20: un día más, un día menos

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Era igual, todos los días parecían una copia y pega del anterior, parecía una película repitiéndose exactamente igual. Se sentía en una caja mientras proyectaban algo que ya había visto muchísimas veces.

Sus días se sentían apagados.

Las cosas no habían cambiado, lastimosamente, aún aquella poca esperanza de vida se desvanecía al pasar las manecillas.

El tiempo se llevaba los pétalos y los dejaba a la deriva.

Jungkook pasaba por el hospital todas las tardes, siempre con su ramo de flores; todo un caballero, besando la mano de Jimin y peinando sus cabellos mientras le hablaba de su semana. Aún mantenía aquella esperanza de que en medio de su plática Jimin soltase aquella risilla que solo él podía crear.

Pero no pasaba.

Trataba de contener sus lágrimas al estar con Jimin en la sala de hospital, trataba de mantener la sonrisa que a Jimin le gustaba. Aunque le costase un hueso del pecho, no lograba llorar dentro del hospital. Ni siquiera en el camino a su casa. Mantenía la cara seria y los ojos intactos, pero era diferente al pisar la puerta de su hogar, porque ya dentro se volvía vulnerable, cual niño pequeño lloraba abrazando su almohada. Cual niño pequeño, le temía a lo que pudiese pasar.

Los doctores nunca traían buenas noticias, el mismo informe se mantenía, poca esperanza para que los ojos de Jimin se volviesen a abrir.

A Jungkook le aterraba lo que pudiese pasar, no le gustaba pensar en aquello, pero cuando se encontraba solo y más vulnerable, lo hacía. Su alma rajándose en surcos de dolor al pensar en una vida sin Jimin, sería como una vida sin el sol, nada sobreviviría.

Todos los pensamientos negativos siempre lograban partirle en dos, lograban volverlo polvo así el viento se lo podía llevar.

Al pasar de los días se hacía un poco más débil, ya no esperaba a estar a solas en su habitación para echarse a llorar, ahora lo hacía desde que ponía un pie dentro de su hogar. Todo el que viviese bajo aquel techo notaba la falta de brillo de Jungkook, sus padres pudieron notar a su hijo cada día más apagado, luciendo más triste que el día anterior, apagándose junto a Jimin, eso decían.

—Jungkook...—Escuchó la voz de su madre cerca, cubrió su rostro para ocultar las pesadas lágrimas. Sintió sus brazos envolviéndole.—Tranquilo.

Abrazo a su madre, encontrando el consuelo de su madre entre caricias y susurros. Los brazos de su madre lograban sanarle un poco, ponía las piezas en su lugar mientras acariciaba su espalda.

—¿Cómo ha sido el día de hoy?—Preguntó en un susurro.

—Igual que los anteriores.—Susurro contra su hombro.

—Vamos a la cocina, toma un té de manzanilla.—Tomó su rostro entre sus manos, sonriéndole mientras limpiaba sus lágrimas.

Ella daría todo para volver a ver los ojos brillantes que Jungkook tenía, ojos que se habían iluminado cual cielo estrellado por el amor que aquel chico pelirosa le había concedido.

Tomó a su hijo de la mano, guiándolo hacia la cocina, con un beso en su frente hizo que se sentara en la mesa mientras ella le preparaba su té. Cuando estuvo listo; se lo dejo frente a él mientras ella se sentó a su lado, tomando su mano y acariciandola.

Quería que Jungkook dejase de sentirse tan roto por los acontecimientos que la vida había puesto cerca de él.

—¿Hablaste con los padres de Jimin?

—No, no hable con ellos.

—¿Con los doctores?

—Con una enfermera, los doctores solo hablan con los padres de Jimin.—Dijo sorbiendo de su taza.

Cigarro acaramelado ❞  ⨾ kookmin ˚ ✩.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora