Parte 1 la lectura

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Carlos era un hombre casado, en palabras de su conocido una persona digna de admirar, además de ser todo un macho. Pero lo que ninguno de sus amigos, y mucho menos su esposa Alicia, era que poco después de contraer matrimonio había tenido curiosidad y a escondidas se probaba la ropa de su mujer. Aquel travestismo era solamente ocasional, solo se vestía de vez en cuando en soledad. Quizá mientras lo hacía había tenido alguna que otra fantasía, pero solo aquello.

Un día se encontraba navegando en internet cuando se encontró con una historia sobre travestismo, el relato de un chico convertido en mujercita. Carlos no acostumbraba leer mucho, tampoco le atraían textos de más allá de 8 páginas, pero aquella historia le había cautivado, por suerte su cristiana esposa se encontraba en la iglesia, así que después de leer los primeros capitulo corrió al closet de su esposa.

Hacía más de 5 meses que no se probaba ninguna prenda femenina pero esa tarde la pasó en contacto con su lado femenino, probándose un hermoso vestido lila, por suerte era de la misma talla que su esposa, por ello pudo colocarse un par de zapatillas negras con unos 8cm de tacón. Así vestida continúo leyendo los capítulos de aquella historia que le había encantado, las palabras de ese texto la habían cautivado.

Pero a la mañana siguiente, cuando ya todo había vuelto a la normalidad, tuvo sentimientos encontrados, por un lado, había disfrutado mucho de aquella historia, del vestido que le llegaba por encima de la rodilla, de la postura que le hacían adoptar los tacones. Pero por otro recordaba que era un hombre casado, vinieron a su mente las palabras de sus familiares y conocidos, él era un macho y un verdadero hombre no hacia aquellas cosas.

Pese a su determinación al encontrarse en soledad, mientras su esposa no estaba cedió a la curiosidad, leyó otras historias de la misma autora, al hacerlo se vio inmerso en la trama, no podía parar de leer y aquello hizo que Carlos una vez más terminara con la ropa de su esposa. Una falda negra y un suéter a medio hombro fue como continuó con sus lecturas, puede que su mujer fuera un poco conservadora pero buena parte de su armario tenia deliciosas prendas muy sensuales y tentadoras, especialmente tentadoras para un travesti de closet.

El siguiente día Carlos llevaba a cabo su rutina, pasó junto al carpintero Luis, un hombre maduro con la fama de ser todo un macho. Carlos saludó con discreto gesto moviendo la cabeza y el fornido hombre le respondió, sin necesidad de palabras, un saludo de macho a macho pensó Carlos mientras caminaba. Pero su tranquilidad se vio perturbada cuando una notificación alertaba de una nueva historia, en ese momento toda la masculinidad que sentía se evaporó, dejando solo la curiosidad y emoción por leer aquel texto.

Aquel fin de semana pensaba repetir su experiencia, aunque antes de comenzar su lectura empezó a meditar, se supone que él era un hombre casado y viril, había comenzado a dejar el travestismo, pero ahora volvía a su vicio por culpa de aquellas historias, no solo eso, nunca antes se había vestido tan constantemente, aquello le causó miedo. Al final logro sobreponerse al sentimiento y se resistió a leer una nueva historia, pero sufría una especie de síndrome de abstinencia, eso mismo hizo que el hombre se molestara y entrara en contacto con la autora.

-Eres una maldita, no sabes nada de lo que escribes, ojalá te prohibieran escribir tus enfermizas historias, ya denuncié tus historias asquerosas, espero que cancelen tu cuenta y prohíban todos tus relatos. Me da asco pensar que hay personas como tú, seas hombre o mujer.

Ni siquiera revisó el mensaje, solo presionó enviar, esperando con ello arrancar todos sus pensamientos y deseos. Pasaron varias horas con Carlos viendo la televisión y hablando con su esposa antes de que su teléfono le notificara un nuevo mensaje.

-Hola, lamento que mis relatos no fueran de tu agrado, no es mi intención molestar o insultar a nadie, escribo fantasías para sissies y chicas travestis como yo, que gustan de estas historias, por eso mismo me pregunto. ¿Por qué comenzaste a leer mis historias?,¿y porque has leído tantas de ellas? Atte. Sofí.

Aquel mensaje hizo enojar aún más a Carlos, no solo tenía el atrevimiento de responderle, sino que era tan descarada como para insinuar que él no era un verdadero macho. Comenzó a escribir otro mensaje, pero se detuvo, no sabía cómo lograr responder a aquellas palabras.

-Solo lo leí por curiosidad, nada más, yo soy un hombre y casado, no me visto de vieja ni hago ninguna de las cosas que dices en tus historias – sentenció molesto.

-No es mi intención insinuar nada – respondió la escritora – y no tiene nada de malo que alguien se vista con ropa femenina, todo lo contrario, agradezco te tomaras el tiempo de leer mis relatos, un saludo y cualquier comentario responderé encantada.

Ese emoji de beso al final del mensaje causó incomodidad en Carlos, pero decidió ignorarlo, se dedicó a hacerle el amor a su esposa, para demostrarse a sí mismo que era todo un macho, para así alejar aquellos otros pensamientos.

La semana transcurrió con el hombre siendo atormentado por aquellas ideas y los relatos que había leído con anterioridad, en ese momento sonó su teléfono, era la parte final de una de las historias que había comenzado a leer.

De macho a mujercitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora