Creer

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Pensaba que en mi historia solo podía haber una protagonista, pensaba que era una chica independiente, en todo momento me valí por mi misma, por mis creencias, por mis fallos... después de haber sido lastimada más de una vez, después de haber sufrido por amor, por amistades, acepté que mi futuro iba a ser solitario, yo sola frente a todos los problemas, pero cuando menos me lo esperé llegaste, algo cambió en mi y ahí fue cuando me di cuenta de que mi historia tendría dos protagonistas yo y tú, la chica de tez morena que mágicamente se ganó mi confianza.

Mis 15 años se han basado en caer sobre la misma piedra unas cuantas veces. Cuando creía tener una persona a mi lado, se desvanecía como el humo y esa niebla me hacía caer de nuevo. Sonará muy triste toda esta historia, pero claramente tuve momentos muy felices en mi corta vida, mi perrito, mi familia y sobretodo leer. No soy esa típica chica que sufre acoso y por eso está tan decaída, simplemente es la vida, y cuando uno se cae muchas veces, lo mejor que puedes hacer es aceptarlo, y sobretodo si te cansas de intentarlo.

Me llamo Devika Stolly, y soy de un pueblo de Altheney, es muy pequeño, aquí todo el mundo se conoce e incluso hay personas que te conocen más a ti que tú a ti mismo, por ello es mejor guardarte tus secretos. En la zona donde vivo hay cerca un instituto, es al que yo voy. Es pequeño y es pacífico, no suele haber peleas... pero la mayoría de los estudiantes ocultan su forma de ser por miedo al que dirán, fui una de ellos por mucho tiempo hasta que me cansé de fingir, maldito sea aquel día. 

Hasta que un día de agosto, un día muy soleado, llegó una nueva chica al pueblo. Vivía en la otra manzana, yo no estaba dispuesta a ir a visitarla, seguramente nunca llegaría a hablar con ella. Así que decidí quedarme en casa, como todos los días. Oía el sonido de bicicletas pasar, seguramente para visitar a la chica. Aun que pretendía no hacerlo, me preguntaba como sería, ya sabéis, la curiosidad mató al gato. 

Salí de mi casa, solo tenía pensado echar un vistazo, me quedé parada en medio de la acera intentando verla pero ya había mucha gente taponando mi vista.

--Hey Devika, ¿has conocido ya a Lilith?-- yo negaba con la cabeza a Taube, un chico de mi clase muy amigable.

--Que va, estaba intentando verla desde aquí.-- le respondí haciendo una media sonrisa.

Taube siguió adelante, pero yo me quedé allí observando el panorama, cuando de repente vi un cabello marrón muy bonito asomar a través de la incertidumbre. Veía que se acercaba una chica morena de pelo y de piel, con ojos de una tonalidad azul que transmitían mucha tranquilidad.

--Hola, soy Lilith.-- dijo la muchacha acercándome la mano.

--Em, hola, soy Devika, un gusto.-- respondí dándole mi mano, hicimos contacto visual durante unos segundos. Vi algo en ella que no veía en los demás y no sé que era.

--El gusto es mío.-- añadió sonriendo Lilith. --Soy nueva por aquí, aun que supongo que ya lo verás.-- bromeó mientras miraba a los demás que se marchaban en sus bicicletas.

--Si, ya veo.-- reí. Me transmitía confianza y sinceridad su manera de comunicarse, algo que no esperaba.

Pasamos la tarde conociéndonos, hablando del pueblo. Era una persona dulce, a veces una sonrisa puede ser el mejor regalo de tu vida.

El sol caía y nosotras nos despedíamos la una de la otra, después de conocerla me sentí de nuevo viva estando viva. Tener una persona en al que poder confiar es lo mejor que te puede pasar, yo la encontré después de duros años, y no puedo explicar lo libre que me sentía, tal vez como un pájaro fuera de su jaula.

Me ilusioné mucho, lo sé, no debería confiar tanto en una persona nada más conocerla, también lo sé, pero hay algo que me indica que es mi rayo de sol tras la tormenta, Lilith.

Mis ganas de ir al instituto cada mañana incrementaban diariamente, pero aún así me preparaba para la caída que posiblemente estuviese cerca.

Quedábamos por la tardes y hacíamos locuras, lo pasábamos bien, e incluso me di cuenta de que dibujaba como los ángeles. Creo que nos complementábamos la una a la otra, como hacen las mejores amigas de verdad. 

En el instituto nos sentaron al lado y hablábamos todo el tiempo, nos pillaron una o dos veces, pero nos daba igual, también fuimos nosotras mismas sin darnos cuenta, pero eso daba igual,  para nosotras solo existíamos nosotras. Lo que menos me esperaba es que no hubiese caída ni golpes, y eso me ilusionaba, por fin lo conseguí.

Pasó un año, mi confianza con ella aumentaba y mi felicidad al mismo tiempo. Pero nunca me imaginé que estuviese con ella en estos momentos luchando contra demonios.

Y escribo esto por si muero algún día, dejar constancia de lo bonita que fue nuestra amistad, que estaremos juntas hasta que seamos almas sin cuerpo y que haremos lo posible para salvar a nuestro pueblo y al planeta entero de estos entes, que no son nada fáciles de manejar.

ℑ𝔫𝔡𝔢𝔩𝔢𝔟𝔩𝔢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora