Naruto: Morir otro día.

¡Es por eso que no podemos tener cosas agradables!

¡Es por eso que no podemos tener cosas agradables!

Naruto se despertó a la mañana siguiente con un fuerte dolor de cabeza y el sabor del sake persistía en su boca. Cada fibra de su ser le dolía, sus músculos latían en lugares que ni siquiera sabía que tenía. Se sentía como si lo hubieran puesto en una picadora de carne, cortado y vuelto a armar en algún momento desde que durmió. Gimiendo, abrió los ojos ...

... al sueño húmedo de todo hombre. Tuvo que parpadear varias veces para aclarar su visión, casi incapaz de creer lo que estaba mirando. El sabor del sake aún permanecía en su lengua, sugiriendo que había bebido bastante anoche después de haber aplastado el espíritu de Minato. Gah. Ahí estaba de nuevo. El recordatorio de lo que Kushina -y por defecto él mismo- le había hecho a ese pobre chico. La mirada en sus ojos había sido completamente conmovedora en un momento, luego llena de veneno al siguiente.

Estaba casi seguro de que anoche se había hecho enemigo de su padre. Pero por más que lo intentaba, no podía pensar en una forma de deshacerlo. No sin darle a Kushina y no estaba dispuesto a hacer eso. Ahora no. Ni nunca. ¡Fue tan extraño! El Uchiha renacido todavía no estaba tan seguro cuando había pasado de verla como su madre a una persona separada, pero ahora era imposible hacer una distinción entre los dos. Kushina era Kushina y eso fue todo. No su madre. Solo Kushina.

Ah, pero se desvió. De vuelta al ataúd de carne en el que se encontraba.

En otras palabras...

... se despertó para encontrarse rodeado de mujeres.

Kushina.

Mikoto.

Karura.

Pakura.

Hoshi.

En algún momento debió haberse ido a casa; porque aquí estaba él en la cama y ellos también. Ese era el problema. Debió estar agotado, porque no recordaba nada más que girar el pomo de la puerta y entrar a Mikoto con una botella de sake. Sin duda, se había bebido algo para resolver su culpa. Realmente no debería haberle molestado tanto, este lapso en su memoria, pero de alguna manera lo hizo. La idea de perder incluso unos segundos era realmente bastante problemática. Hace mucho tiempo Durante la Cuarta Guerra Shinobi, cuando todavía era un Uzumaki, algo como esto a menudo significaba que alguien estaba tratando de someterlo a un genjutsu o, peor aún, el Plan Ojo de la Luna estaba comenzando a afectarlo. Dudaba mucho que esto fuera un truco de la mente, pero solo para estar seguro ...

"Kai." murmuró, pulsando su chakra y tratando de disipar el genjutsu. Por si acaso. No pasó nada. Kushina todavía estaba estableciendo una residencia firme en su brazo derecho y Mikoto en el izquierdo, mientras que Karura y Pakura estaban cerca, pero se habían instalado en la parte inferior de su cuerpo, sus piernas para ser precisos. ¡Junto con cierto Hyuuga, los cinco apenas cabían en su cama! Demasiado para intentar tomar las cosas con calma.

Lo que lo desconcertó fue así: ¿por qué estaban desnudos? Más importante aún por qué fue él desnudo? ¡Guh! ¿Y cuándo diablos había llegado Hoshi ? ¡Él recordó claramente separarse de ella en Ichiraku! Pero aquí estaba ella, envuelta en su pecho como una fina seda, con la mejilla apoyada contra él. Se dio cuenta de que era sorprendentemente ligera. Suave también. ¡Gah! ¡Para! ¡Maldito chico! ¡Sity! ¡Quedarse! El Uchiha renacido se reprendió a sí mismo por ese desliz mental, dándose cuenta de que en realidad estaba disfrutando de la sensación de sus pechos desnudos contra su propio pecho, el hecho de que todavía estaba dentro de ella ... ¡¿Qué?! ¡¿QUÉ?!

¡Oh querido dulce Kami, ten piedad de mi alma maldita y sácame de este mundo!

Naruto trató de cerrar de golpe ese tren de pensamientos antes de que pudiera salirse de las vías, pero ya era demasiado tarde; se dio cuenta exactamente de lo que había sucedido anoche. Lo que todavía estaba sucediendo. Se había emborrachado la noche anterior y había dejado a un lado toda inhibición. Cogí a la madre de Hinata. Y probablemente todos los demás en esta habitación, si se les creyera sus cuerpos desnudos. Ya podía sentir que se acercaba una migraña.