En Fairydail
<<¿Estás bien? ¿Hola? ¡Se ha desmayado, rápido, traed ayuda de un profe y llevémosla a la enfermería!>>
La cabeza me daba vueltas, me acababa de levantar y mi cabeza dolía un montón. "¿Dónde estoy?" pensé a medida que lograba aclarar mi vista. Un techo que no conocía estaba sobre mi cabeza. Enseguida busqué incorporarme y mirar alrededor, pero la cabeza me dolía un montón, sentí mi cráneo a punto de explotar, solo podía cubrirme la cabeza intentando que se pase.
— ¡Oh! Ya estás levantada_ escuché una voz aguda hablar_ Deja que aviso a Mark y a la chica te ha traído que te has levantado, además de al profesor_ comentó con alegría.
Saqué mis manos de mi cara e intenté identificar dónde estaba. El olor a alcohol 96º delataba que estaba en algo relacionado a enfermeras. Era una sala con paredes azules claras, con el techo blanco y suelo de baldosas blanquecinas. Por las paredes habían carteles con mensajes como "Asegúrate de vacunarte contra la gripe" y "Procura tomar tus medicinas y seguir el tratamiento", junto a armarios llenos de medicamentos y productos para sanar y limpiar heridas. Me levanté de la cama en la que estaba tumbada y pude ver a una mujer de mediana edad vestida con una bata sonriendo y anotando unas cosas en un papel en una mesa. Miré hacia otro lado y noté a un chico enfadado y una chica preocupada en la puerta de la sala.
— Ostias, no me jodas que me he desmayado y estoy en el hospital, dónde está mi móvil_ dije con un gemido de dolor casi de corrido.
— No estás en un hospital_ dijo la mujer de mediana edad levantándose de su mesa y caminando hacia mí con unos papeles_ Estás en la enfermería del instituto.
De repente me sentí completamente bien y con la mente despejada para hacer pensamientos coherentes. <<¿Cómo que enfermería del instituto? Si lo máximo que tenemos es un botiquín>> pensé con velocidad cuestionando mi ambiente. Enseguida toqué mi abdomen y mi espalda baja para notar si no me habían robado el páncreas ni los riñones. También miré si tenía aún mi calzado puesto y vi que seguía con la ropa con la que iba en clase. Estaba empezando a ponerme nerviosa, muy asustada.
— Gracias a Dios estás despierta_ comentó con calma la chica de la puerta acercándose para darme un abrazo, del que hui con velocidad_ Tía, ¿qué te ocurre?_ preguntó extrañada por mi reacción.
— Si esto es una broma, es de muy mal gusto_ dije cortante y seca, intentando que no se note lo asustada que estaba. Miré la mesita de al lado y vi mi teléfono cargándose. Básicamente lo arranqué del lugar y empecé a revisarlo para pedir ayuda.
— Corazón, ¿estás bien?_ me preguntó la señora con bata, casi tocándome.
— NO ME TOQUES_ grité con furia y miedo en mi tono.
A todo esto vi que el chico de la puerta me miraba con cierta curiosidad y disgusto. Era alto y musculado, así que en mi cabeza solo pasaba la idea de <<Empieza a correr hasta encontrar una salida de emergencias y llama a la policía mientras tanto>>. Vi el reloj puesto en la mesa del lado de la cama. <<Lánzalo contra el chico>>, pensé.
— No me digas que te vas a poner a hacerte la amnésica_ comentó con un tono cansado.
Decidí que era mi momento de ejecutar mi plan "pégale a la chica, patea a la señora y lanza el reloj contra el chico para huir". Enseguida salté de la cama contra de la mujer con una patada directa sus rodillas, al caer fui directa hacia la chica y la enganché del pelo para estamparla contra la pared.
Ambas gritaron del dolor y es cuando el chico intervino caminando hacia mí, pero reaccioné más rápido y fui directa a sus huevos lanzando el reloj, en lo cuál él logró esquivarme.
ESTÁS LEYENDO
Salto de realidades
Teen FictionMia es nuestra típica chica de novela para jóvenes. Literalmente lo es: vive en un mundo de novela romántica. Su vida sencilla dónde sus mayores problemas son decidir qué chico ha de declinar su oferta mientras devora una pizza se ve trastocada al c...