante ella, llorando sin control.

—Kou... —Susurró, limpiando sus lágrimas—. Dios, Koutaro, te amo demasiado —Se levantó y se sentó sobre su novia, abrazándola por el cuello—. Eres la mejor chica que jamás he podido conocer nunca, te amo con toda mi vida —Susurró, besando su mejilla repetidas veces.

—Digo lo mismo, mi amor —Susurró Koutaro, sonriéndola mientras la abrazaba por la cintura para evitar que se caiga de encima suya hacia el suelo.

Ambas jóvenes se miraron a los ojos, sonriendo a la vez. En ese mismo instante, ambas sabían que estar juntas había sido la mejor decisión que habían podido tomar nunca en sus largas y revoltosas vidas.

days with my soulmate!  #  bokuaka!femDonde viven las historias. Descúbrelo ahora