Llevé a mi amiga hasta la cabaña, estábamos agotadas, tocando el suelo lleno de barro húmedo descalzas y sin ninguna luz que nos guíe. Caminábamos calladas, el único ruido que escuchábamos era el de las ramas crujir bajo nuestros pies. Cuando de repente sentía dientes pinchados en mi pierna, un inmenso dolor me impedía andar y me obligaba a gritar. Mire abajo, mi pie izquierdo estaba sangrando, lograba ver como brillaba un poco de metal. Lilith corrió a socorrerme, apartó todas las ramas y hojas del suelo, logrando ver una trampa de cazadores. Yo no paraba de gritar, mi sangre brotaba por todos lados. Mi amiga estaba tranquila, no parecía la primera vez que veía tanta sangre. Se esforzaba lo máximo posible por abrir los dientes de la trampa, y finalmente lo consiguió. Yo sudaba de tanto gritar, el dolor se pasaba, pero aún sentía molestia.
--No te preocupes.-- dijo anudándome con fuerza el pañuelo que utilizaba en su coleta en mi pie. --Mejorarás.-- añadió mientras se levantaba del suelo.
Yo no podía andar, el dolor que sentía era horrible.
--Vamos, es mejor estar a salvo rápido, tu dime las direcciones y yo te ayudo a andar.-- decía sujetándome con fuerza.
Logramos llegar a la cabaña, era más grande de lo que recordaba, bueno a ver, no era grande, pero para el rato que íbamos a estar ahí , el espacio era suficiente. Me extrañaba que después de tantos años la madera estuviese igual de impecable y colocada que antes. Lilith abrió la puerta de la caseta y me ayudó a entrar. El techo no era tan alto, nuestras cabezas chocaban contra el. Me senté en la cama, el dolor seguía, el pañuelo estaba empapado de sangre, necesitaba la ayuda de un médico.
--Devika... ¿dejaste aquí una escopeta?-- Los ojos de Lilith estaban muy abiertos mientras acariciaba el arma con los dedos.
--No, ¿por qué?-- No sabía lo que estaba diciendo, tenía 8 años, ¿cómo iba a dejar aquí un objeto como ese?.
--¿Entonces porque hay una?-- Cogió el arma con las manos y me la enseñó.
--Espera Lilith suelta eso.-- le dije sobresaltada mientras le quitaba el arma de las manos. Era un arma de verdad, nunca había visto una tan de cerca. Busqué con mis manos la recamara de la escopeta, cuando la localicé la abrí con cuidado. El arma estaba vacía, no había ni rastro de ningún cartucho. Genial, teníamos una escopeta para defendernos la cual no tiene la munición necesaria para disparar, perfecto.
--No tiene nada.
--Ya lo veo, ¿qué hacemos? ¿y si la tiramos? nos puede generar problemas.
--Estás loca Lilith, ¿cómo vamos a tirar esto? tal vez nos sirve de mucho, nos ayudará a protegernos.
--Pero no tiene nada.
--Pues tendremos que conseguir un cartucho sea como sea.-- respondí, ese arma nos podría salvar la vida en muchas ocasiones, y así lo hizo.
Me senté en la cama, estaba limpia. Miré hacia abajo viendo mi pie ensangrentado. Escuchaba pitidos y mi vista se empezó a nublar. Coloqué mi cabeza en la almohada y cerré los ojos. Me dolía mucho el pie, en cambio no podía avisar a mi amiga porque me había quedado dormida.
Soñaba con una persona extraña, no podía ver su cara, tenía el pelo largo, más o menos por la cintura, liso y de color cobre. Me recordaba a alguien, no sabía a quien. Me encontraba en una especie de callejón, rodeada de edificios muy altos y grises. La persona escapaba de mi, yo corría tras ella. Mi pie estaba libre de sangre y estaba como nuevo, no sentía dolor. Corría y corría intentando atrapar a la pelirroja. No sabía donde estaba, en ambos lados había edificios y edificios. Estaba perdida. Caminaba por mi cuenta. Escuché una risa y salí corriendo. Sentí pánico, aquel lugar no me transmitía nada bueno. Mi propio pelo taponaba mi vista, cuando de repente soy golpeada con algo. Caí al suelo. Más específicamente sobre un charco. Toqué mi cabeza como pude. Mi mano ensangrentada de nuevo me hizo recordar al bosque. Una voz susurrante me dedicaba unas palabras. El pelo rojo me acariciaba la cara. Y una especie de metal caía sobre el suelo.
--A dormir.
Sobresaltada desperté en una cama blanca de sábanas suaves y olor diferente. Frente a mi se encontraba Lilith. No entendía que hacía allí ni por qué sudaba.
--¿Devika?-- Lilith acudía a mi lado rápidamente. Yo era incapaz de decir nada. Seguía pensando en aquel sueño, que poco a poco se borraba de mi mente. Lilith salió a avisar a los médicos, por fin había despertado. Mi al rededor era diferente. Mi pie estaba envuelto en cintas.
Una mujer vestida de blanco y con un portapapeles entraba en la sala junto con mi amiga. Habló con ella, yo no entendía nada, solo veía sus bocas moverse y la cara de preocupación de Lilith, que por cierto tenía el pelo alborotado y suelto. Es cierto, me dejó su cinta para mi pie. Sin embargo su pijama estaba roto por muchas partes y llevaba una especie de bata. Su cara estaba limpia. Lo que antes era mi pijama ahora era un camisón blanco.
La mujer que conversaba con mi amiga salió de la sala. Lilith se acercó a mi.
--Dentro de poco te darán el alta.-- musitó mientras colocaba una silla al lado mío.
La miré, no comprendía nada. Nada. Las palabras no salían de mi boca.
--En esa bolsa tengo la escopeta.-- susurró. Me hizo caso, la trajo. Menos mal.
--Bien.-- logré decir. Una media sonrisa se dibujó en mi rostro, y a los 2 segundos en el de ella también.
--Lo de tu pie... lo han logrado sanar, y como te dije antes saldremos de aquí dentro de poco.-- Lilith se acomodaba en la silla. --Llevamos aquí desde ayer. No despertabas, pero respirabas. Supuse que te desmayaste, así que te traje como pude.-- Miraba sus brazos. Sus ojeras. Pobrecita. Todo esto por mi culpa. --me dijeron que tenía los brazos sobrecargados, pero está bien, ya estoy bien.-- hizo movimientos con ellos para demostrármelo.
--Tengo muchas cosas que contarte, sobre el arma y sobre la caseta.
--Cuéntame.
--No te levantes tan rápido.-- Me regañó Lilith.
--Está bien.-- Me senté en la camilla lentamente. Dejé mi pies colgando, suponía que no tenía que moverlo mucho, y me dispuse a escuchar a mi amiga.
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ℑ𝔫𝔡𝔢𝔩𝔢𝔟𝔩𝔢
General FictionDevika y Lilith son dos amigas que tras una fiesta abren inconscientemente un portal por el que se escapan demonios, al darse cuenta de ello deberán buscar una manera de solucionar tal desastre causado.